30 de junio de 2025

La Feria: Tantita decencia

LA FERIA

Sr. López


Tía Tela (Estela se llamaba), se separó de su marido porque perdió unos calcetines. No piense que era una bruja, ni una exagerada. Largos años le aguantó llegadas tarde o días fuera, por cosas del trabajo, con ella sospechando lo que era cierto. Y llegar esa madrugada sin calcetines fue la gota que derramó el vaso. Se tardó.

La gota que derramó el vaso, decimos cuando algo rebasa el límite de lo tolerable. Los estudiosos han rastreado el origen de esta expresión hasta el Siglo de Oro, el español, claro, que por cierto, debería decirse Los Siglos de Oro, porque inició en 1492 (con la Reconquista, cuando castellanos y aragoneses, echaron de la península a los moros), y terminó, coinciden los más sesudos, con la muerte de Calderón de la Barca, en 1681… y sí fueron de oro, de auge político y militar muy grandes pero menores ante el florecimiento de la filosofía, la teología, el derecho, las artes y las letras, en lo que luego se llamó España (que hace muy bien en tomarse a cachondeo que nos pidan disculpas).

Este texto servidor de usted, rastreó la frase y la encontró dicha casi de manera idéntica, en un artículo anónimo del diario La Época (Madrid), fechado el 25 de agosto de 1889, que empieza diciendo: “Esta fue la gota que colmó el vaso: sin decir palabra alguna sacó el joven un cuchillo…”, y sigue el reporte de un crimen que parece escandalizó a muchos, entonces, en Madrid, que acá no hubiera dado ni para nota en páginas interiores.

Como sea, se supone que hay una gota que rebalsa el vaso, cosa cierta en física, que se aplica con no mucho rigor a situaciones al límite, en que algo causa la tremolina, los grandes remedios. Por ejemplo: que el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco de Austria y Sofía su esposa, el 28 de junio de 1914, desató la Primera Guerra Mundial, se dice que fue la gota que derramó el vaso. También que el 1 de diciembre de 1955, se inició en los EUA el movimiento social, general, contra la segregación racial, porque la señorita (negra) Rosa Parks, se negó en el autobús a ceder su asiento a un blanco, se la llevaron arrestada… y fue la gota que derramó el vaso. Será.

En el futuro, los historiadores amigos de esta metáfora de la gota y el vaso, van a tener un problemón con el México que estamos viviendo. Pensarán que el vaso era enorme pero igual, no saldrán de su asombro: acá parece que nada causa nada, que lo más esperpéntico, disparatado, absurdo, innoble o bárbaro, en el peor caso, da para unos pocos días en prensa. Van a pensar que tal vez los habitantes de este risueño país, en estos entonces, eran (somos), indiferentes a todo o una sociedad cínica, o muy desvergonzada.

Y lo pensarán. No lo dude. No en cualquier país hay 200 mil homicidios en seis años y 50 mil desaparecidos (o más), y el partido en el gobierno, el responsable de tamaño despelote, arrasa en las siguientes elecciones, como arrasó Morena en 2024.

No hay en el mundo un país en el que todos los proyectos insignia del gobierno en un solo periodo de gobierno, fracasen, resulten increíblemente más caros y se reserve la información para que no se auditen, y no se mueva la hoja del árbol.

No se sabe de alguna nación que supuestamente es una de las primeras 15 economías del mundo, en la que haya un desabasto médico que causa miles de muertes evitables, niñitos incluidos, y sus gobernantes puedan juntar multitudes que los aclaman.

Mire usted, nada más de ayer, a las afueras de Culiacán se encontraron 20 asesinados, entre ellos, cinco decapitados y otros colgando de un puente; ¿ardió Troya?, no, por más que toda la fuerza del estado en nueve meses no pueda meter orden en esa sola ciudad… Batman es de ficción, no existe.

Otra también de ayer: la Secretaría de Hacienda informó que los ingresos petroleros siguen cayendo, que de enero a mayo de este año, se han reducido el 23.8%; y tampoco nadie rezonga porque el gobierno insista en que Pemex es algo así como el himen patrio, aunque la empresa tenga deudas financieras por más 101 mil millones de dólares, aparte de deudas a proveedores por casi 22 mil millones de dólares… y no pasa nada, lo que importa es que el petróleo es nuestro… ajá, claro.

Y esto, de ayer, que de la temporada, están los bancos y la casa de bolsa mexicanos, que los EUA señala como lavadores de dinero del narco; lo del racho Izaguirre: la desfachatadamente tramposa elección de los ministros del Suprema Corte… y todos quietos.

Sí, no hay gota que derrame el vaso. Y si lo duda, entérese que ayer, la Presidenta de la república, tan fresca, para atajar los rumores de que el doctor Muerte, el tal López Gatell, se iba a la OMS representado a México, informó: “Es verdad, sí se va. Claro que sí, yo lo propuse, sin problema lo puedo decir con gusto”.

Ella lo nombró y lo puede decir con gusto.

Ella sabe que no importa que en la pandemia del Covid 19, bajo su responsabilidad como subsecretario de Salud, haya habido 807 mil 720 mexicanos que murieron por esa enfermedad, según Inegi; y que de esos muertos, 224 mil se pudieron evitar y resultaron del mal manejo de la pandemia, a decir de una autoridad enorme como la del doctor Julio Frenk; y por supuesto tampoco importa que el 30 de noviembre del 2020, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, en referencia a cómo el doctor Muerte estaba manejando esa enorme mortandad, declaró públicamente:

“La situación en México es muy preocupante. Cuando suben los casos y también las muertes es un problema muy serio y pediríamos a México que sea serio”; mucho pedir don Tedros, el López Gatell era el que le daba la razón en todo al que Señor de los Abrazos, que por eso, lo sostuvo y lo cubría de elogios.

Y allá va el doctor Muerte, le pese a quien le pese, que ya se vio que no perdieron un voto en el 2024, porque a la gente le importa un cacahuate lo de este doctor (que está denunciado penalmente, por cierto).

No era cosa de confirmar lo del vaso y la gota, señora Presidenta: era cosa de tantita decencia.

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