Farro“No preguntes si una cosa es verdadera o no, pregunta verdadera o no para quién”LeninNo tengo empacho en afirmarlo, Juan Carlos en Chiapas es, hoy día, el exponente más lúcido del pensamiento liberal clásico. Adam Smith, John Locke, David Ricardo, Quesnay, Hayek, todos ellos promoventes de las libertades civiles, las iniciativas individuales y una intervención necesaria, pero mínima del Estado en la economía.Ortega y Gasset define el liberalismo: “Antes que una cuestión de más o menos en política, es una idea radical sobre la vida: es creer que cada ser humano debe quedar franco para henchir su individual e intransferible destino”.
Paradigma de la integridad y entereza moral, Juan Carlos no concibe una auténtica democracia sin sustento en una ética social; defiende con vehemencia la propiedad privada y abraza la economía de mercado para mejorar el nivel de vida de la población, en especial de los más desprotegidos.
A su vez, pugna, propugna la tolerancia en la aplicación de la autonomía individual y colectiva, el respeto a los contrarios y la decencia política.
Hay algo nada menor, destacable por su honestidad y valentía, no duda en llamarse, paradójicamente y a la par de liberal, conservador, pues no son términos antitéticos.
Me detengo aquí, pues ha querido la historia oficial mexicana que veamos un vampiro cuando escuchamos la palabra “conservador”, un monstruo vil y salvaje que aparece cuando se pronuncia ese término.
La respuesta la da Michael Oakeshott: “Ser conservador es preferir lo familiar a lo desconocido, lo efectivo a lo posible, lo cercano a lo distante, la risa presente a la felicidad utópica.
Ser conservador es un modo de plantarse en el mundo, una actitud, un talante, no un programa”. Agregaríamos, conservar lo que nos une, principios y valores que dan cohesión a una sociedad, conservar todo lo positivo que durante generaciones ha construido el país, con el concurso de la sociedad y de todas las fuerzas políticas.
Instituciones que nos han dado décadas de estabilidad y paz social. Su decencia, tolerancia y calidez son la fuente del vigor intelectual de Juan Carlos.
En una reflexión compartida aflora su modestia, la más incómoda de las virtudes según Churchill, “porque no puedes hacer alarde de ella”. Repite con A.
Camus, quien en algún lugar dijo: “Quienes todo lo saben no tardan en querer matarlo todo”.
Testigo de acontecimientos que nos avasallan, habló el político, el humanista, en el sexto aniversario de Ultimátum, a solicitud expresa de su Director General Amet Samayoa.
Van algunos fragmentos de esta joya periodística, en una línea estética muy cuidada. Con vigor, convicción y valentía dijo: “La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre como es libre en el hombre la facultad de pensar”. “Durante el gobierno de Benito Juárez se logró garantizar la libertad de expresión, lo que permitió la fundación de nuevos periódicos que empleaban textos y caricaturas para formular críticas y expresar ideas.
La prensa ejerció su libertad de escribir y publicar lo que quisiera. Hace falta recordarlo, ahora que tanto se apela a su figura”.
“Qué difícil es cuando quienes abusan del poder no entienden que éste encuentra su némesis en el deber intelectual.
Por su propia naturaleza el poder requiere de contrapesos. El ejercicio intelectual se diluye, se eclipsa cuando elogia al poder.
No es esa su función. Por eso a lo largo de la historia han sido más poderosas las ideas que el más grande de los ejércitos. No comprende el apoderado que el poder no es eterno, que la palabra tarde o temprano triunfa sobre la espada. Que la prensa libre es el cronista y el juicio de la historia.”
“También, hay que decirlo, persisten la calumnia y la difamación, que hoy ya no constituyen delitos. Son las cabezas de la hidra de quienes denigran el ejercicio periodístico y lo convierten en derecho de piso y extorsión.
Por eso debe garantizarse el derecho de réplica en el mismo espacio en que se vierte la información. No desde el púlpito del poder como sucede cuando se flagela, se hostiga y se pretende rebatir el mensaje vilipendiando al mensajero.
Ejercer el poder puede ser un privilegio pero también un infortunio”.“El 10 de mayo de 1933, en la Plaza de Ópera de Berlín, los nazis iniciaron la quema de libros de todos aquéllos autores que la doctrina fascista consideraba antialemanes o simplemente peligrosos.
En ‘Farenheit 451’ la novela distópica del autor Ray Bradbury, los bomberos no se dedican a apagar fuegos sino a quemar cuanto libro existe. Un valiente impresor imprime clandestinamente el discurso que le costó la vida al prócer chiapaneco Belisario Domínguez, quien denunció la tiranía opresora de Victoriano Huerta.
Hoy honramos su memoria y su valentía. Elogiamos su ejemplo, aunque en los hechos el poder sigue odiando a quien denuncia sus abusos. La verdad no se mata matando periodistas.”Te expreso desde aquí, mi querido Juan Carlos, mi pesar y solidaridad más profunda a ti y a la familia, por tu irreparable pérdida, que acongoja tu alma y tu corazón.