28 de marzo de 2024

Cascajo: La Feria

Sr. López /GMx

De tío Tacho (Protasio), de los de Autlán, una vez contó la abuela Elena que anduvo ocho años en la Revolución, sin que nadie supiera si vivía o había muerto y a su regreso se encontró con que su rancho -que dejó encargado a un compadre suyo-, estaba a nombre del otro y que su esposa, tenía un hijo de seis, otro de cuatro y uno de pecho, vivos retratos de su compadre. En un tris arregló todo el tío, sin un grito: -¡Ah qué usted, compadre! -desenfundando el revólver-, el rancho me lo devuelve ahorita -amartillando-, con el mismo ganado que lo dejé más lo parido, pues ni modo que el semental se haya vuelto capón; y de mi mujer, como ya es suya, llévesela, a ver qué le dice mi comadre -pues sí, decía la abuela, recuperó lo suyo y lo que ya no era suyo, pues no. Historias de rancho.

Seguro nuestro actual gobierno federal, el transformador, tiene la receta secreta para burlarse del tío Sam. Seguro.

El gobierno de EU ha dado inicio a la primera fase rumbo a un panel de solución de controversias en el marco del T-MEC, por su desacuerdo con la política energética de nuestro gobierno.

El Presidente de nuestro país, comentó ayer el asunto en su madrugadora: “No va a pasar nada, pero ya se están frotando las manos hablando de que ahora sí (…) Vamos a terminar con eso de que nos van a llamar a cuentas para que expliquemos la política energética de nuestro país, (que) nos tiene muy preocupados, a ver si consigues a mi paisano Chico Che y ponemos ‘Uy, qué miedo’ y la ponemos”.

Y la pusieron: ‘¡Uy, qué miedo!, mira como estoy temblando/ ¡Uy, qué miedo!, mira como estoy temblando’, y esa fina poesía interpretada por el representante de nuestra más selecta cultura (Díaz Mirón y López Velarde, se revuelcan de envidia en sus tumbas), la usó el Presidente para mandarle recado al gobierno de los EU: le dan risa, sí señor. Y los ahí presentes rieron, cómo de que no, si el Presidente empezó.

Canadá es parte del T-MEC y le hizo segunda al gobierno de Biden y también nos lleva al proceso de resolución de disputas que prescribe el tratado para que si no se arreglan las cosas por las buenas, iniciar el panel de solución, integrado por tres o cinco de entre los 30 especialistas registrados internacionalmente para integrar este tipo de paneles. Si fueran tres, México escoge uno, otro el gobierno que reclama y el tercero al azar. No se necesita ser sabio para entender la minoría que tendrá México en el panel.

Todo el proceso de pleito civilizado, está detallado en el T-MEC a petición de nuestro gobierno. México tiene 30 días para aceptar programar las pláticas que pueden durar 75 días al término de los cuáles, si no hay arreglo, inicia el panel de controversia que puede durar al menos un año. Si el panel da la razón a Canadá y los EU, México será sancionado económicamente y en plan dramático, se puede deshacer el T-MEC (cosa casi imposible pero posible).

La seguridad del Presidente de nuestro país, tal vez obedezca a una confusión: en el T-MEC México mantiene su soberanía y propiedad del petróleo, como dicta la Constitución, y puede legislar en la materia, peeero por supuesto, sin alterar los términos y compromisos firmados en el tratado. Y el trato preferencial que se pretende dar a Pemex y CFE, va contra la competencia económica abierta que se pactó con los inversionistas y empresas que participan en eso.

Los que dicen que saben de esto, hablan de que a México le puede costar 30 mil ó 40 mil millones de dólares en sanciones (entre 600,000 y 800,000 millones de pesos, para que se haga una idea de la cifra sideral que está en juego), aparte de las indemnizaciones que pueden pedir las empresas de EU y Canadá perjudicadas, lo que pondría a nuestro país es una situación desesperada.

¿Desesperada?… con no pagarles nada, dirá uno de los sonrientes oyentes del Chico Che. Pues sí, pero entonces, Canadá y los EU, impondrían aranceles a nuestras exportaciones, una tarifa, un impuesto, en resumidas cuentas un sobrecosto que dañaría nuestra capacidad exportadora. Van a pagar el chistecito tomateros, aguacateros, limoneros, empresas automovilísticas, y todos a los que les impongan aranceles.

¿México puede afrontar tal consecuencia?… no… ¿y si nos salimos del T-MEC?… ¡ah, bueno!, sí, eso se puede, pero sería peor porque entonces todo pagaría aranceles, todo, y reventaría nuestra economía, el país entero se iría al caño.

Dejando de lado al Canadá, solo revisando respecto de los EU, piense que el 85% de nuestras exportaciones son hacia los EU y nuestras principales importaciones son de allá, a los EU compramos, entre muchas otras cosas, gas, gasolina, granos y los insumos indispensables para nuestra industria. Es imposible la viabilidad de la economía de México sin los EU. ¿No le gusta?, a este López tampoco, pero esa es nuestra realidad y con la realidad es mejor no discutir.

Si el tío Sam se pone trompudo, sin esperar pláticas ni paneles, podría nada más dilatar, ponerse pachorrudo, con sus exportaciones de gasolina y gas a México, lo que nos paralizaría, porque nuestras reservas de combustibles son de una semana y las de gas, menos. Estamos al día.

Claro que a los EU no les conviene una guerrita comercial con México, pero es más cierto que no se van a tragar la humillación al ritmo de las coplas del Chico Che, con coros del Salón Tesorería de Palacio Nacional. Eso no va a pasar.

¿Qué beneficio puede recibir México de esto?… ninguno y ya desperdiciamos la oportunidad inmensa de recibir a las empresas e inversiones que los EU quieren sacar y están sacando de China. El daño está hecho. ¡Ah, pero qué bonito se siente echar habladas a 3,870 km de la Casa Blanca! (distancia entre la CdMx y Washington).

Si el Presidente de nuestro país está apostando al tiempo y a que haya un cambio de Presidente en los EU, le tengo noticias: para estos asuntos da lo mismo quién despache en el Salón Oval y al revés, si el tío Sam aprieta, se hará realidad que esto sí fue un gobierno transformador, nos transformará la patria en cascajo.

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