SR. LÓPEZ
La prima Toñita era guapa de dejar burbujeando en hervor el asfalto al cruzar la calle. Así de guapa. Uno del pueblo, vago y de mala vida -de escandalizar a Juan Charrasqueado-, se encaprichó con ella y era una tortura la serenata diaria con que la obsequiaba. Toñita, sabiendo cómo resolvían esos asuntos su papá y sus cinco hermanos varones (de los de Autlán, todos con Colt cañón 118 mm, calibre 11.43; de esa gente que donde ponían el ojo, ponían la bala), propuso al execrable pretendiente que si se ponía a trabajar ya hablarían, a condición, claro, de suspender la tortura de las serenatas. Pasó una temporada sin mariachis a deshoras y parecía que ante la aterradora condición de tener que trabajar, el gañán había dejado la cosa por la paz, pero regresó con un puñado de papeles con que probaba haber solicitado empleo en el pueblo entero y rancherías cercanas, sin ningún éxito lo que en su lógica cavernaria equivalía a haber cumplido su palabra, por lo que a Toñita tocaba aceptar que la pretendiera. Toñita, digno retoño de su familia, se alzó la falda, el patán se entusiasmó, pero poco le duró el gusto al ver que la hermosa doncella desenfundó su revólver (sí, ella también portaba), amartilló el arma y le advirtió: -La próxima vez que te vea, te pongo un tiro en la frente, los otros seis balazos ni te vas a enterar donde te los dieron mi papá y mis hermanos, ¿quedamos? quedaron.
Ahora los políticos hablan en tiempo futuro. Antes eso estaba muy mal visto: decían lo que ya habían hecho y en todo caso, lo que estaban haciendo (aunque se evitaba el tiempo presente por lo que implicaba de logro pendiente; pero en futuro, nunca hablaban).
Nuestro actual Presidente ha hecho unas cuantas promesas desde su larga campaña y en su toma de protesta al cargo. Correcto. Se entiende, apenas estaba montando en su caballo.
Pasado un año no parece una imprudencia hacer un repaso de cómo honra su palabra nuestro titular del Ejecutivo, aceptando por supuesto que habrá siempre promesas que resulten imposibles de cumplir ya al tanto del estado que realmente guardan los asuntos nacionales, a condición, claro, de que así se manifieste: Esto, aquello y lo otro, no será posible de realizar, pues la situación es esta, aquella y esa otra (pero diciendo la verdad, claro).
No es el caso. Nuestro Presidente porfía en que todo habrá de hacer. Y hay cosas que ya empiezan a deslizarse rumbo a los terrenos de lo cómico. Unos ejemplos:
- La venta del avión presidencial. Para empezar el avión no se puede vender, no es propiedad de México, pues se está pagando en abonos (Sedena lo adquirió por arrendamiento financiero a Banobras en un total de 5 mil millones de pesos, mdp), ya se han pagado (aprox.) 1,162 millones de pesos. El precio en que se puede traspasar el contrato de arrendamiento (que no vender el avión), lo determinó la ONU en 2,877 mdp (no es un vocho de particular a particular), y si alguien adquiere el contrato de arrendamiento financiero, Sedena queda debiendo 1,174 mdp a pagar a Banobras ya sin avión, porque el contrato se cumple, o se cumple. A eso, sume usted lo que nos están costando los vuelos en línea comercial del Presidente y su claque, más el millón mensual que nos cuesta tenerlo estacionado fuera del país, en lugar de en su hangar en la CdMx (del libro de terror, Misterios de Macuspana, capítulo LXIX). Y no hay interesados en comprar un jet usado. ¿Ventajas de todo esto?: ninguna. ¿Desventajas?: poner en riesgo al Presidente, poner en riesgo a los pasajeros civiles, y perder dinero, mucho dinero, por la dicha inicua de que nuestro Presidente sienta que es uno más (y no es uno más: es nuestro Jefe de Estado y de Gobierno, Mando Supremo de nuestras Fuerzas Armadas).
- Sacar a las dependencias y entidades federales de la CdMx no han movido ni una, cero, puras habladas. Si lo hacen van a desmembrar al gobierno federal y dislocar a miles de familias y van a gastar una cantidad sideral de dinero.
- Rehabilitar las seis refinerías y construir la de Dos Bocas sin comentarios. Dos Bocas es un monumento a la necedad. Hay varias refinerías en venta (a menor precio y funcionando), en los EUA. Bien podrían comprar una, ahorrar millonadas y usarla para refinar nuestro petróleo (por cierto: si están en venta es porque ya no es tan buen negocio… habían de pensarle, digo. Como sea: ya se inundará y dirán que fue un sabotaje fifí).
- Impedir para siempre violaciones al estado de derecho, los fueros y privilegios (casos prácticos de estudio: 74% de compras y contrataciones sin licitación; cambio de ley para nombrar a un extranjero al frente del Fondo de Cultura Económica el forjador de la frase célebre: se las metimos doblada-, la licencia de manejo falsa para mantener presa a una señora acusada de un delito que no alcanza prisión si fuera culpable; y como éxtasis húmedo, el caso Bartlett que no es concubino de su concubina porque tienen cada uno su dirección para recibir correo).
- Cancelar todos los fideicomisos que según el Presidente, sirven para esconder fondos públicos, evadir la ley y la transparencia. No se ha cancelado ni uno. Hacienda los analiza para saber qué chihuahuas inventa, pues son importantes y forman parte de las instituciones financieras nacionales. No son enchiladas, son instrumentos que custodian fondos públicos. Ponerse de echador es refácil.
Y aparte de otros muchos detallitos pendientes de hacer realidad (ya informó nuestro Presidente que lleva cumplidos 78 compromisos de 100 ¿no cuentan todos los que hace en sus giras? no, parece que no), el tenochca simplex ya recoge del suelo las uñas para volverlas a morder, con asuntos como el aeropuerto de Santa Lucía que está en obra sin proyecto, sin autorización de las entidades que lo aprueban, aparte del trenecito Maya que fue aprobado con una consulta descalificada por la ONU y el corredor económico y comercial en el Istmo de Tehuantepec, idea de don Porfirio Díaz, que de puro gusto se revuelca en su tumba.
