Sr. López
Un derecho elemental es que cada quien haga en su casa lo que le venga en gana; claro
mientras no ponga música a un volumen que despeine al vecino o tire tanta basura en su traspatio que atraiga osos de Canadá. Igual cuando uno observa las costumbres de otros países, las prácticas de sus gobiernos, no queda más que alzar los hombros y pensar: que Dios los bendiga, muy su casa
mientras no afecten al vecindario, se entiende.
Ayer, nuestro Presidente declaró en su madrugadora que anda pensando reclamarle a Joe Biden
para no poner palabras en su patriótica boca, se lo transcribo:
Si es necesario se lo voy a plantear al presidente Biden, porque toda la campaña en contra nuestra está siendo financiada por traficantes de influencias de México (
) y también por el gobierno de Estados Unidos, que les da dinero a estas asociaciones, como la de Claudio X. González y otras, esa es una actitud injerencista.
Imagínese a Biden hablando por teléfono con Putin -sobre los amagos rusos de guerra en Ucrania-, y que uno de sus asesores le pasa una tarjeta avisándole de la queja de nuestro Presidente:
-Perdona, Vladimir, voy a cortar, me salió algo, luego te llamo
sí, seguro
mientras, no vayas a echar bombas atómicas
no, yo tampoco
sí, te llamo, no te preocupes y de inmediato, Biden pide que cancelen su agenda del día, le avisan que en la otra línea está Xi Jinping y con gesto de fastidio, hace seña de que no está, primero, lo primero: -¿Qué pasó, qué le hicieron a Andrés Manuel?, a ver, que venga el equipo de Seguridad Nacional, el Departamento de Comercio, el Departamento de Estado
¡pero, rapidito!… por cierto (by the way), ¿ya compraron la tonelada de chocolate Rocío que les dije?… ¿no?… ¡carajo! (fuck)…. ¡ya, ahorita!
Por supuesto el gobierno de los EUA no es de fiar cuando de cuidar sus intereses se trata, por supuesto que no. En América Latina, nada más del siglo XX a la fecha, han intervenido (invadido; financiado, organizado, apoyado golpes de Estado; o impuesto presidentes), en Colombia (1903); Haití (1915); República Dominicana (1916); México (1917); Nicaragua (1926); Guatemala (1954); Guatemala (1960); Cuba (1961, lo de Bahía de Cochinos); Panamá (1964); Brasil (1964); República Dominicana (1965); Guatemala (1967 a 1969, bombardeos); Chile (1973); Argentina (1976); El Salvador (1980 a 1990, apoyo militar al gobierno); Nicaragua (1981 a 1988); Haití (1994); Haití (2004, se traen entre ojos a este pobre país); y de 1975 a 1980, la Operación Cóndor en Sudamérica. Sí, el tío Sam, no es de fiar.
Sin embargo, señalar en 2022 que los EUA están financiando una campaña en contra del gobierno de México es como asegurar que la patrona de la casa está gastando en una campaña de descrédito de la
¿cómo se dice?, sirvienta ya es políticamente incorrecto y criada peor, de la empleada doméstica, pues. Ni un peso se gasta, la corre y ya.
No dice su texto servidor que México sea la criada del tío Sam, no, pero sí afirma que si los EUA quisiera reventar al gobierno lo haría sin gastar un dólar: recuerde la amenaza de aranceles del patán del Trump (se oyó hasta Washington el tronido de espaldas desde Palacio, cuando se doblaron ante las exigencias de Mr. Clairol). Imagine que no nos bloquearan nada más el aguacate (por una amenaza telefónica a UN empleado de ellos), sino que impusieran medidas coercitivas a todo el sector agroindustrial mexicano hasta que cumplamos con los términos del T-MEC; que le metieran freno a las remesas (una por una, para verificar que no sean de dinero ilícito); que sellaran su frontera para impedir el paso de migrantes; que nos declararan Estado terrorista (a nombre de sus cien mil muertos anuales por fentanilo mexicano), para aplicarnos restricciones financieras y hasta imponer un bloqueo de combustibles (México importa buena parte de las gasolinas que consume, paralizarían al país, sería el caos).
Sí, si el tío Sam estuviera en plan de sabotear al gobierno de la 4T, ya lo hubiera hecho talco, sin importarle un comino las consecuencias que sufriríamos los mexicanos, ni sus propios empresarios. Es así su modo. Siempre ha sido igual.
A los EUA les resulta más barato llevar la fiesta en paz con México y los beneficia mucho (muchísimo), tenernos integrados al bloque económico de Norteamérica (con el T-MEC). No están en plan de desestabilizar a nuestro gobierno.
Pero lo anterior no quita que sí hay en los EUA cada vez más políticos de peso y legisladores, que descaradamente echan pestes contra la 4T. Ayer mismo, en una audiencia en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el senador Ted Cruz, dijo:
López Obrador (…) usó su conferencia de prensa matutina para intimidar a uno de los periodistas de más alto perfil de México, Carlos Loret de Mola, presentando información financiera privada y pidiendo a las autoridades que lo investiguen (
) parece estar permitiéndose abusar del poder (
) el acelerado deterioro de las instituciones mexicanas y el estado de derecho con López Obrador es una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos. Hoy presioné a la Administración (de EUA), por la necesidad de hacer más para parar y revertir esta mortal tendencia. ¡Zaz!… ¿y a él qué le importa?… pues le importa. Y a continuación el Subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, un tal Brian Nichols, declaró tan fresco:
Es crucial para nosotros redoblar nuestros esfuerzos para proteger a los políticos, periodistas, miembros de la sociedad civil. Es vital y hablamos de eso con nuestros colegas mexicanos todo el tiempo. ¡Áchis!… ¿con qué autoridad?… bueno con ninguna, pero vaya usted a reclamarles.
Por más mal que estén los gringos, por más gordos que nos caigan cuando tientan en mal lugar a La Patria (ya sabe qué señora), es responsabilidad de nuestras autoridades no darles razones para que anden de metiches.
Y no es tan difícil, basta con respetar la ley y dejar de gobernar al ritmo del chachachá
¡vacilón, qué rico vacilón!