19 de abril de 2024

La Feria: No hay mejor

Sr. López / GMx

Varios misterios tiñeron la ya muy remota infancia de este menda. Para su mala suerte, el del teclado dudó siempre de la capacidad logística y poder adquisitivo de los Reyes Magos; tampoco entendió nunca que queriéndonos tanto, Diosito hubiera instalado el Infierno (en el que a todos, parejo, tocaba la misma sentencia: fuego eterno, ya fueran asesinos seriales o nada más un Viernes de Cuaresma se hubieran comido un taco de maciza: ¡Infierno por toda la eternidad!); y por encima de esos y otros temas que corroían su lógica pueril (que los niños vinieran de París; que madrugar era asegurar la ayuda Divina; que había gente que nacía para maceta o tamal, rudimento de genética de la época); por encima de todo ello, jamás comprendió, ni ya púber, que tía Carlota no se depilara el bigotazo que lucía -pelos negros, largos y gruesos-, que nadie parecía notar, siendo tan obvios y repugnantes (y era besucona).

A veces, lo obvio pasa desapercibido. Se insiste en la inmensa popularidad del santo Pejesús redentor patrio, cuando lo evidente es que no cree en él ni en su discurso el 70% de la ciudadanía en edad de votar.

Estamos todos de acuerdo en que el Pejecutivo tiene muchos seguidores, tantos, que suman por ahí del 30% del padrón electoral… pero como que nos hacemos los disimulados en lo abrumador que es el 70% que no votaría por él ni bajo los efectos de la hierbita vaciladora o dos litros de mezcal de olla.

Claro, la respuesta es que los otros candidatos tienen aún menos seguidores… ¿de veras?… ¿entonces por qué no ganó las elecciones en 2006 y 2012?… ¡ah, claro!, porque le hizo trampa la mafia del poder… o sea: la mafia del poder estaba echando la siesta cuando el bramante Pejehová, ganó el gobierno de la capital del país, nada menos, la ciudad (conurbada), más grande de la nación, asiento de los poderes federales, segundo padrón electoral de México… y ganó, nadie rezongó, gobernó su sexenio y los honorables chilangos se quedaron con las ganas de ver “el cambio”, porque nada cambió, subió sideralmente la corrupción en no pocas Delegaciones, nunca pudieron saber las cuentas de los segundos pisos, no hubo los referendos revocatorios de mandato y se quedaron con la fragancia del Edén perdido.

Tal vez por eso, en las elecciones del 2006, con el Pejecutivo triunfante en la mayoría de las encuestas que daban por un hecho que sería Presidente de México, la capital del país que ese año tenía cerca de 7 y medio millones de electores (7’499,995), solo le otorgaron su voto al Pejeremías 2 millones 813 mil 112 tenochcas, el 37.5%… o sea: sin retorcer la neurona: el 62.5% no quedaron muy conformes con el gobierno del Pejehová mañanero. Y se le solicita, si para ello no tiene inconveniente, recordar que en ese 2006, mi general Calderón derrotó al Pejehová, con solo 243,934 votos… si la ciudad que gobernó el hoy Pejesús, miríficamente, como solo él sabe, hubiera quedado medio convencida de las bondades de su estilo y lo cumplidor que es, hubiera bastado la mitad de los electores del entonces D.F. para aplastar a don Calderón con cerca de 700 mil votos (692,954, si le gusta la exactitud). Y no.

La otra cosa que explica que tantos estén pensando que ahora sí nos llegó la hora y que el Pejecutivo se va a terciar la banda presidencial a como dé lugar, es que un altísimo número de los que integramos el alegre peladaje nacional, no lee o si acaso, lee los titulares de la prensa, se informa en la tele (es broma)… y no, así no se puede; y por eso cuando salen los resultados de las elecciones, es fácil decir: ¡trampa!,¡compraron los votos!… y sí, hay trampas y compra de votos, pero nada contiene una avalancha de boletas a favor de alguien, nada. Mapaches hay en todos los partidos y la kriptonita contra ellos es el voto. Ni que fuera tan difícil.

El diario La Crónica (24 de junio de 2006), publicó un artículo de Mario Hernández, que presenta el resultado del análisis de los discursos del Pejeremías, hecho por Alfonso Noriega Ortiz, director general de una empresa de mercadotecnia, comparándolos con los de otro personaje (luego le digo quién), y encontró 25 similitudes. Ahí le van:

  1. Usan el vocablo pueblo para establecer conexión afectiva con sus seguidores. 2. Se asumen como uno más de los desamparados, necesitados y excluidos. 3. Manejan en su discurso la confrontación entre pobres y ricos. 4. Ofrecen reconstruir las estructuras políticas. 5. Rinden tributo a héroes nacionales (Juárez, Madero) 6. La justicia social es que el gobierno suministre bienes necesarios a pobres. 7. Política social con carácter (de) asistencia social. 8. Su discurso político lo centran en denunciar el pasado: foco en corrupción. 9. Tono amenazante a adversarios (…). 10. Descalifican enemigos y adversarios (…). 11. Buscan apoyo ciudadano con discurso apartidista (recibe a cualquiera de buena voluntad). 12. Ofrecen eliminar la corrupción en la administración pública. 13. Van a erradicar del poder a cúpulas políticas (la mafia del poder). 14. Refundarán la república y buscan rehacer la democracia. 15. El neoliberalismo es el causante de los desastres económicos y sociales. 16. Se oponen a las reformas económicas y sociales (…). 17. Personalismo en su gestión de gobierno. 18. Se sienten víctimas de complot. 19. Su fuerza está en la movilización popular. Encarnan la voluntad del pueblo. 20. Dispuestos a violar la ley si no les da la razón (el juicio de desafuero). 21. Discurso neopopulista, explotan sufrimiento de los pobres. 22. Fomentan odio de clases. 23. No son de izquierda solo usan el lenguaje. 24. Síndrome yo no fui: pasan problemas a colaboradores. 25. Ejercen control social con violencia selectiva (plantones, bloqueos, marchas… sin romper un vidrio).

Bueno, pues sí, las coincidencias son con el difunto Hugo Chávez, que no es lo peor que le pasó a Venezuela, sino a quien les dejó de sucesor, el tal Nicolás Maduro.

Piense, piense bien, avive el seso y despierte: si don Pejesús llega a Presidente, llega con su pandilla… ¿se imagina su sucesión, a quién nos va a dejar de sucesor?…  ¿Batres… Bejarano… la señora Padierna… doña Sheinbaum… Ebrard… al Nico… al ‘Catémoc’ Blanco?… nos estamos jugando realmente el futuro del país… y  pensándolo bien, ¡claro!, él mismo será el que siga de él, a fin de cuentas, no hay mejor.

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