Sr. López
Tía Susana, de las toluqueñas, fue una señora sensata y práctica, que de nada se espantaba. Quedó viuda con cinco hijas y resultó que la mayor le salió “inquieta” -usted entiende-, y una noche, otra noche, que le llegó muy tarde, sin meterle bronca, le dijo: -Hijita, no voy vigilarte los calzones, cualquier hora es buena para bajárselos, pero no te metas con nadie del barrio ni a un hotel de por aquí, no le hagas a mi casa fama de casa de putas -la chamaca no dijo ni pío, pero cumplió.
Delincuencia organizada es cuando tres o más personas se unen para cometer delitos de manera reiterada o permanente, si eso es cierto, entonces, sin estirar la liga de más, se puede decir que hay gobiernos que son delincuencia organizada.
Por supuesto siempre y en todo el mundo habrá quien cometa desafueros, crímenes, el delito es inevitable (ahí repase por su cuenta Los Diez Mandamientos de hace más de dos mil años… no matar, no robar, no dar falso testimonio… delitos). Lo evitable es el crimen organizado.
La delincuencia organizada por un lado, es la que se ve, esa rampante, de crueldad sin límites que campea por sus fueros y controla ciudades, pueblos y regiones. Delincuencia de barbajanes bota punta pa’rriba, gatilleros y capos poco menos que analfabetos; esa que estruja a la gente común; esa delincuencia compuesta por gente desechable; esa que se incuba en la pobreza porque no hay en el mundo cárteles de hijos de rico. Y por otro lado es la organizada, estructurada, cuya existencia es físicamente imposible sin la jefatura de autoridades, no complicidad, no colusión, jefatura.
Sin esa jefatura, hay crimen común y hasta bandas criminales, sí, pero confinadas a los albañales de la sociedad, a la clandestinidad, furtivas y a la huida, carne de presidio.
No es tal jefatura de autoridades la de funcionarios, policías o militares, que se dejan corromper y quedan en secuaces, pero son incapaces de empoderar criminales. La jefatura de autoridades, es la tutela de bandas criminales, darles impunidad y a la par, garantizarse la continuidad de las actividades ilícitas por más bajas que sufran las bandas.
Es indispensable distinguir la jefatura de gobiernos locales y hasta estatales, la de mandos y cuerpos policiacos y militares, a la del Estado, cuando la autoridad nacional es protectora y cabeza del crimen organizado.
En ese último caso, cuando un gobierno, un sistema estatal, está vinculado a la delincuencia organizada y sus altos funcionarios, policiacos y militares, forman parte de las empresas criminales, se habla de Estado mafioso.
Por eso es de tan inmensa gravedad la acusación oficial (oficial), por escrito, de la Casa Blanca contra nuestro gobierno, del 1 de febrero pasado:
“(…) las organizaciones mexicanas de narcotraficantes mantienen una alianza intolerable con el gobierno de México. El gobierno de México ha proporcionado refugios seguros para que los cárteles se dediquen a la fabricación y el transporte de narcóticos peligrosos, que en conjunto han provocado la muerte por sobredosis de cientos de miles de estadounidenses”.
Responder que eso es una calumnia, como nuestra Presidenta hizo, no es ni de lejos suficiente. Por más que sea un señalamiento cargado de malas intenciones políticas a favor de los intereses de los EEUU, no se pueden desdeñar las repetidas menciones en el mismo sentido, de tiempo atrás, de no muchos pero no pocos importantes actores políticos, altos mandos militares y funcionarios de seguridad de ese país.
En México no podemos esperar que en los EEUU se les olvide cuando quien era nuestro Presidente -el que NO reside en Palenque-, en conferencia de prensa, el 7 de junio de 2021, dijo: “(…) los que pertenecen a la delincuencia organizada, en general bien”, aprobando su comportamiento en las elecciones de ese año.
No podemos suponer que no los haya escandalizado ver a nuestro Presidente, ir a saludar de mano y hablándole de tú, a la mamá del Chapo Guzmán, el criminal número 1 del mundo, según ese país (imagínese a Winston Churchill saludando de mano, hablándole de tú, a la mamá de Hitler; o al Papa León X, saludando a la mami de Lutero, imagínese).
Mucho menos podemos suponer que el inmenso aparato de investigación y espionaje de los EEUU, no tenga nutridos expedientes retacados de evidencias que involucran con la delincuencia organizada a altos funcionarios federales y estatales, gobernadores incluidos, junto con jefes policíacos y mandos militares. Aparte de haber acopiado sobrada información sobre extraños movimientos financieros durante las campañas políticas de nuestro país, junto con estimaciones certeras del inmenso gasto en efectivo e que se incurrió.
Y jamás perdonarán la burla de haber devuelto a México para que acá se le juzgara, al exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, detenido allá en 2020 por complicidad con el narcotráfico, cosa que no sucedió, lo que sucedió fue que lo exoneró y el Presidente oriundo de Macuspana, el 11 de octubre de 2023, lo condecoró, “distinguiéndolo y reconociéndolo”. A centavo le supo la boca al gobierno yanqui.
Otro numerito Cienfuegos no se echan. Que anden con mucho cuidado los que saben que tienen cuentas pendientes, fuera de México les echa el guante el tío Sam… y acá también, con otro operativo modelo Mayo Zambada.
Lo cierto es que el gobierno de los EEUU utiliza toda la información sobre nuestros funcionarios como mejor le conviene. Y por el momento, lo que le conviene es extorsionar a nuestra Presidenta para que eche cerrojo a China en México, en primer lugar y también en primer lugar, que ciegue el flujo de fentanilo, porque allá sí importa lo que la gente piense… y están que trinan, son demasiados muertos.
También el viernes dijo doña Sheinbaum que si los EEUU quieren combatir cárteles, empiecen en su país. Bueno, sí, pero resulta que nuestros delincuentes operan allá y algunos de nuestros funcionarios son sus cómplices, por lo que si el tío Sam limpia su casa, a México lo va a va a sacudir y barrer.