Sr. López.
Imagine que su gastroenterólogo le dice que requiere de una cirugía, por un problema en las tripas (las de usted). Pide otra opinión y coincide.
Regresa con su médico y se pone en sus manos. Ingresa al sanatorio, pero el Médico de Guardia y la Jefa de Enfermeras, entran a su habitación y consternados, le preguntan si está seguro de lo que está haciendo.
Usted no entiende la pregunta y le explican: el médico que lo va a intervenir, reprobó tres veces anatomía; otras tres, cirugía; cuatro, gastroenterología; y tardó 11 años en obtener su título con un promedio de 7.8 de calificación general… ¿se deja operar por ese médico a palos?… yo tampoco.
Ayer en su mañanera, el Presidente explicó, con fundamento en el más reciente informe del Inegi, que las cosas en materia de seguridad pública van mejorando:“Estimamos que desde que llegamos al gobierno ha disminuido el homicidio, los asesinatos, los homicidios, en 17%.
Si continuamos así vamos a terminar el gobierno con alrededor del 20% de disminución en homicidios, esto es un gran logro, es el fruto del trabajo que se ha realizado todos los días con el Gabinete de Seguridad. Desde luego ya empieza a dar resultados la estrategia de atender las causas que originan la violencia”.
El informe del Inegi dice que en 2022 el número de homicidios se redujo un 9.7% respecto del 2021. El Presidente, sacando pecho, declaró: “En el gobierno de Felipe Calderón aumentaron los homicidios 192.8%; en el de Enrique Peña Nieto 59% y en la actual administración llevamos una baja hasta el último día del mes de junio, una reducción de 17%”.
Y no se le olvide que remató diciendo que para el fin de su periodo, calcula disminuir los homicidios un 20%. Optimista.La estrategia de hacer malabarismos porcentuales peculiares, por decirlo educadamente, se estrella en la aritmética, que es muy terca. Mire usted:En el sexenio de Calderón el total de homicidios fue de 120,463; en el de Peña Nieto, sumaron 156,066 fiambres.
En lo que va del gobierno de López Obrador, con corte al último de junio de este año (datos oficiales del Inegi y del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública), van 156 mil 479 asesinatos (sin tomar en cuenta el escandaloso subregistro de homicidios y su “reclasificación” de homicidios dolosos a culposos, para disminuir su total), pero con esos datos oficiales, durante este gobierno, van 413 homicidios dolosos más que en todo el sexenio de don Quique Copete y 36 mil 16 cadáveres involuntarios más que en todo el de Calderón.
Y debe uno tomar en cuenta que al gobierno (es un decir), de Andrés Manuel López Obrador, contando desde el día de ayer, para terminar le falta un año, dos meses y siete días (entrega el último de septiembre de 2024).
¿Cómo le va a hacer para reducir el 17% que alardea, si ya va arriba en el número de asesinados? Y peor, ¿qué fórmula mágica va a usar para bajarlo un 20% cuando termine su periodo? Si de aquí a que termine su ejercicio el señor, ya no hubiera en todo el país ni un solo homicidio, ya rebasó el total de homicidios de los dos sexenios anteriores.
Es cosa de aritmética, no de álgebra superior ni de cálculo infinitesimal, es saber sumar y restar.
Ante tal atropello a la razón, se enfrenta el dilema de que el Presidente mienta sabiendo que miente o que él cree sinceramente que 156,479 es menos que 120,463 y 156,066. Y no es menos, compare como compare, saque porcentajes como los saque, ni con la mejor buena fe.
En tan grave disyuntiva (un Presidente mentiroso o un Presidente incapaz de sumar y restar), no sabe uno qué elegir.
Un Presidente que engaña a sabiendas de que embauca a la población, sería algo de extrema gravedad; pero lo otro no es asunto menor… y con ánimo de llegar a alguna conclusión sensata, se pone uno a revisar.
Este Presidente estudió la carrera de Ciencia Política en la facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública, en la UNAM.
De las materias relacionadas con números, reprobó Matemáticas dos veces; Economía, otras dos veces; Estadística una vez y Métodos de Investigación Científica, también una vez.En resumen, de 39 exámenes que presentó, reprobó 16 (el 41%), y luego los pasó en exámenes extraordinarios, reprobando algunas materias varias veces.
Cursó la carrera de 1973 a 1976 y luego de 11 años se tituló en 1987; según él mismo le iban a dar Mención Honorífica por su tesis y examen profesional, pero no se pudo por su promedio de calificaciones, de 7.8, pero como sea, obtuvo su título de Licenciado en Ciencia Política aunque también reprobó Ciencia Política, Gobierno Comparado e Historia del Pensamiento Político.
Parece que ni la ciencia política se le da, aparte de los números.Así las cosas, usted decida: miente o no entiende aritmética; o las dos cosas.
Este su texto servidor propone darle chance. Pobre hombre, recibiendo diario informes retacados de números… cualquiera no se confunde, aunque claro, para esos casos es que funcionan los acuerdos con los titulares de cada Secretaría o entidad paraestatal, que suelen ser privados (siempre son), precisamente para poder contradecir (con toda delicadeza), al Titular del Poder Ejecutivo, Jefe de Gobierno, Jefe de Estado y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, explicándole con manzanitas si hace falta, los altos asuntos que debe decidir o simplemente enterarse.Como sea, ayer el Presidente estaba exultante y declaró: “Nunca la mayoría de los mexicanos había recibido tanto apoyo, tanta atención con programas de Bienestar, nunca, se está apoyando de manera directa a 25 millones de familias, de 35 millones que somos y 5 más también se benefician porque trabajan en el servicio público”.
Otra vez lo mismo, los números. Según el Inegi, en México hay 35.2 millones de viviendas y reciben programas sociales el 25%, esto es, 8.8 millones, no 25 millones de familias y de ellas, el grupo más rico de la población recibe el 17% de los programas sociales. Y desde el Cielo, canta el Pirulí: Y qué más da, la vida es una mentira…