19 de septiembre de 2024

La Feria: Para atrás

Sr. López

Tía Josefina le tenía más miedo al ‘qué dirán’, que a los reapretadísimos infiernos (iba a misa y comulgaba diario, así cualquiera). Ya se podrá imaginar lo que fue que su hija, Silvita, le saliera con su domingo siete. Llanto, reclamos y muy insistentemente el “¿cómo es posible?”, hasta que Silvita le explicó que el novio la invitó al hotel diciéndole que confiara en él, que era un caballero: -Y yo le creí, mamá –bueno, le creyó varias veces, digo.

Para tener una idea de hasta dónde fue capaz de llegar el Presidente, queda para la historia la celebración del inicio de la Independencia, el domingo pasado en el Zócalo de la capital nacional, en el que de las arengas patrióticas y soflamas patrioteras, pasó al “¡viva la cuarta transformación!”, equivalente inequívoco, del ¡viva Morena!, del ¡viva mi gobierno!, porque “cuarta transformación”, es sinónimo indiscutible de ambos, partido y gobierno.

Triunfalismo puro.Ni el más duro de nuestros dictadores (Santa Anna, Juárez, Díaz, Huerta), ni el más rudo priista de los tiempos del régimen de partido único, se atrevió a tanto. Y pasó desapercibido.

A nadie escandalizó. La fiesta nacional hecha fiesta de partido, de su partido, partido que ya probó en la reforma al Poder Judicial su talante autoritario, su simpatía con prácticas cercanas a una dictadura, entendida esta como la define Alain Rouquié: “ejercicio sin límites del poder por parte de un hombre, en franco detrimento del orden constitucional” (primer capítulo de ‘Dictaduras y dictadores’, de Julio Labastida (comp.); México, Siglo XXI, 1986).

La dictadura así definida, describe lo que hizo el todavía Presidente al imponer a trancas y barrancas, la reforma constitucional del Poder Judicial que a fin de cuentas fue eso: imponer su capricho, el de un solo hombre, como tantas y tantas veces.

Pero, por si un irredimible optimista dice que no es dictadura porque López Obrador ya se va a su finca de nombre tan adecuado, recordemos que también hay dictaduras modelo PRI Imperial, dictaduras de partido “que consiguen perpetuarse en el poder sin recurrir necesariamente a la violencia sino mediante procesos político-electorales que enmarcan a gobiernos ‘legítimamente’ constituidos que adoptan formas republicanas liberales y democráticas” (Pablo González Casanova, obra citada); y en eso estamos y a quien lo dude se le recomienda continuar con la lectura del TVyNovelas e informándose con Paty Chapoy. Total.

Son numerosos los artículos y columnas de prensa en los que se reprueba la actuación de los legisladores de Morena & Asociados, junto con la de los cuatro supuestos opositores que les dieron la mayoría necesaria en el Senado, para aprobar junto con las legislaturas locales, esta reforma tan llena de absurdos, pero extraña a este su texto servidor la casi absoluta falta de critica a la oposición.

No supone este menda que los partidos opositores actuaron con premeditación, aunque sí con alevosía, porque como institutos políticos no corren ningún riesgo, conservando entre otras cosas, sus generosas participaciones del erario; así, podríamos decir que actuaron con irresponsabilidad y alevosía, no solo por el ostensible abandono de su candidata a la presidencia, sino desde antes de las campañas electorales que los llevaron a la catástrofe del 2 de junio pasado, al elaborar las listas de candidatos a diputados y senadores, entre los que las dirigencias de los partidos, postularon conocidas alimañas y también impresentables.

Los partidos políticos de oposición son corresponsables de los sucesos corrientes; una cierta, firme y decente oposición, hubiera conseguido si no la presidencia de la república, sí una mayoría clara en el Congreso y con eso era bastante para traer seis años a paso corto a la sucesora del nuevo innombrable. Pero con Alito, Marko y el taimado Dante, el desenlace era previsible: el desastre.

Y nadie crea que la próxima Presidenta no está cómoda con los acontecimientos, está que le sale el gusto por los poros, porque al menos los próximos tres años podrá hacer lo que le venga en gana con las leyes y la Constitución, como ha quedado visto…

y piensa, está segura, que podrá ratificar su mayoría en la Cámara de Diputados en las elecciones intermedias de 2027 o tal vez hasta impulsar el “Plan D” que ayer mismo anticipó el exsenador morenista Israel Zamora, en Radio Fórmula con Azucena Uresti: desaparecer a la oposición, tal cual: “(…) vamos a lanzar el Plan D, que sea la desaparición de la oposición en el 2027. Ese es el plan”.

Bueno, advertidos estamos, sí quieren regresar al priismo imperial, al régimen de partido único.

Aquí se vuelve obligado otro comentario, pero ahora sobre el electorado, sobre aquellos que no se tomaron la molestia de ir a votar, dejando de cumplir la obligación de hacerlo (porque es obligatorio según la Constitución), y los que con todo el derecho, ni duda cabe, votaron por Morena y sus rémoras.

Ninguno está eximido de responsabilidad; los que no votaron, por su omisión grave y los que eligieron a los siervos de López Obrador, por otorgar un cheque en blanco a quienes han probado ser ineficaces al gobernar, corruptos como nunca se había visto, y ciegos servidores del arrimado de Palacio, promotor de la autocracia del número que le-ga-li-to, convirtió una ajustada mayoría de votos al Congreso en una arrolladora mayoría en la Cámara de Diputados y otra en la de Senadores, por vías que lindan con la coerción.

Y los electores, tan frescos, sin responder por los graves daños hechos a la nación, porque nadie asume las indeseables consecuencias desde el anonimato de las urnas gracias al cual nadie es responsable de nada.

Un gobierno con un millón de muertos y tantos y tantos fiascos tan severos, triunfó en las elecciones, imagínese lo que piensan de México en el extranjero.

Lo pagaremos con más retraso en el desarrollo nacional y como de costumbre, reaccionaremos hasta que nos harte la acumulación de fracasos. Un pasito pa’ delante, dos pasitos para atrás.

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