21 de diciembre de 2024

LA FERIA: La cuidan o la cuidan.

Sr. López

Hay cosas que de alguna manera se convierten en intocables, por ejemplo, el Chapulín Colorado. ¡Ay! del impío que diga que le caía gordo el Chapulín Colorado, corre el riesgo de ser condenado al ostracismo.

Y con la democracia, lo mismo, al menos en el discurso, entre políticos, intelectuales, académicos y líderes, la democracia es sagrada, con democracia todo es posible, la democracia es la panacea, el remedio para todo y si no remedio, al menos el camino para encontrar remedio a los problemas sociales y políticos.

Al decir democracia, no poca gente piensa solo en la libre elección de los gobernantes, lo que es una parte de la democracia y no la más importante porque el régimen democrático es lo que hace la diferencia en la calidad de vida de las personas.

Por eso conviene distinguir entre la democracia electoral y el régimen democrático que a fin de cuentas es el régimen de Derecho, el que aplica de manera igual a todos, las mismas leyes.

Pero la experiencia prueba que la elección más democrática de un gobernante, no es garantía de nada y no exorciza el peligro de que ya en el poder, se transforme en autócrata, en dictador. Casi da pena repetir que Adolfo Hitler llegó al poder democráticamente… y ya ve. Y acá en nuestro continente, Hugo Chávez, también… y deshizo a la otrora gran Venezuela en la que había problemas sociales, sí, pero también, libertad y régimen de Derecho, sin el penoso éxodo masivo que hoy padecen, huyendo del horror del chavismo encarnado en el patán Maduro.

La postura romántica es que “el pueblo” le para el alto a los dictadores, a los sátrapas. No es así. Cuando “el pueblo” se echa a la calle, se opone, exige y derroca al mal gobernante, atrás de ese “pueblo” hay siempre grupos y organizaciones que lo convocaron, coordinaron y financiaron.

La Revolución Francesa fue posible gracias a la inmensa metida de pata del ministro de Finanzas del rey Luis XVI, Charles-Alexandre Calonne, quien quiso arreglar la monumental deuda del Estado francés, convocando a la Asamblea de Notables (en 1787) para implantar una reforma financiera que cargaba sobre los aristócratas, contribuciones que no aceptaron; se puso terco el Rey, los aristócratas le echaron la gente encima (1789), los masones vieron que era la suya y ya luego tuvieron su festival de decapitaciones; el pueblo solo no hubiera alzado una ceja, no podía.

En el México de ogaño (el de hoy, pues), si para algo ha servido el gobierno de la Cuarta Transformación, ha sido para probar la solidez de nuestras instituciones. Contra iniciativas de reformas constitucionales cuestionables y contra decretos de leyes ilegales, lo que hemos visto es que a fin de cuentas, sí contamos con una robusta división de poderes con un Congreso que no ha aprobado reformas a la Constitución, resistiendo todo el peso del inmenso poder presidencial; y con una Suprema Corte que ha invalidado leyes y decretos que atentaban contra la Constitución. Aparte y cuando hizo falta, organizaciones civiles vigorosas, organizaron y sacaron a la calle por todo el país, a muchedumbres en defensa del INE, apenas en febrero pasado.

Los gobernantes que llegan democráticamente al poder y luego consiguen torcer la ley para transformarse en tiranos, lo logran por cobardía de los integrantes de los otros poderes, como -otra vez-, fue el caso de Hitler que sin tener mayoría en el Parlamento alemán, el Reichstag, los acosó e intimidó hasta que el 23 de marzo de 1933, le aprobaron la Ley Habilitante que concentró en él todos los poderes para que a sus anchas pudiera gobernar por decreto, como Dictador.

También hay los que se imponen por la fuerza dando un golpe de Estado, extremo hoy por hoy, imposible en México dada no tanto la lealtad de las Fuerzas Armadas a las instituciones, sino su posición privilegiada que no tienen por qué arriesgar secundando a una persona que a fin de cuentas, sin su apoyo cuenta solo con seis años en el poder, en tanto que los militares siguen y siguen y siguen (y ahora, menos que nunca, viendo la inmensidad de concesiones y privilegios que les ha otorgado el Presidente al que parece obsesionarlo el temor a perder el apoyo del ejército).

Como sea, el país se dirige a unos comicios generales en 2024 que se realizarán el 2 de junio próximo, dentro de 10 meses y 6 días, ya a la vuelta de la esquina.

Contra lo que tanto dijeron algunos destacados comentócratas, la oposición no estaba dormida, lo que sucede es que solo en la cabeza del Presidente, cabe la idea de anticipar tres años la campaña presidencial que inició el 5 de julio de 2021, lo que es como empezar tres kilómetros antes la carrera de los cien metros planos.

Mucho desgaste inútil.Mientras, la oposición, de repente apareció con una propuesta de gobierno de coalición, aliada a organizaciones civiles en un Frente Amplio por México, con un método complicado de selección de su candidata (o) a la presidencia, pero que así, significa que no serán las cúpulas partidistas las que decidan la cosa, sino la gente que libremente se inscriba en el proceso para votar quién será su candidata (o) presidencial.

No suena mal.Y apenas el 27 de junio pasado, hace 30 días, apareció Xóchitl Gálvez, de golpe, sin avisar, para sorpresa de los partidos opositores del Frente, para sorpresa del Presidente, para sorpresa de sus corcholatas, para sorpresa de Morena y rémoras, la señora anunció que va por la presidencia de México y la reacción general fue de júbilo y apoyo popular.

¿Por qué?… lo ignora este menda, así somos.Ante los hechos, el Presidente que de esto de las elecciones y las campañas algo sabe, entendió que doña Xóchitl sí es un peligro para sus planes sucesorios y de inmediato reaccionó como siempre, sin respeto a nada, sin estilo, atacándola, calumniándola.

Luego salieron unos espontáneos alertando que la vida de la señora corre peligro dados los ataques presidenciales.

Mal asunto suponer semejante barbaridad. Pero buen asunto considerando que ahora la cuidan o la cuidan.

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