29 de marzo de 2024

Corporativismo vs democracia sindical

Eduardo Grajales

Un hecho sin precedente en la historia sindical mexicana se ha suscitado. Es el caso de los trabajadores sindicalizados de la armadora General Motors, en Silao, Guanajuato, que dieron un puntapié a la representación de la Confederación de Trabajadores Mexicanos, organización priísta que por años controló el gremio, sin contar con una verdadera legitimidad y sin permitir transiciones democráticas, transparentes y limpias.
La base laboral de la armadora pudo hacer valer sus derechos solo a través del nuevo marco legal laboral emanado del TMEC, que permitió que un organismo ajeno pero con credibilidad y experiencia en materia electoral, como el INE, realizara el procedimiento de votación y elección de los nuevos representantes sindicales rompiendo así el control de la CTM, fundada por aquellos años treinta por el PRI, y que con el paso del tiempo se fue desvirtuando convirtiéndose mas en un medio de control corporativista que una defensora del derechos laborales.
Al inicio, las planillas cetemistas quisieron hacer de las suyas tratando de inclinar la balanza a su favor mediante actos de intimidación y violencia, presencia de personas ajenas al sindicato en el proceso electoral interno y evitando el resguardo las actas, listas y boletas de votación, entre otras irregularidades, mismas que motivaron que el proceso electivo fuera suspendido y se solicitara la intervención de otros agentes.
Posterior a ello y ya con la intervención de los agregados laborales de Estados Unidos y Canada, que forman parte del TMEC, fue como se logró que el INE y la OIT participaran como organizadores del proceso y observador internacional, respectivamente, logrando resultados muy distintos a la que los trabajadores estaban acostumbrados. En esta ocasión que sí hubo elecciones limpias, transparentes y el ejercicio pleno del voto directo y secreto, la CTM quedo fuera.
Lo anterior, pone como contexto un nuevo momento en el sindicalismo mexicano en el que todavía habitan liderazgos obsoletos que mantienen coptados esos organismos, haciendo de ellos betas de dinero para uso personal, enriqueciéndose a mansalva mediante negocios turbios y a costa del sacrificio de millones de trabajadores que, de ninguna manera se sienten representados.
De acuerdo a un estudio de Corona y Molano en el que se hace un análisis con los registros administrativos del Inegi en las Juntas de Conciliación y Arbitraje, da cuenta que los litigios liderados por un sindicato en defensa de trabajadores que buscan liquidación por despidos injustificados han tenido una tendencia a la baja durante las tres décadas. Esto, dicen los autores, “es simplemente el reflejo de algo que los mexicanos ya sabíamos: la mayoría de los sindicatos ya no representan fielmente los intereses de los trabajadores.”
Por lo anterior, el caso Silao es un precedente importante en la reconfiguración del mundo laboral en México, muestra una ventana de oportunidad para acabar de una vez con esos seudo liderazgos, que no garantizan la protección de los derechos de sus agremiados y representan cotos de poder político que se corrompe y corrompe.
Ya son varias las voces que claman por un cambio verdadero y por la materialización de lo que todavía es un texto constitucional como la democracia sindical. Ahí esta el sindicato de PEMEX donde sus trabajadores han señalado reiteradamente la necesidad de hacer efectivos los principios constitucionales para llevar a cabo elecciones libres y transparentes.
Ahí esta también la agrupación el Movimiento Nacional por la Transformación Sindical que durante años ha estado pugnado por que se hagan efectivos nuevos estatutos electivos que hasta ahora siguen amañados por parte de sus representantes y que les garantiza la permanencia de sus actuales dirigentes.
Y como esos hay muchos más, tanto de sindicatos públicos como privados que siguen a la expectativa de tener una oportunidad de quitarle la representación a falsos dirigentes que solo se han aprovechado de ellos y han sacado raja de los beneficios que les da el poder.
Es tiempo de que las autoridades y los tribunales laborales hagan eco de este reclamo y obliguen a los líderes actuales a someterse a elecciones limpias, donde no intervengan adecuando estatutos, financiando a candidatos afines con dinero publico, o haciendo uso de subterfugios legales para seguir en un poder que deben someter a revisión.
Si el presidente ya esta dando muestras de lo anterior con la propuesta para la revocación de mandato, ¿Por qué tendríamos que concederles el beneficio de la duda a estos viejos “liderazgos sindicales” que en nada abonan al nuevo modelo de democracia sindical que se ha propuesta la cuarta transformación?

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