SR. LÓPEZ
Por unas albóndigas al chipotle, tío Macro se separó de tía Ofelia, su esposa, pero, feo: la echó de la casa y a mayor INRI, la familia de ella, la materno-toluqueña de este menda, estuvo muy de acuerdo. Dirá usted que él se portó como una bestia, un macho monstruoso y su familia de ella, peor; pero debe saber que tía Ofelia en vida ganó y muerta conserva el diploma y banda a La Peor Cocinera de América, y se lo digo en serio, que sus hijos cuando eran chiquitos, sentados a la mesa, comían llorando. Tío Macro (que hacía honor a su nombre con sus dos metros de estatura, manos como manoplas de beisbolista y su 1.10 de hombro a hombro), aparte de ponerle cocinera le decía cada vez que el hedor de la cazuela avisaba que ella había guisado: -Ofelia, Ofelia, no me provoques y se llevaba a los niños, brincando de gusto, a una fonda cercana. La cosa pasaba de vez en cuando, pero ya con los hijos casados y la paciencia agotada, esas albóndigas al chipotle derramaron el vaso. Todos los vecinos del departamento en que vivía, se lo festejaron: ya no apestaba el edificio.
Nuestro gobierno debe tener algún proyecto de país. No nos informa cuál es, a menos que lo que nos dice sea cierto y esto sea una reedición de Ensalada de Locos, con nuevo reparto: en el papel estelar, sustituyendo a Manuel El Loco Valdés, don A. Manuel López Obrador; en lugar de Héctor Lechuga (en su gustada personificación de Maritza), doña Olguita Sánchez Cordero; por Alejandro Suárez (el Cuico), Alfonso Durazo; y reemplazando a Guillermo Rivas (el Broncas), Marcelo Ebrard como esto es una falta de respeto y sería un insulto a la ciudadanía, entonces concluyamos que no nos han dicho cuál es el verdadero proyecto de nación cuya consecución exige hacer tanta cosa que parece tonta, a contrapelo de la realidad.
Buscando algo que dé coherencia a este carnaval de metidas de pata, increíble por escasas luces que tuvieran el Presidente y su gabinete, recuerda uno que ¡ya nos lo dijeron!, a retazos, pero clarito:
Hay que entender ( ) esto es una revolución pacífica, pero revolución al fin; Andrés Manuel López Obrador, primera conferencia de prensa del primer día hábil de 2019.
Nunca como hoy, podemos advertir que la confrontación entre conservadores y progresistas sigue viva, desde la época de la Reforma, y la Revolución ( ) La 4T es la 4ta -sic- Revolución Social. Andrés Manuel López Obrador, 20 de febrero de 2020; www.youtube.com/watch?v=rnJ5L8FXSY8.
El 28 de mayo de 2018 en Facebook, Héctor Monter preguntó: ¿Me podría decir usted si el partido que representa pretende integrar a México a la Revolución Bolivariana y llevar a México el sistema socialista-comunista ( )?; respuesta de Yeidckol Polevnsky, siendo presidenta nacional de Morena: Así es! (sic).
( ) Digámoslo directo, la integración de México en la Revolución Bolivariana ( ) necesitamos ampliar la Revolución; Héctor Díaz Polanco, presidente de la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena (extranjero, por cierto, dominicano). Chéquelo en https://www.youtube.com/watch?v=JRdyNMZnEK0, 17 de julio de 2017, video en que también aparece negando su declaración parece que se le olvidó que está en video él mismo, diciéndolo directo.
O sea: estamos advertidos y nos estamos distrayendo o haciéndonos tarugos: esto es una revolución (modelo Chávez-Maduro, ¡qué emoción!).
Nada más que las revoluciones triunfantes primero dejan en ruinas a los países y luego inician la labor de reconstrucción como les dé la gana, lo cual explica lo que en su momento pareció una inmensa metida de pata de nuestro Presidente, cuando el 2 de abril pasado declaró en la mañanera correspondiente, que el Covid 19 ( ) nos vino como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación. Sí, la pandemia, con sus miles de muertos (aunque no sea a tiros), asegura una posterior crisis económica que con las debidas medidas oficiales que la profundicen, dejará a México hecho cascajo, lo que viene como anillo al dedo al revolucionario López Obrador quien confía en que los 20 ó 22 millones de beneficiarios de sus programas de apoyo social, le aseguran muchedumbres de apoyo entusiasta, como las que aplauden a Maduro en Caracas.
El problema para Andrés Manuel Che López Obrador, es que las revoluciones incluyen matar, encarcelar e inducir terror en la población mediante cuerpos policiaco-militares represivos e impunes. No hay excepciones, revise desde la Revolución Francesa hasta ahora, pasando por la rusa, la china, cubana, nicaragüense, etc. Y no hay indicio de que nuestro Presidente sea de esa pasta. Él quiere pasar a la historia de México como Andrés Manuel El Bueno.
Y aunque no le importara tanto su imagen de mesías caritativo, su revolución no será porque si la quiere, tiene que arrasar a la Suprema Corte, al Congreso, algunos partidos opositores, líderes sociales, empresariales y de la prensa, encarcelando gente o matándola por todo el país. Y ese precio López Obrador no lo paga.
No le va a salir su revolución: para freír huevos, primero hay que romper los huevos. Y como no hay revoluciones pidiendo permisito, permisito, mientras existan al menos la Suprema Corte, el Congreso, empresarios poderosos y la prensa libre, su cuete no truena.
Él lo sabe, de tonto no tiene un pelo, por eso maniobra para reventar la economía, que es reventar a los empresarios, lo que le permite conseguir más peso con las dádivas oficiales entre masas de miserables y nuevos pobres, que ya le agradecerán con votos (en sus cálculos), para retener el control del Congreso en 2021 y en 2022, con la Consulta de Revocación de Mandato, limpiarse el extremo inferior de su sistema digestivo, para quedar a partir de 2024 como líder político nacional, un Calles resucitado. Así, todos sus errores cobran sentido: entre peor, mejor.
Y no le va a salir porque si le fuera saliendo, qué triste alivio, ahí está siempre el tío Sam durmiendo con un ojo abierto y muy a la mano, su largo y grueso garrote.