9 de febrero de 2025

La Feria: Estamos hechos

Sr. López


Le conté hace mucho de Tío Macro, de los del lado paterno-autleco, un macho de diccionario enciclopédico que decía que en su casa solo él mandaba. Y era cierto pero tía Catarina, su mujer, agregaba: -Y yo no obedezco -vivieron muy felices.

Seamos serios. O queremos la resurrección del viejo presidencialismo o queremos el imperio de la ley. Aunque, pensándolo bien, no hay que escoger: ya resucitó ese vicio del priismo imperial, lo renació el anterior arrimado en Palacio Nacional, ese que NO reside en Palenque.

Al presidencialismo nuestro le dieron cristiana sepultura, Fox y Calderón. Don Peña Peñita Pena, no lo resucitó más por frívolo que por convicción. Y llegó un priista de viejo cuño, el mentor, faro y luz de nuestra Presidenta, y lo devolvió a la vida, vitaminado y fortachón.

El presidencialismo en teoría es un sistema en el cual el titular del Poder Ejecutivo es elegido directamente en comicios universales con el doble carácter de Jefe de Gobierno y Jefe de Estado, con equilibrio de poderes. Da estabilidad política y facilita el actuar del gobierno.

El presidencialismo mexicano es otra cosa. Fea. Es el ejercicio presidencial de las facultades constitucionales junto con otras que son llamadas ‘metaconstitucionales’, para no decir a lo pelón, que quien se encuentre aplastado en La Silla presidencial, con la Constitución se limpia el extremo inferior (la mera salidita), de su sistema digestivo; que hace lo que le pega la gana; que trapea con el Poder Legislativo (y el Judicial, también, pues no lo obedece y no pasa nada).

Se comenta por la declaración de ayer, de la Presidenta, en referencia al clamor popular en Sinaloa para que quite al gobernador (es un decir), Rocha Moya, y dijo que no es labor del gobierno poner o quitar gobernadores: “(…) como si fuera como antes, en donde la presidencia decidía a quién ponía, a quién quitaba, esa no es la labor del gobierno federal (…)”.

Tiene razón. No hay facultad presidencial en la Constitución para que el Ejecutivo ande corriendo gobernadores.

Y le tengo noticias, tampoco el Senado. Si se lee bien la fracción V del artículo 76 de la Constitución federal, dice clarito: “Declarar, (ojo: nótese la coma) cuando hayan desaparecido todos los poderes constitucionales de una entidad federativa, que es llegado el caso de nombrarle un titular del poder ejecutivo provisional (…)”; o sea, el Senado no declara la desaparición de poderes, la coma después de “Declarar”, cambia todo, lo que declara el Senado es que “es llegado el caso” de poner un gober interino.

Es una pifia más de nuestra Constitución, pues deja en el aire cómo se declara que desaparecieron los poderes de un estado. Se quiso corregir en la ley reglamentaria de esa fracción, diciendo en su artículo primero: “Corresponde exclusivamente a la Cámara de Senadores determinar que se ha configurado la desaparición de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial de un Estado y hacer la declaratoria de que debe nombrarse un gobernador provisional”.

Quedamos peor porque aparte de no tener sustento en la Constitución, encima, esa declaratoria de desaparición de poderes procede cuando los tres poderes incurren -los tres-, en alguna de las previsiones del artículo segundo de esa ley, que en resumen son: romper el régimen federal; abandonar sus funciones (los tres, no se le olvide); estar los tres (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), imposibilitados para ejercer sus funciones por conflictos “causados o propiciados por ellos” (por los tres); alargar su mandato; promover o adoptar una forma de gobierno distinta a la que dicta la Constitución (artículos 40 y 115).

O sea, para correr al inmensamente impresentable Rocha Moya de Sinaloa, habría que configurar que el Legislativo y el Judicial de ese estado, están igual que él, embarrados y en Babia. No es el caso.

Dicho lo cual y aceptando la afirmación de la Presidenta, de que no tiene facultades para tumbar gobernadores, es bien cierto que ella misma ha respaldado varias veces a ese impresentable cínico, después de la detención del Mayo Zambada:

El 10 de agosto de 2024, dijo: “Vamos a seguir apoyando al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya (…); el 12 de agosto (todo es 2024), en conferencia de prensa, siendo presidenta electa dijo creer en la versión del gobernador y que se trataba de un intento más de desestabilizar al Ejecutivo (su mero padre), y agregó: “le creemos, es compañero del movimiento desde hace tiempo”; al día siguiente declaró: “Vamos a seguir apoyando a Sinaloa porque a Rubén Rocha ya le tocaron tres años con el Presidente, pues ahora le van a tocar tres años con la Presidenta (ella, claro); el 27 de septiembre, desde Sinaloa, reiteró que seguiría apoyando a Rubén Rocha Moya, a partir de asumir la Presidencia y lo seguiría haciendo durante todo su mandato; el 8 de octubre, ya siendo Presidenta, aclaró: “Contra el gobernador Rocha no existe ninguna investigación o prueba que lo vincule con grupos delincuenciales (…)”. Bueno, no lo puede quitar pero lo apoya para que siga. Chulada de ‘máiz’ prieto.

Y lo de cínico no es gratis. El columnista del Universal, Salvador García Soto, en agosto de 2021, preguntó a Rocha Moya: -“¿Y cómo se gobierna un estado con un cártel (el de Sinaloa), tan poderoso?” -y muy orondo respondió: -“Pues, mira Salvador, no nos hagamos pendejos. Aquí todo mundo sabe cómo está la cosa. Yo fui y hablé con ellos, los conozco porque soy de Badiraguato. Y yo fui a pedirles su apoyo. Quien te diga que quiere gobernar Sinaloa y no tiene el visto bueno de ellos, te miente. Así es la cosa aquí, para qué nos hacemos pendejos”.

Sí, no hay que hacernos. Él fue a pedirles su apoyo porque para gobernar, necesitaba su visto bueno. Y parece que se lo dieron, tanto que ahora resulta que la omnipotente presidencia de la república no puede pedirle que se enferme o nombrarlo embajador en Gambia (el país más chico de África).

Qué cosas estas de la 4T, ahora resulta que obedecen la ley… no hay que hacernos, ya estamos hechos.

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La Feria: Escondidillas

Sr. López ‘In articulo mortis’, tío Remo (así se llamaba), mandó por su hijo, su hija y su esposa, tía Clarita. Tío Remo fue insoportablemente