Sr. López
En la familia materna de este menda, empezó el rumor de que “algo pasaba” con tía Misa (Artemisa), viejecita ciega con fama de santa y muy rica (lo primero, quién sabe; lo segundo, sin duda), porque en su casona en Toluca, ya no tenía el batallón de sirvientes que siempre tuvo y pasaba estrecheces.
Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, no se supo cómo, averiguó que el notario de la ancianita, le había sacado firmas para disponer de su dinero, según él, para cuidarlo porque “la robaban”.
Pero el buen escribano, recapacitó y devolvió poderes y cuentas bancarias, después de amena charla a puñetazos con Pepe, atestiguada por tres atentos policías judiciales que se lo quedaron de cliente largo tiempo. Pepe no fallaba.
Ahora resulta que el cambio a la Ley del Infonavit, que pone en manos del gobierno ¡2 billones 400 mil millones! de pesos de los trabajadores, para que pueda disponer de esa bonita cantidad a su real saber y entender, es porque ha habido fraudes al Instituto.
Así lo explicó ayer en la madrugadora de Palacio, el nuevo director General del Infonavit, un tal Octavio Romero Oropeza, designado para ese importante cargo por la Presidenta Sheinbaum, conforme al anuncio de su nombramiento que hizo el 27 de julio de este año, el anterior inquilino de Palacio.
¡S’órdenes jefe!Don Romero quedó de gran jefe del Infonavit, seguramente por su impecable desempeño de 2018 a 2024, al frente de Pemex, que dejó más quebrado de como estaba y con unos 400 mil millones de pesos de deudas a proveedores.
¡Sí se puede! Los cambios a esa ley implican que el Director General del Instituto tendrá la facultad de vetar las resoluciones del Consejo de Administración y de la Comisión de Vigilancia, y que será nombrado directamente por presidencia de la república, sin la aprobación de la Asamblea General, en la que tienen representantes, patrones y trabajadores, con esta ley, convidados de piedra.
Aparte, en la ley como la aprobó el Senado y pasó a ratificación de los diputados, en los comités de Vigilancia, de Auditoría y en el de Transparencia, en cada uno, el gobierno tendrá tres votos, los patrones uno y los trabajadores otro, lo que blinda al gobierno a la hora que haga con el inmenso fondo de vivienda, lo que le venga en gana.
No sobra señalar que aun con su muy relativo éxito, el Infonavit siempre mantuvo sin tocar, a lo largo de 52 años, el manejo tripartita (gobierno, patrones y trabajadores), no por afanes democráticos, sino por sentido común: el gobierno administra y lo vigilan los que ponen el dinero.
No es tan difícil. En resumen: como dicen que ha habido fraudes en el Infonavit, le quitan a los trabajadores y patronos, la posibilidad de vigilar su dinero. ¡Listo!No es raro en el mundo, que haya cosas poco claras en la administración pública; en México, lo que no es raro es que sean esperpénticas, escandalosas. Y siendo así, seguimos dejando en manos del gobierno carretadas de dinero que no produce, que saca de los bolsillos de todos (aún los más avezados evasores de impuestos, los pagan en cada compra; nadie se salva).
Parece mentira que no se nos ocurra otra manera de hacer las cosas y que sigamos dejando que el gobierno se meta cada vez más en nuestros asuntos. Y sí hay otras maneras de organizar un país. Unos ejemplos:El emperador Maximiliano, hace 159 años, en 1865, creó el Comité de Clases Menesterosas, y decretó que los patrones debían dar a los trabajadores atención médica y educación básica, y dotarlos de vivienda (no parejo, era bajo ciertas condiciones, para los más fregados, pues).
Podrá parecer una ingenuidad de don Max, pero lo que importa es que no se le ocurrió que el gobierno lo iba a hacer, no señor, la misma sociedad era la actora y responsable, vigiladita por la autoridad, claro. Pero, sabrá usted que tuvo que interrumpir sus proyectos porque lo fusiló Juárez.
A don Porfirio se le ocurrió construir casas para disminuir el número de gente al raso y sortearlas. Mala idea. No funcionó.Victoriano Huerta en 1913, tuvo la idea de construir casas para venderlas con crédito a 10 años de plazo y aparte, construir otras para que la gente más amolada las pudiera rentar (para que vea qué novedosa idea ha tenido el gobierno de doña Sheinbaum).
El Venustiano Carranza pensó en atenuar los “problemas de hacinamiento”, con programas de viviendas dignas en renta. Luego se echó para atrás y muy a su pesar y por presión de los radicales de entonces, dejó meter en la fracción XII del artículo 123 de la Constitución, que los patrones tenían obligación de poner casas en renta para sus trabajadores; y en la fracción III dejó en manos de cooperativas (no del gobierno), construir casas baratas “e higiénicas”.
Ya luego, hasta 1972, Luis Echeverría fundó el Infonavit y las cosas empezaron a funcionar relativamente bien y se puede anticipar que con esta reforma de doña Sheinbaum, eso ya se acabó, ya no se podrá vigilar el manejo del dinero de los trabajadores (de los trabajadores, suyo de ellos).
Si algún candidato a la presidencia de la república, propusiera que no solo el Infonavit sino todo el erario fuera vigilado y auditado por un consejo ciudadano de fiscalización, de expertos nombrados por universidades y colegios de contadores públicos, para que ni un centavo de lo que administra tan peculiarmente nuestro gobierno, estuviera fuera de la lupa ciudadana, arrasaría en las urnas.
¡Ah!, ya tenemos eso, se llama Auditoría Superior de la Federación, lo único que hay que hacer es que su titular se elija a propuesta ciudadana (universidades, colegios, etc.), y no como ahora que lo propone a escondidas el Presidente de la república y los diputados por el voto obediente de dos terceras partes, le dan el visto bueno.
Nada de manoseos: tres candidatos al cargo y que los diputados escojan uno. Punto redondo y que se acabe el cuento.Por supuesto, eso no sucederá y menos con estos cuatroteros que quieren todo el poder, todo el dinero, cero vigilancia… y ¡qué siga la fiesta!