9 de octubre de 2024

Gavilán: La Feria

SR. LÓPEZ

La abuela Elena, la paterno-autleca, contaba historias de su juventud allá en Jalisco, a principios del siglo pasado. Especialmente interesaban a su audiencia favorita (este menda), los episodios en que a bala limpia se arreglaban entonces los asuntos. Contaba que su papá, siempre que le faltaban reses, las recuperaba nomás desenfundando su revólver, porque eran fama su buena puntería y la indiferencia con que mandaba anticipadamente a cualquiera con el Creador, hasta que una vez le faltaron unas vacas que le informaron sus caporales estaban paciendo en tierras de un tal Tomás, señor de horca y cuchillo padre de más de 20 garrudos gañanes, todos muy atravesados, y decía la abuela divertida, que despachó a los caporales regañándolos: -¡A mí no me traigan chismes! –porque explicaba sonriendo la abuela, sabía perder y además, los muertos no cuentan reses. Pues no.

Primero, lo primero: si el ciudadano Salvador Cienfuegos Zepeda, fuera el exjefe de los carteros del país, jamás se hubiera molestado nuestro gobierno en traerlo a México; allá estaría don Salvador, pudriéndose en una celda, los años que le tomara a los jueces de EUA encontrarlo inocente.

Si le parecen aventuradas estas afirmaciones, recuerde el caso del doctor Humberto Álvarez Machaín, acusado por la DEA de haber dado asistencia médica durante la tortura del ‘Kiki’ Camarena, agente de esa agencia, asesinado por los narcos. Al doctor lo secuestró la DEA en México el 2 de abril de 1990 y lo llevó a los EUA en un vuelo ‘privado’, para presentarlo ante los tribunales de allá, que el 14 de diciembre de 1992 (dos años y ocho meses después de su secuestro en México), lo declararon inocente por considerar que las pruebas presentadas por la DEA, eran “(…) sospechas y corazonadas, pero sin pruebas (…)”, y por considerar que la teoría del caso de la Fiscalía de los EUA, era “(…) toda, la especulación más descabellada”. Si le duda, busque en san Google: Alvarez-Machain v. United States, 331 F.3d (fojas 604, 610); y también: International Legal Materials 1993 (foja 277). Una canallada. Y cuando el doctor ése demandó la reparación del daño en moneda de cuño corriente, ahí sí lo mandaron a volar los justísimos tribunales del tío Sam.

En el asunto Cienfuegos: las supuestas pruebas que aportó la DEA para conseguir la orden de aprehensión allá en los EUA, son de dar risa, pero de esa risa que acaba en dolor de estómago. Lo malo es que no mucha gente se toma la molestia de informarse, lo que deja al General en indefensión; el tenochca promedio, se entera de las cosas leyendo los titulares de la prensa (en el mejor caso), o dejando el cerebro en estado de reposo frente al televisor. La calumnia queda en la memoria colectiva. Diga lo que diga la autoridad este es un caso más de impunidad… ¡caray!

Como sea, el jueves pasado nuestra Fiscalía desestimó los cargos presentados por la DEA contra el General. La Fiscalía de los EUA, obligadamente, expresó su ‘profunda decepción’ por dicha exoneración. El Presidente declaró gallardo: “(…) todos los casos tienen que probarse (…) no se pueden fabricar delitos a nadie (…)”, lo que es impecable, pero un poquito irritante para el tío Sam que queda como fabricante de delitos y tiene fama de todo menos de paciente ni comprensivo.

Por supuesto, como con todo, nuestro Presidente se abanica con la protesta del Departamento de Justicia de los EUA y por lo mismo, fiel a su costumbre de alzar la vara, ayer tensó más el asunto muy en su papel de restaurador del himen patrio: “(…) ojalá lo piensen bien, porque yo podría decir lo mismo, estamos decepcionados por el trabajo de DEA”, y en lenguaje diplomático eso es cantar la bronca.

Encarrerado, el Presidente agregó refiriéndose a la decisión de la Fiscalía General de la República de desestimar los cargos: “(…) de modo que lo que hicimos fue lo correcto, es ético (…)”; esto permite alzar al menos una ceja, pues supuestamente, la FGR por ley es autónoma del Poder Ejecutivo y el “hicimos” le da un raspón a esa autonomía. Bueno, ni que fuera para tanto.

Muy engallado, nuestro Presidente ordenó a la Cancillería publicar el expediente recibido del gobierno de los EUA, cosa que don Ebrard hizo el viernes pasado, a pesar de tener muy clara la leyenda: “distribuido por orden judicial… no distribuir” (a contrapelo de la decisión de don Ebrard de no obedecer la orden del Presidente de publicar los contratos de adquisición de vacunas porque los laboratorios pidieron confidencialidad… o sea, un laboratorio vale más que una orden de nuestro Presidente y que el gobierno de los EUA, está bueno saberlo).

Protestó el Departamento de Justicia de EUA, la medianoche del mismo viernes, diciendo: “La publicación de dicha información viola el Tratado de Asistencia Legal Mutua entre México y Estados Unidos y pone en duda si Estados Unidos puede continuar compartiendo información para apoyar las propias investigaciones criminales de México”. Bueno, de por sí comparten solo lo que les da la gana, pero esta ‘duda’, ya se la puede ir aplicando don Ebrard, si tenía ilusión de ser candidato a suceder al Presidente, digo, que se vaya resignando…

Pareciera que de entre la bruma producida por sus abundante declarar, el Presidente intuyó que se metía en camisa de once varas con el tío Sam y dijo: “Hay bastante comprensión de parte del gobierno estadounidense sobre este asunto, ellos saben que no se pueden poner en entredicho la credibilidad de un gobierno, ellos no aceptarían eso y tampoco nosotros, no es posible que se lleve a cabo una investigación con tanta irresponsabilidad, sin sustento” (qué bueno que él no pone en entredicho a nadie). Y remató de pecho: “Se va mantener una muy buena relación con el gobierno de Estados Unidos, basada en el respeto mutuo”.

México entero puede entrar en zona de turbulencia si el tío Sam se pone trompudo. No hay necesidad de retar a King Kong. Y se escucha desde el Cielo a José José: “pobre tonto, ingenuo charlatán, que fui paloma por querer ser gavilán”.

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