13 de mayo de 2025

La Feria: Piedra de los sacrificios

Sr. López


En la familia de este menda, hubo de todo, tías de faldas ligeras, indómitos beodos, jugadores, glotones, vagos profesionales, unos alzados, otros valentones, algún avaricioso y el solterón tío Tito y sus choferes guapos. De todo y también gente del común. Lo que no había era ladrones y cuando en Autlán, la prima Lucrecia se casó con un reconocido político (reconocido por ladrón), nadie fue a la boda y a casa de sus papás ese señor nunca entró (tuvo el buen gusto de morir pronto y a su funeral tampoco fue nadie). Gente de entonces.

No hay definición jurídica para el Estado mafioso. Se dice de algunos países y más o menos todo mundo entiende qué se dice con eso, pero no hay (todavía), definición válida en ninguna teoría política. Pero hay Estados mafiosos.

Se aclara: por Estado aquí, NO nos referimos a la nación, sino al conjunto de instituciones y poderes, a la estructura de gobierno de una nación. Este junta palabras se toma la libertad de ponerle mayúscula -como hace al referirse a la nación-, para intentar distinguirlo de otras acepciones del término (condición, estado civil y tantas más, como el estado sólido, líquido o gaseoso de los cuerpos). Y hay Estados mafiosos.

De entre lo escrito sobre esto, hay algunas características que lo describen con mayor o menor acierto, para llegar a definiciones desde la muy exagerada de que es Estado mafioso el controlado por el crimen organizado, a otras menos tremendistas, como la que lo define como un gobierno en el que altos funcionarios, políticos, mandos militares y policiacos, son cómplices impunes del crimen organizado.

Ni se le ocurra buscar entre los clásicos algo sobre esto: no hay nada ni en los antiguos y sabios griegos, cuantimenos en santo Tomás, ni de Maquiavelo a Weber. A ninguno se le ocurrió que semejante barbaridad pudiera ocurrir. Ocurre.

No es ninguna novedad la existencia de gobiernos crueles, ladrones, infames, viles, zafios (usted ponga los insultos de su preferencia), de todo eso ha habido a lo largo de la historia; aquí nos referimos a otra cosa. Para ahorrar teclazos: la Alemania de Adolfo Hitler o la URSS de Stalin, nunca fueron Estados mafiosos, fueron lo que usted quiera, malos y miserables, sí, pero no fueron nunca cómplices del crimen organizado, serían peores si usted quiere, pero no Estado mafioso.

Acá en nuestra risueña patria en dos siglos y casi cuatro años de existencia, hemos tenido de todo. En nuestro atropellado siglo XIX, tuvimos gobiernos de comedia, de bandidos, de patriotas y un Presidente canalla (Manuel de la Peña y Peña, el que en 1848 promovió la venta de poco más de la mitad del territorio, porque se vendió y por eso no podemos reclamar nada… imagínese la indemnización).

En el siglo XX, pasamos por una crudelísima guerra civil (le dicen revolución), y luego 71 años de priismo imperial en el que también hubo de todo, pillos (pocos, sorpréndase, muy pocos), de izquierda, de derecha, de centro; eficientes unos, regulares otros y algunos anodinos, pero ninguno cómplice del crimen organizado.

En el siglo XXI, abrimos boca con un atolondrado cambio de régimen que con todas sus sombras, con dos gobiernos del PAN y otro del PRI, una cosa sí hicieron: respetar instituciones, fomentar órganos de contrapeso al poder y hacer viable al país.

Se suplica notar que de esos más de dos siglos, ni se menciona la economía porque la respetabilidad de los países no depende de eso, que ahí están Qatar, Singapur, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y China, con sus fortachonas economías y su alto ingreso per cápita, pero autoritarios, sin democracia, sin derechos humanos, sin libertad de expresión y sin participación política de su ciudadanía.

Como sea, en esta nuestra patria retozona, de repente en el 2018, accedió al poder un señor que fue el primer sorprendido de haber conseguido la presidencia de la república, que dedicó sus mejores esfuerzos a la dicha inicua de instalar su persona en su imaginaria historia patria; y también a asegurar la reedición del viejo PRI imperial, el de Echeverría, con triunfos electorales arrolladores, costara lo que costara.

Y costaba y costó tanto que desde antes de que llegaran al poder los entonces morenos hoy cuatroteros, a susurros se hablaba de dinero “raro” en las campañas políticas, que nadie sabía de dónde salía y los murmullos fueron subiendo de tono y se hizo clamor.

Porfirio Muñoz Ledo integrante de Morena y compañero de larga data del entonces Presidente, personaje indiscutible de la política nacional, en junio del 2022, en la Reunión Plenaria de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina, ante representantes de más de 70 partidos políticos de 30 países, declaró:

“(…) hay un paquete de poder y ese paquete de poder es una alianza entre el narco y el gobierno (…)”; y también hizo un llamado a nuestro entonces Presidente, para que entendiera que “su contubernio o alianza con el narco no es heredable porque estos, como lo han hecho siempre y en todas partes, en todas las plazas políticas, se entienden con el que va a llegar (…)”. Y remató: “nuestro país dejó, desde hace dos o tres años, la transición democrática y se está iniciando una reversión autoritaria con un nuevo integrante, el crimen organizado, un nuevo rey de la selva”.

Y ahora la Presidenta Sheinbaum, le pide cuentas a los EEUU porque le quitaron la visa a la gobernadora de Baja California. Señora, ese es el menor de sus problemas.

Esto ya no lo para nadie. No va a detener el aparato judicial de los EEUU desde el atril de sus mañaneras ni con las alegres y amañadas cuentas de su Batman Harfuch.

Muñoz Ledo avisó, lo descalificaron por viejo. Ahora los EEUU están dando trompetazos de aviso. El tal Trump ya lo dijo con todas sus letras.

Señora, heredó un Estado mafioso, cuando menos, amafiado.

No siga defendiendo lo indefendible, no se inmole defendiendo al indefendible, no pase a la historia por haber ido -por equivocada lealtad-, a la piedra de los sacrificios.

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