9 de noviembre de 2024

Prócer de la patria : La Feria

Sr. López

Si alguien acumula en lomo seis décadas de vida o más, su ego le permite, si no es tonto o malo, verse al espejo sin ninguna de las máscaras con que nutre su autoestima y cuida su imagen… sí, la creciente proximidad a la ceremonia de entrega-recepción del propio fiambre, atenúa la necesidad de aparentar y autoengañarse pues todos a fin de cuentas, en el fondo de la fosa llevaremos la misma vestidura.

En esos momentos de reflexión sin maquillaje se repasan los capítulos más o menos importantes de la vida y se distinguen las circunstancias o decisiones que pasaron inadvertidas en su momento y fueron determinantes en su biografía.

Hay por supuesto quienes no aceptan sus propias andanzas, tropelías y desafueros, y se excusan, pertinaces, atribuyéndolos al ineludible destino.

No están solos los que piensan así, los antiguos griegos creían en eso, en el destino como el inevitable encadenamiento de hechos y sucesos a que estaba sujeta la vida de cada persona y le asignaron las diosas Moiras, que hilaban, medían y cortaban la hebra de la vida de cada quien. Sin embargo, dados a la reflexión propia del dulce no hacer nada, se empeñaban en determinar la precisa decisión que llevaba a alguien a su suerte.

Así, el momento exacto en que Edipo selló su fatal destino de parricida e incestuoso, fue cuando emprendió la marcha a Tebas y se topó con Layo obstruyendo el camino, discutieron, pelearon y lo mató sin saber que era su padre; continuó su camino y tomó por esposa a Yocasta, reina de Tebas y viuda de Layo, sin saber tampoco que era su madre. Si iniciara su camino otro día o una hora después, jamás se topa con Layo, Yocasta no enviuda, nadie sabría que existió Edipo y Sófocles se hubiera quedado sin argumento para su tragedia.

No se niega que sí hay cosas sobre las que nadie tiene control, por ejemplo la herencia genética, por lo que hay familias de enfermizos, otras de rubios o chaparros y las de personas con salud de hierro; también las habilidades innatas que encontramos en familias de artistas, de abogados, científicos, políglotas, comerciantes o geniales artesanos. Sí, en ese sentido hay predestinación y también es muy real la influencia buena o mala del entorno: no es lo mismo nacer de una pareja de maras salvatruchas que ser hijo de un ajedrecista profesional y una doctora en matemáticas, no es lo mismo.

Pero nada de eso anula la existencia de la libre voluntad personal a la hora de decidir los actos individuales de cada vida, por más que se tenga tendencia a algo. Lo ilustra bien el cuento del que acude a un médico pidiendo ayuda para su problema de alcoholismo y le explica que fue criado por padres alcohólicos y se dio a la bebida desde niño; al día siguiente se presenta la misma persona y el médico, sorprendido, le pregunta por qué regresó, si apenas lo había visto el día anterior y el otro le responde que no, que lo vio su hermano gemelo idéntico, univitelino; entonces el médico le pregunta si es alcohólico y le responde que no, que jamás ha probado una gota de alcohol, porque había sido criado por padres alcohólicos y detestaba la bebida…

Dicho lo cual, pregunto a usted: ¿cuándo se jodió el sexenio? (término que en su sexta acepción es: destrozar, arruinar o echar a perder algo). Sí, ¿cuándo?

Respetemos a los que están convencidos de que las cosas están de rechupete, no merece la pena polemizar con quienes por convicción ideológica, ansia de revancha o la razón que sea, no advierten que el actual gobierno federal dirige al país a un desastre general. No hay un solo campo de responsabilidad gubernamental en que se esté cumpliendo y no son pocos en los que se han tomado decisiones contrarias al interés general. Son inocultables el retroceso y fiascos en seguridad pública, salud, economía, procuración de justicia y estado de Derecho.

El Presidente de la república insistió largamente en sus compromisos de erradicar la corrupción y recuperar la seguridad pública. Él mismo ha dicho que sin esto último, NO hay cuarta transformación. Él puso el listón y ante la evidencia del fracaso, ha empezado a hablar de que lo realmente importante es la ‘revolución de las conciencias’, pasando de la realidad dura a un concepto etéreo imposible de medir cuyo planteamiento es risible.

Le recuerdo la pregunta: ¿cuándo se jodió el sexenio?… en lo económico, desde antes de asumir el cargo, al cancelar arbitrariamente la construcción del aeropuerto de Texcoco y en marzo del 2020 la de una planta cervecera privada en Mexicali. En seguridad pública desde su campaña presidencial al enarbolar el lema simplón de ‘abrazos no balazos’ y seguir sosteniéndolo cien mil muertos después. En salud al inicio de su gobierno al imponer la concentración de todas las compras de medicamentos, material de curación y equipo en la Secretaría de Hacienda, y el 14 de diciembre de 2018 al desaparecer el Seguro Popular, sin lograr nunca que su Insabi lo supliera por lo que ahora en el cuarto año de gobierno, anuncia que IMSS Bienestar será la solución: más de tres años perdidos dando palos de ciego.

Aparentemente abandonada la esperanza de conseguir resultados de gobierno, el Presidente se empecina en sus obras favoritas (Refinería de Dos Bocas, Tren Maya, Corredor del Istmo de Tehuantepec y el Aeropuerto Felipe Ángeles, que se sigue construyendo), indispensables para pregonar éxitos durante lo que le resta de sexenio, aunque a partir del 2025, la Refinería, el Tren y el Aeropuerto, vayan a sufrir el doloroso choque con la realidad pues son inviables… y el Corredor aún tiene que convencer a las comunidades.

Ahora, el Presidente se dedica a promover la consulta de revocación, para pulsar el músculo electoral con que llegará en 2024 a la campaña presidencial que él inició en julio de 2021, a los dos años 8 meses de estar al frente de su responsabilidad.

No puede eludir su intransferible responsabilidad: nada lo obligó a tomar sus decisiones. ¿Cuándo se jodió el sexenio?, cuando el candidato se soñó prócer de la patria.

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