23 de noviembre de 2024

Largas filas para pruebas de COVID-19 en la Ciudad de México

Claudia Rodríguez espera impacientemente, bajo los intensos rayos del sol, en una fila que da la vuelta a la calle para hacerse una de las pruebas de COVID-19 en un laboratorio privado de Ciudad de México.

Rodríguez intentó que le aplicaran la prueba desde hace dos días, cuando comenzó a presentar síntomas, pero nunca llegó a tiempo para alcanzar uno de los 50 turnos que dan en la sanidad pública a partir de las 09:00 h.

Después de mucha frustración, acudió a un lugar privado en donde gastará 500 pesos, “porque ya no queda de otra” y porque conseguir las pruebas gratuitas del Gobierno local “es un viacrucis”.

La mujer, de 53 años, no ha podido faltar a su trabajo pese a que sospecha que está infectada, y como muchos, necesita su prueba en mano para pedir incapacidad.

El caso de Rodríguez no está aislado, imágenes de filas interminables en toda la capital, en cuya área metropolitana viven más de 20 millones de personas, se ven por doquier.

Los datos justifican las escenas que se han visto en las últimas horas, el martes México registró 15 mil contagios diarios, la cifra más alta en cuatro meses.

Filas interminables
Tras las Navidades, los mexicanos han vuelto a ver cómo los casos comienzan a incrementarse sin control.

Para muchos vecinos de Ciudad de México, las pruebas gratuitas de la sanidad pública son su única opción para saber si están infectados.

Sin embargo, la demanda ha rebasado la capacidad de atención de los centros de salud.

Hasta el lunes, las autoridades capitalinas realizaban un promedio de 10 mil test diarios pero pronto decidieron duplicarlas e instalaron ocho nuevos módulos en centros comerciales.

Cerca de las 8 de la mañana, en una clínica pública en el centro de la ciudad, Ana Laura Soriano espera junto con una amiga que se sienta sobre una cubeta convertida en silla para esperar su ficha.

Ambas están formadas desde antes de las 6 de la madrugada para alcanzar uno de los 100 turnos de ese día. Ante la alta demanda el Gobierno capitalino decidió aumentar la capacidad de atención en cada clínica.

“Justo nos acaban de dar ficha, nos tocó la número 44, menos mal que madrugamos para que alcanzáramos”, contó mientras se escuchan varios estornudos más adelante.

Prácticamente al lado de la puerta de entrada, a punto de ser atendidos por los sanitarios, las personas relatan que han esperado desde las 05:30 h.

Farmacias y clínicas privadas para pruebas
No toda la gente corre con la misma suerte que Soriano y pasa a uno de los módulos en centros comerciales que instalaron las autoridades de salud de Ciudad de México, pero la historia se repite.

Cuando el reloj marca las 12:00 h, una hora después de que, en teoría, los sanitarios de los módulos comienzan a pasar a la gente para hacer las pruebas, Karime Luna derrocha impotencia y frustración.

“Son escasas las personas que alcanzan, hay gente aquí desde muy temprano, yo he intentado ya en siete lugares y no he logrado un turno”, se quejó.

Luna tiene síntomas claros de COVID-19, como tos, pero no puede faltar a su trabajo sin su resultado positivo, aunque es optimista: “No creo que sea (el virus)”.

Pero la gente que, como Luna, no logra conseguir una ficha termina en las farmacias.

En estos sitios una PCR puede costar más de 3 mil pesos, un precio inasumible para millones de mexicanos.

Carlos Alejandro Frías, de 69 años, espera junto con su familia en otra larga fila afuera de una farmacia que, a su vez, se entrelaza con otra fila en otra farmacia a tan solo unos metros.

“Yo no sé por qué pero siempre falla la organización (…) porque vas al Seguro y también hay filas, es el pan de todos los días en la ciudad”, se quejó.

Con información de EFE

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