Sr. López
Como bien sabe todo mundo, en el béisbol no importa cómo vaya el marcador, hasta que cae el último out se puede cantar victoria y no son raras las volteretas; es un deporte interesantísimo en el que cuentan igual las habilidades físicas que la inteligencia. En mala hora es el deporte favorito del Presidente, pues al paso del tiempo se hace cada vez más obvio que gobierna como se juega al béisbol: esperando en las últimas entradas, llenar varias veces la casa, pegar varios home runs y ganar holgadamente. Lástima que gobernar se parezca más al ajedrez, juego en el que es imposible remontar, por lo que los buenos ajedrecistas prefieren rendirse, antes que seguir hasta el fin haciendo el ridículo. Acuestan su rey, le dan la mano al contrincante y la gente aplaude. Mejor.
Sabida es la decreciente capacidad de indignación del tenochca simplex. La razón es lo de menos. Los gallardos integrantes del peladaje nacional tenemos la conciencia más que adormecida, en estado catatónico. Y no se confunda usted, los escándalos que casi diariamente salpican las noticias nacionales, solo prueban que nos gusta el chisme, pero no causan una reacción social que cambie el curso de los acontecimientos ni los gobiernos. Todo sigue igual, no importa el tonelaje del escándalo de moda.
Acaba de hacerse público algo que en cualquier país lógico, serio, sensato (que son más de los que uno imagina), provocaría un repudio generalizado que haría tambalear al gobierno y obligaría a que la autoridad tomara urgentes medidas correctivas (y coercitivas), de gran calado. Hay cosas inaceptables, váyase enterando.
Se refiere este menda al hallazgo en bodegas de Tabasco de 100 mil piezas de medicamentos que se dejaron caducar. Ahí guardaditos los medicamentos mientras la gente brama reclamando por el desabasto
y peor, en Veracruz lo que hallaron en esas condiciones, fueron 884,822 cajas de medicinas ya vencidas (incluidas las que son contra el cáncer). Se dejó echándose a perder casi un millón de medicinas.
Ahora resulta que el Presidente tal vez tenía razón (o algo de razón), al decir que ya se habían adquirido los remedios pero alguien lo engaña o le da por su lado y nunca supo que no se distribuyeron, que no pudieron distribuirlas (por andar mandando a la congeladora a las empresas que antes lo hacían y lo hacían bien, disque porque eran corruptas).
Peor que no haberlos comprado, comprarlos, meterlos en bodega y olvidarse de ellos es peor. Descubrió este desaguisado la autoridad de salud federal, para que no vayan a salir con que no es cierto.
¿Qué sigue?… ¿juicios políticos en los respectivos congresos de esos estados, para proceder a un severo juicio por negligencia criminal de los secretarios de salud de esas entidades?… no
¿juicio político a los gobernadores por mensos?… no, la estupidez no es punible ni está tipificada. ¿Qué sigue?… nada. Pasarán unos días y el asunto se olvidará. Los enfermos, niños incluidos, padeciendo o falleciendo, a nadie importan, a nadie del gobierno y a pocos de la sociedad, aparte de sus deudos.
Si le parece que este tecladista exagera, se le recuerdan otros escándalos de este gobierno federal que no han movido la hoja del árbol:
Muertes por Covid 19: nuestras autoridades sanitarias reportan cerca de 324 mil defunciones, casi seis veces más que el escenario muy catastrófico mencionado por el tal López Gatell en Palacio Nacional, a principios de junio de 2020. Sí, pero eso no es el escándalo, sino que la Organización Mundial de la Salud, aseguró el 5 de mayo pasado, que en nuestra risueña patria suman 626 mil los decesos por coronavirus, casi el doble. Y a nadie incomoda que nuestro Ejecutivo insista en que el López Gatell es un orgullo, modelo de sabiduría y espléndido colaborador.
Homicidios: ayer, la secretaria federal de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, informó en la conferencia madrugadora del Presidente, que los homicidios dolosos han bajado 17%… cosa rara, pues la propia autoridad informa de un acumulado total en lo que va del sexenio, de casi 120 mil asesinatos, aproximadamente el triple que en el mismo periodo de Calderón, el doble que cuando Peña Nieto. Afirmar que los asesinatos van a la baja cuando han roto todo récord, debería bastar para que el Congreso por unanimidad exigiera la destitución de la señora Secretaria, pues las masas enardecidas impedirían hacer la vista gorda. ¿Sí?, pues no, ni ella ni su antecesor, don Durazo que de premio se fue de gobernador de Sonora. Ellos, todos, tan campantes en la mañanera y la gente en lo suyo.
Ante la atrocidad de estas montañas de cadáveres, dejemos para mejor ocasión los escándalos de corrupción que brincan a las páginas de la prensa de vez en cuando (con frecuencia irritante), así, ni quien se moleste por las casas de algunos miembros del gobierno o parientes del Presidente; porque van a traer otra vez médicos cubanos (a precio de oro); por la rampante corrupción en los programas sociales; o por la no-rifa del avión presidencial. Todo es poco ante la pila de muertos
y las decenas de miles de desaparecidos. Y no pasa nada.
De cualquier manera, suponiendo que nosotros los del peladaje ya tenemos anestesiada la capacidad indignación, sí debería reaccionar el gobierno ante el informe de que se les caducaron casi un millón de medicamentos
y no pasará nada.
Como usted no cree mucho, le aseguro que no sucederá nada ante esa noticia porque tampoco sucedió algo cuando el 8 de abril de este año, Latinus publicó que a través de una solicitud de información pública, supo que el IMSS dejó caducar 113 millones de medicinas, cosa que el Instituto desmintió aduciendo que hubo un error de conteo
¿y ya?… sí, ya. Y el Presidente dijo que era un sabotaje contra su gobierno.
Perdone usted pero ante algo así de grave esperaría uno algo más que un desmentido, digo, las gentes se siguen quejando por el desabasto y algunas son tan enemigas de la 4T que se mueren, nomás por moler.