SR. LÓPEZ
Usted no se acuerda porque es muy joven, pero los que vamos en el grupo puntero en el deporte de acumular años, recordamos que antes, al inicio de la celebración de la misa, todos parados recitábamos en latín el Confiteor (Yo pecador); de niño este menda, no entendía nada excepto la divertida parte que decía: Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa, aunque luego se vino a enterar que mea significaba mía y perdió su chiste el rezo ese.
Como sea, este es un buen día para repetir mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa ¡cómo nos atrevimos a creer esa barbaridad de que cancelar el aeropuerto de Texcoco cuesta al país 331,995 millones de pesos!
Lo creímos aun cuando de inmediato dio la voz de alarma, advirtiendo que era una cifra equivocada, un reputado licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM, muy estudioso él, tanto que de las 39 materias de la carrera, 16 las pasó en examen extraordinario (los maestros decían ¡extraordinario!), y nomás por amacizar conocimientos, repitió Economía, Interpretación de la Historia, Ciencia Política y Estadística; sí, damas y caballeros, nuestro hoy Presidente sabe de lo que habla, no en balde dedicó 15 años a reafirmar lo aprendido para titularse con un promedio de 7.54% (que si fuera encuesta equivaldría al 75.40%, por si le parece poco).
Más imperdonable es haber creído ese bulo de los 331 mil millones, nomás porque lo dijo un tal Agustín Caso Raphael, pelagatos disque Auditor Especial de Desempeño de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), al parecer licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), con Maestría por la Escuela del Servicio Exterior de Georgetown University; profesor Titular de Historia del Análisis Económico también en el rascuache ITAM; Premio Nacional de Economía 1976; con 50 años de experiencia profesional en las Secretarías de Energía, Gobernación y Hacienda; la Conasupo, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, Banco de México, Banamex, Pemex y el Instituto de Acción Urbana e Integración Social (AURIS). De verdad: ¡cómo se atrevió a decir que su suma daba eso!… de veras ¡cómo hay gente!
Fuimos tan imprudentes al creernos que eso costaba cancelar el aeropuerto, que ni siquiera tomamos en cuenta para fundar una patriótica sospecha, el hecho de que para saber lo mal que estaba ese pérfido cálculo, el Presidente no necesitó ni leer la auditoría. Así de claro está lo equivocado de esas cuentas. Necio que es uno.
Y lo que de plano ya no tiene perdón de Dios, es haber olvidado que ya hace mucho el siempre certero Jiménez Spriú, siendo secretario de Comunicaciones y Transportes, nos había informado que cancelar el aeropuerto de Texcoco costaría menos de 100 mil millones de pesos (mdp), para precisar en conferencia de prensa del 28 de agosto de 2019, que el chiste había salido en solamente 75,223 mdp por obras realizadas y gastos no recuperables de los contratistas, mencionando de pasadita que había otros 4,200 millones de dólares de bonos colocados en el extranjero, a pagar en 19 años. O sea, don Jiménez aceptó que la cosa andaba en 159,223 mdp (75,223 mdp más 84,000, calculando el dólar a 20 pesos) casi 60% más de los cien mil que dijo primero, ha de ser el margen aceptable de error de la 4T.
Como sea, todos recordamos que ya sabido de parte del Presidente de la república que estaban mal las cuentas del aeropuerto, de inmediato el ciudadano que responde al nombre de David Colmenares Páramo, quien se desempeña como auditor Superior de la Federación, aceptó que había inconsistencias en la metodología y formó un ameno grupo para revisar las sumas. Muy bien. También le quitó esa auditoría al que la hizo, el tal Caso Raphael. Bueno.
El caso es que don Caso se presentó antier ante los diputados integrantes de la Comisión de Vigilancia de la ASF quienes lo citaron para pedirle cuentas y se las dio, aclarando primero que si la auditoría se hace con otra metodología el resultado será diferente (¡ah, mira!), pero, terco, impenitente, relapso, reiteró que sus cifras no están mal y que en su sumota incluyó lo erogado para hacer ese aeropuerto de 2014 a 2019 (claro), más el cálculo de costos adicionales, que son los gastos pendientes de liquidar (por supuesto); en resumen: 163,540 mdp erogados hasta 2019 y 168,455 mdp de costos adicionales (suma los 331,995 mdp que el Presidente sabe que no son, aunque sí sean, pero no deben ser al menos para los patriotas que no quieren sabotear la Cuarta Transformación que debe ampliarse de manera urgente para incluir la transformación de la Aritmética); y conviene insistir en que esos costos adicionales incluyen el pago de los bonos que ahora hay que cubrir con dinero del erario, no como antes que se pagaban con lo que produciría el aeropuerto (¡ni que fuera para tanto!, exclama el coro chairo).
Los conversos a la verdadera fe de la 4T saben que no hay cuenta que valga ni que esté por encima de la palabra presidencial. Sí, esos bienaventurados al recibir la gracia redentora de la 4T, aceptan sus mandamientos y saben que no deben oír a la ASF, víbora que induce a pecar, a comer el fruto del árbol del bien y del mal.
Los que no se han convertido, se quedan entrecerrando los ojos, extrañados por el empeño en desacreditar a una institución mexicana reconocida mundialmente. Nada menos el 6 de enero de este año, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que se integra por 37 países, emitió un reporte en el que dice: la Auditoría Superior de la Federación puede continuar posicionándose como una referencia entre las Entidades de Fiscalización Superior de los países OCDE y como modelo para las entidades de fiscalización superior de las entidades federativas de México.
Puede parecer poquita cosa lo anterior pero nuestra ASF para la OCDE, es referencia para los países que la integran, entre ellos, Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Suecia, Francia, Japón ¡poquita cosa!