23 de noviembre de 2024

¡Qué necesidad! : La Feria

Sr. López

Vamos llamando a las cosas por su nombre: la invasión rusa a Ucrania es una agresión injustificable, infame e inhumana. Tiene nombre y apellidos el causante directo de semejante barbaridad: Vladimir Vladimirovich Putin, quien no podrá jamás justificar sus brutales decisiones por más razones estratégicas y de geopolítica que tenga, dados los acercamientos hacia Ucrania de la Unión Europea y la fuerza armada multinacional OTAN encabezada por los Estados Unidos.
Queda para el análisis puramente especulativo y del todo inútil, qué hubiera pasado sin esta agresión a Ucrania. ¿Hubiera podido Rusia impedir el cerco militar que le estaban imponiendo desde Europa con la OTAN?… nunca lo sabremos, pero es de dudarse: entre las naciones hay cosas que solo se resuelven a balazos, sin que se resuelvan, pues solo se trata de que uno derrote a otro y quede a la espera de que se la cobren en cuanto sea posible.
Como sea, no es la primera que hace el Putin, el 26 de agosto de 1999, dio inicio a la segunda guerra chechena que duró 10 años y terminó con un sonoro triunfo para los intereses de Rusia, con la creación de la República Chechena de Ichkeria, bajo el control ruso. Y no hubo llanto y crujir de dientes de las potencias europeas ni del tío Sam. Tampoco cuando el oso ruso se zampó Georgia y Crimea. Ética selectiva, más bien, ausencia absoluta de eso que en política internacional solo es parte del gastado discurso que encubre los argumentos de fuerza, tristemente, los únicos valederos.
Y se insiste en que en estas cosas no hay buenos contra malos, haga usted favor de recordar la invasión a Irak, de parte del tío Sam, con la excusa de que ese país tenía armas de destrucción masiva que ponían en un brete la seguridad de los EUA… y resultó que no tenían ni resorteras. “Qué pena pero, ya los invadimos”.
Dicho eso, debe agregarse que no se avizora un final feliz para Ucrania en este conflicto. Muy difícilmente Putin, va a cejar en sus empeños y asumir una derrota militar que sería su tumba política. Quiere alejar a Ucrania de la Europa occidental, de los EUA, y lo va a conseguir al precio que sea.
Por otro lado, no deben desdeñarse las cifras que reflejan el horror de una guerra que se niega a aceptar la urgente necesidad cambiar de estrategia y enfrentar decididamente a su enemigo. Con la pena, pero así es la guerra, asunto de enemigos, nunca de amigos que lamentan antagonizar.
Aunque le parezca increíble y a pesar de la nula cobertura de los medios de comunicación internacionales, ya estamos hablando de un total superior a cien mil muertes, sí, más de cien mil cadáveres, que no han merecido protestas ante las embajadas de ese país en el mundo; también de cien mil desaparecidos; de 52 mil cadáveres amontonados en las morgues sin identificar; de restos óseos calcinados que solo pueden cuantificarse en kilos; de no menos de 5 millones de desplazados que han huido de su patria en búsqueda de seguridad y medios de vida. Y por parte de las autoridades, de una franca negligencia pues tienen miles de investigaciones abiertas, de las que prácticamente ninguna ha llegado a tribunales.
Así es la guerra y otro de sus más infames y tradicionales productos es el abuso, violación y asesinato de mujeres, de miles de mujeres cuyos casos tampoco se resuelven y ante las esporádicas protestas populares que se han presentado en el país, la autoridad ha respondido con desdén y hasta desprecio, atribuyendo a las protestas el ser motivadas al menos en parte, por los intereses de los Estados Unidos y de los enemigos de ese cada vez menos justificable régimen.
¿Qué?… no, no son cifras de la guerra en Ucrania, que con sus 352 muertos al domingo pasado, han causado sonoras manifestaciones en muchas capitales europeas y el más tajante repudio internacional y la aplicación de sanciones económicas, comerciales y hasta deportivas contra Rusia. Son cifras de México.
Es inexplicable que nuestros noticieros en la televisión abierta, estén dando una cobertura informativa tan intensa al conflicto en Ucrania, que hasta el momento, es un juego de niños comparado con lo que está sucediendo en México desde hace ya 10 años, empeorando (mucho), en los últimos tres.
Por supuesto se entiende que como Rusia cuenta con armamento nuclear, sea muy alarmante su enfrentamiento con la Unión Europea y los Estados Unidos, claro, pero eso mismo es lo que acota el conflicto al uso de armas convencionales. Rusia sabe, Europa sabe, los Estados Unidos saben que si empiezan a usar bombas atómicas, no va a quedarle hueso sano a ninguno y China quedaría como potencia hegemónica del planeta, pues se mantiene como testigo de piedra en este asunto del que solo cosas buenas pueden resultar para ellos: si el conflicto no escala al uso de armamento nuclear, una Rusia derrotada, financiera y comercialmente aislada, será su clientazo, a China eso no la afecta en nada y sí le quita un competidor en la arena mundial; Rusia triunfante tampoco perjudica a China, pues con mayor énfasis las potencias occidentales la aislarán y Rusia va a requerir sin excusas ni pudores de la industria de China, su comercio y de su banca… y si se llegara a un Armagedón atómico, China, la inmensa China quedaría intocada, enterita y lista para reconstruir al mundo (a buen precio).
Pero vale preguntarnos, en este lío ¿qué va a pasar con México?… bueno, mire usted, si nos mantenemos como aliados incondicionales del socio que no acepta condiciones y al que no se las podemos imponer, no pasará nada, aparte de las incomodidades económicas inevitables… claro, mientras no vaya a darse alguna declaración un poco fuera de foco que irrite al renegrido tío Sam, por ejemplo, lo que ayer declaró nuestro Presidente.
“No vamos a cerrar el país. Esto también lo digo porque ayer el secretario de Turismo dio a conocer que hay una relación con una aerolínea rusa (Aeroflot) y lo empezaron a atacar en las redes. Que se sepa que nosotros no nos vamos a cerrar a ningún país”.
¡Pero, qué necesidad!

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