Sr López
Lo mal hecho ayuda.
Tío Óscar fue un macho, más malo que amable. En su casa mandó él y solo él, y traía a mecate corto a sus siete hijos varones, hasta que un día los mandó llamar y les comunicó que se iba a vivir por su lado, que se quedaban con su mamá y se hicieran bolas porque a él no le volvían a ver el copete. Su hijo mayor, Óscar, explicaba que lo hizo cuando se dio cuenta que todos ya eran más altos que él y antes de que dejaran de obedecerlo o le dieran pamba, se largó. Mejor.
Hay varias maneras de gobernar un territorio pero básicamente son tres: por miedo, por creencia o por voluntad libre de la gente. Veamos:
Por miedo es el tradicional modo de gobernar desde la noche de los tiempos cuando simplemente, se imponía el que blandía la macana más grande, el más feroz, temido por todos y por todos obedecido. A la fecha hay lugares del planeta en que así siguen las cosas, si tiene dudas pregunte en Rusia, Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Nicaragua y algunos países islamitas.
Por creencia es el sistema que se utilizó convenciendo a los demás de que el dios del caso, había otorgado a uno el mando sobre todos (que hacía uso de la fuerza llegado el caso de que alguno se mostrara dudoso).
Y por voluntad libre de la gente, cuando se elige con reglas por todos aceptadas, al que habrá de mandar. Sistema reforzado con el uso de la fuerza y la reafirmación de la teoría de un dios que dedica parte de su divino tiempo a la grilla (Dios deposita su sagrada voluntad en el pueblo que la delega en quien elige… ha de ser).
El sistema del miedo, para el que manda, tiene la ventaja de que no tiene que convencer a nadie de nada; le basta con tener a su lado a los suficientes macaneros, adecuadamente recompensados. La desventaja es que entre esos macaneros a su servicio, puede aparecer alguno que piense que él se vería mucho mejor sentado en el trono y convenza a unos cuantos más para quitarlo, ya sea a empujones o removiéndole la cabeza del tronco. Por eso en la Roma clásica, los emperadores tenían Guardia Pretoriana, cuerpo militar de élite dedicado a cuidarle las sacras nalgas al patrón; y en México, al Cuerpo de Guardias Presidenciales que el actual Presidente dice que desapareció aunque nada más dejaron de usar el nombre y desde la Secretaría de la Defensa, mantienen su importante labor.
Gobernar con fundamento en las creencias de la gente, tiene la gran ventaja de que no hacen falta ni macanazos ni macaneros para hacerse del poder y conservarlo; los pobladores aceptan que quien los manda lo hace de parte de Dios y aceptan que le deben obediencia y respeto (tía Rosita, la de Toluca, la que nació en 1843 y murió en 1960, de 117 años, decía que pensar mal del gobierno era pecado y se debía confesar con el sacerdote).
Y tener el timón por voluntad libre de la población, tiene todos los inconvenientes: hay que convencer gente para ser elegido, respetar leyes, cumplir compromisos (para legitimarse), aceptar que el poder no es absoluto y que no se tendrá para siempre. Muchos problemas pero mientras se inventa otro sistema mejor, es el mejor.
Lo de conseguir ser elegido se puede lograr con trampas o a las derechas, para luego, ya en el poder, cambiar las leyes a conveniencia para eternizarse en el cargo como autócrata o dictador (no son lo mismo); en este caso estamos de regreso al primer sistema: el del miedo, porque tipos como Ortega en Nicaragua o Maduro en Venezuela, no conservan el cargo por buenas razones ni repartiendo claveles reventones, no, a la fuerza, aterrorizando congresos y jueces, encarcelando opositores y hasta matándolos. El caso de Fidel Castro es distinto, él desde el principio sustentó en las armas la obtención y conservación del poder.
Pero lo más común es que los gobernantes elegidos libremente, no opten por intentar volverse dictadores o autócratas, no por buenos sino porque es un albur andar jugando volados con el propio destino, pero no es raro que a veces, algunos, compensen la tragedia de que deberán entregar el poder, ejerciéndolo atropelladamente y atropellando a la gente, aspirando al cesarismo, sin dejar nunca la máscara de demócratas, que en ellos es coartada. Usted busque un ejemplo.
La única fórmula conocida para evitar los riesgos que la democracia implica, es la educación y la cultura. Los pueblos educados y cultos difícilmente se tragan las engañifas de un listo. Revise el caso de Alemania, que cayó en la fétida dictadura nazi en 1934, a hombros de una población mayoritariamente sin educación ni cultura, gracias al sistema educativo que empezó en la era prusiana (1814-1871), que daba instrucción Primaria a todos y solo los hijos de los aristócratas recibían educación Secundaria y Superior; siguió el sistema del imperio alemán (1871-1918), que formaba a las mayorías solo para el trabajo; y remató con el despelote de la República de Weimar (1919-1933), que impedía a la mayoría continuar su educación después de la Primaria, con matrícula cara y exámenes de admisión imposibles de superar… esa masa, se tragó íntegro el cuentazo del nazismo. Y hoy en Alemania, se estima que 12% de los alemanes entre 18 y 64 años, son analfabetos funcionales. Para que no andar idealizando nada.
En abril de 2022, el Presidente de la república declaró desde Bavispe, Sonora: “(…) a mí sólo me apoyan los analfabetas del país, lo cual, dicho sea de paso, me llena de orgullo (…)”. Cuando dijo eso de que “Morena obtiene sus votos con la gente más ignorante; entre más analfabetismo, más apoyo a Morena”, estaba refutando una afirmación de Martín Moreno, el escritor, pero lo primero, sí, y es su orgullo, bueno que lo goce los escasos 14 meses que le quedan en Palacio. ¡Hay un Dios!
Así las cosas, se entiende el empeño de la 4T en cambiar el modelo de educación de nuestra niñez. Las leyes que norman cosa tan delicada prevén la participación de profesionales y padres de familia; no se respetaron. Lo bueno es que lo hicieron tarde, muy tarde y mal, muy mal. Cosa más rara cuando lo mal hecho ayuda.