7 de enero de 2025

LA FERIA: La fuerza de la palabra

Sr. López.

Cosa muy rara pero Tío Rodolfo y tía Carmen, de los de Jalisco, no eran cristianos ni nada, tampoco eran ateos, nomás no tenían religión; sin embargo a sus trece hijos (eran los tiempos), los inscribieron, a las niñas en un colegio de monjitas del Verbo Encarnado, y a los niños con los jesuitas.

Alguna vez, ya viejo, otro tío -de los muy católicos de Toluca-, le preguntó por qué si no creían en nada, no pusieron a sus hijos en alguna escuela laica y muy calmo contestó: -… bueno… a los chiquitos es bueno darles su mapa para vivir… ya de grandes, pues, cada uno cometerá sus errores, pero sabe que son errores… eso ayuda -sensatez.

No todos pero sí muchos políticos de un largo tiempo acá, solo hablan de cosas prácticas, útiles, son pragmáticos.

No parece que nadie caiga en cuenta de que han tirado a la basura la filosofía, el pensar por el solo gusto de pensar y concebir ideas que dan marco teórico, fundamento a la concepción del Estado y el entendimiento de la sociedad.Política y filosofía son casi coprincipios, van de la mano.

La política sin filosofía equivale a un sermón sacerdotal sin religión; la filosofía da ideas, las ideas dan teorías y con ellas, sí, se llega a conclusiones sobre la realidad.

Por ahí alguien ha dicho que la filosofía no resuelve nada, pero sin filosofía no se resuelve nada.

Es cierto. La filosofía es el cimiento del concepto jurídico que se concreta en el Derecho Positivo, las leyes que se aprueban en un órgano legislativo y rigen en cada país.

No fueron lo mismo las leyes de la Rusia de Stalin que las de la Alemania de Hitler, ni de la España de Franco: filosofías marxistas, nacionalsocialistas o de derecha nacionalista, dan distintos marcos conceptuales, distintas leyes, distintas maneras de conducir la cosa pública.

Así de importante es la filosofía. Así queda claro que la filosofía no garantiza nada porque hay corrientes filosóficas equivocadas y hasta perversas.

No hay espacio ni capacidad de este junta palabras, para bordar sobre el tema. Pero sí quedemos claros: la filosofía es pensar y pensar importa.

Otra advertencia: hablar y legislar, sobre economía, salud, educación y derecho, con un enfoque ideológico dirigido a meter a la sociedad en un molde predeterminado, ajeno a la realidad de la vida natural y de las naturales aspiraciones del ser humano (libertad, propiedad privada, respeto a lo que a cada quien corresponde); no es lo mismo que hacerlo con la recta razón de la filosofía sin prejuicios.

Lo primero, los gobiernos que actúan en función de una concepción prejuiciada de la realidad y por encima de la general voluntad natural implícita en cada sociedad, acaban siempre en alguna variante dictatorial y hasta totalitaria, que somete el derecho del individuo al derecho del Estado, que no es sino el falso derecho de los gobernantes, de la camarilla de turno.

Y han causado tragedias, revise usted en tiempos modernos, las tragedias y montañas de cadáveres que produjeron el marxismo soviético, el nazismo alemán, sin dejar de mencionar al campeón del mal: Mao Tse-Tung.

Como sea, pareciera que el interés predominante en la política actual (y desde décadas atrás), es la economía; y que el discurso favorito de no pocos, es el combate a la pobreza.

Aunque claro, también hablan de salud (sin decir que es para disponer de fuerza de trabajo); de educación (sin decir que es para contar con trabajadores aptos y nada más); y hasta de derecho (sin decir que se instrumentaliza en beneficio de la clase en el poder más que para cumplir su primera obligación con cada persona: la justicia).

Como está usted a punto de abandonar la lectura de esta columna, se apresura su texto servidor a decir que entre todos los muchos comentarios alarmistas por la inminente llegada del fétido Trump a la Casa Blanca, y hasta consejos a nuestro gobierno sobre lo que debe hacer para afrontar sus amenazas, no hay uno solo que vaya al fondo ni proponga algo que se pueda concretar en una idea que detenga a ese bárbaro.

Sí, una sola idea.No vamos a neutralizarlo con el himno nacional ni con cifras, cuantimenos con nuestro ejército.

A ese señor hay que destrozarlo en el plano del pensamiento y la propia clase política yanqui, se encargará de detenerlo antes que permitir que sus salvajadas arrojen a su país a la gehena, el báratro, el infierno de los países malditos.

Ningún imperio se arroja a la zahúrda.Los EEUU se crearon con filosofía. Sí, en el siglo XVII, siendo colonia británica, la de los puritanos calvinistas y su robusta tradición religiosa.

Cambió a la filosofía racionalista cartesiana de la Ilustración de sus Padres Fundadores a fines del siglo XVIII y así, de a poquitos, soslayaron la sólida filosofía cargada de convicciones religiosas con que empezaron hasta su total abandono en el siglo XX.

Pero eso sí, no hay político yanqui que no termine su discurso con “God bless America”, sí Chucha.

Lo que desde el siglo XIX rige en los EEUU es una filosofía imperialista que ellos, por supuesto niegan, pero se concreta en la idea de su hegemonía política, cultural, militar y económica, la Doctrina Monroe, el Corolario Roosevelt, la Doctrina Truman y en estos tiempos, la Doctrina de la Guerra Preventiva, para invadir países para -agárrese- luchar contra el terrorismo y el crimen organizado.

Ojalá los tecnócratas de la izquierda vergonzante que nos gobierna, sepan que su hueca y probadamente ineficaz ideología, será arrollada por el Trump.

Nuestro gobierno bien haría en llamar a pensadores, filósofos y abogados, para elaborar un cuerpo de ideas que se difundan en los EEUU, dejándoles claro que un Trump que quiere robarse el Canal de Panamá, anexionarse Groenlandia, absorber Canadá y avasallar a México, es un nuevo Teodoro Roosevelt y su Gran Garrote, que les asegura ir al basurero de la historia.Contra las palabras necias de ese bárbaro, discurso filosóficamente sólido y palabras sabias. Churchill contuvo así la invasión nazi a su país, con la fuerza de la palabra.

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