27 de noviembre de 2024

La Feria: Tan malos

Sr. López

Pues fíjese que tía Estela (de las de Autlán, de faldas ligeras y anatomía capaz de echar a andar una locomotora nomás pasando cerca), dejó a su segundo marido y se puso de amante del primero.

Hubo algunos comentarios no muy caritativos que ella atajaba explicando que era culpa del segundo que a fuerza de hablar mal todo el tiempo del primer marido, no la dejó olvidarlo y luego la hizo hacer comparaciones (no daba más detalles).

Ayer tronó la bomba: según una encuesta realizada por el propio INE, el 78% de los ciudadanos apoya elegir a los consejeros y magistrados electorales por voto directo y el 52% está de acuerdo en transformar el INE en INEC (Instituto Nacional de Elecciones y Consultas), como propone la iniciativa de reforma electoral del Presidente. ¡Zacapún!La prensa nacional de inmediato puso semejante cosa en sus portales digitales.

En el seno del INE el representante de Morena acusó a la presidencia del INE de haber ocultado el sondeo y el prescindible líder nacional de Morena, ese tal Mario Delgado, festejó:

“Al INE le salió el tiro por la culata y en su propia encuesta el pueblo aprueba la iniciativa de reforma electoral propuesta por nuestro Presidente”.

Para los morenistas más apasionadamente decididos a rendir culto a su Jechu (Jefecito Chulo), esa encuesta ratificaría el valor supremo de la iniciativa presidencial, conforme al nuevo mandamiento de la Ley del Dos (en su acepción más escatológica, la de aquellos tiempos en que se iba al baño a hacer del ‘uno’ o del ‘dos’).

Sí, señor, ‘vox populi, vox Dei’ y más todavía si la ‘vox’ resuena desde Palacio, donde reside el representante del ‘populi’. ¿Sí?, pues no.

Para empezar, la ‘consulta’ fue por teléfono a 400 personas. Si 400 personas representan a más de 90 millones de tenochcas con credencial de elector, entonces sí, pero está difícil que el 0.0004% del electorado sea muestra suficiente para saber qué queremos los tenochcas simplex.

Se trata de hacer válido el resultado de ese sondeo porque así conviene a Palacio & Asociados, pero hay que tomar en cuenta otros resultados del mismo: el 73% de los encuestados no había escuchado nada sobre la iniciativa de reforma electoral (lo que disminuye un poquito la confianza en el sondeo, digo, 7 de cada diez ni sabían de que estaban opinando); y el 72% dijeron que la reforma es poco o nada necesaria: este número pudo ser la ‘nota’ para la prensa, pero jala más la atención del respetable presentar al INE dándose un disparo en el pie.También en el sondeo resultó que el 56% de los encuestados dijo tener una buena opinión del INE y consideran que garantiza elecciones limpias y transparentes.

El 48% opina que gasta lo necesario y el 43% que gasta demasiado. Pero, eso sí, el 72% considera que los partidos tienen demasiado presupuesto (a ver si los partidos en el Congreso votan por quitarse dinero, quiero ver, dijo el ciego).

Por supuesto es cierto que la encuesta arrojó que el 78% de los ciudadanos apoya elegir a los consejeros y magistrados electorales por voto directo… pero (detallito), no se le dijo a ‘los ciudadanos’ (a esos 400), que si se aprobara la iniciativa de reforma como la mandó el Presidente, podrían votar entre candidatos propuestos por el Presidente, el Congreso y la Suprema Corte… ¡tengan su democracia directa!, van a votar por los que les digan.

Y tampoco les dijeron a los encuestados que la elección popular de consejeros y magistrados electorales tendría un costo de unos 8 mil millones de pesos, lo que va a contrapelo del supuesto ahorro que predica la iniciativa.

No es secreto que este su texto servidor no confía en general en las encuestas realizadas en México, por varias razones (y de las que se hacen por teléfono, menos), pues siendo oriundo 100% ‘proof’ de esta nuestra risueña patria, sabe que el deporte nacional es mentir y está difícil de creer que los encuestados y los encuestadores, son rigurosamente veraces.

Aparte, tanto encuestas como consultas populares, no aseguran acierto. Una decisión puede adoptarse a resultas de un impecable proceso comicial, sí, pero lo que decide o elige la mayoría, no necesariamente es lo correcto.

Unos ejemplos:En Chile, el cínicamente sanguinario y barbaján dictador Augusto Pinochet, ganó las consultas populares de 1976 y 1978, cuando obtuvo el 78% de aprobación.

En Colombia, después de negociaciones muy arduas entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se llegó a acuerdos de paz que se sometieron a plebiscito… y la gente votó contra la paz aunque siguiera la guerra.

En Venezuela, en 1999, Hugo Chávez se instaló como dictador con la aprobación de una nueva Constitución suya de él, con el 71.8% de aprobación de los electores y en 2004, ganó la consulta de revocación de mandato con el 58%… y ya ve cómo dejó a su país el difuntito.

El caso cubano es especial: en los papeles el régimen castrista es impecablemente democrático, no hay partidos políticos y el partido único, el Partido Comunista de Cuba no puede postular candidatos a ningún cargo público, todos los funcionarios son elegidos en asambleas de barrios, a mano alzada por el vecindario, luego esos, eligen a los de un rango más alto y así le siguen hasta llegar a la Asamblea Nacional del Poder Popular, el Consejo de Estado y el Consejo de Ministros… en teoría muy bien, pero en todo Cuba manda uno y en otros países eso se llama dictadura.

Para ratificar la desconfianza en lo que se obtiene mediante consultas populares, recuerde que el 23 de junio de 2016 los británicos llevaron a cabo su referéndum para salirse de la Unión Europea (en Brexit), el 51.9 % de la ciudadanía votó a favor… y el reino Unido está pagando carísima semejante metida de pata.

Así que dejémonos de zarandajas y ocurrencias. Que se respete la Constitución y quiera Dios que el Congreso no decida apoyar este intento de regresar las elecciones al control del gobierno que tanto y tanto habla de los que se fueron que ya empieza uno a pensar que después de todo, no eran tan malos.

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LA FERIA:Pocas pulgas

Sr. López. Contaba la abuela Elena que allá en la primera mitad del siglo pasado, a su tío Marti, pronunciado así, ‘Márti’ (se llamaba Martiniano,