18 de mayo de 2025

La Feria: Llorar

Sr. López


Tío Toñito, de los de Toluca, se hizo rico con una cadena de abarrotes que él inició. Ya vejancón, la familia entera se alarmó mucho porque le ofreció a Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, que se encargara de sus negocios. Pero dejó a todos mudos que Pepe no aceptó. Ya grandes los dos, se acordó este menda y le preguntó la razón: -Tío Toñito era ladrón y mañoso… y no hago tratos con nadie que se parezca a mí -así dijo.

Es sabido por todos que con el diablo no se hacen tratos. El pacto fáustico siempre sale mal: el malo es malo, engaña y miente, y quien espera algo honrado del malo, es peor que ingenuo. En palabras de Baudelaire: el diablo no desprecia la cooperación de los imbéciles y sobre ellos descansan sus mayores esperanzas (no es cita, por eso va sin comillas… pero lo dijo).

Sin embargo, debe aceptarse que en ocasiones no hay remedio: se tienen que hacer tratos con el malo, con los malos. La Presidenta está haciendo tratos con los malos. Tal vez no tiene alternativa o así lo cree ella.

En lo nacional, la señora del segundo piso no tiene al partido, al frente de Morena está el hijo del Señor de los Abrazos, Andy, aparte de que es un muégano de grupos enfrentados: tribus heredadas del PRD; ultras; moderados; puros; impuros; y simuladores priistas y panistas, como lo diseñó por su desconfianza patológica, su fundador, el que NO vive en Palenque.

La señora del bastón de palo, menos tiene el senado (Adán Augusto), ni la Cámara de Diputados (Monreal); ni su gabinete, retacado de gente del amigazo de Cuba: en Educación, Mario Delgado; Rosa Icela, en ¡Gobernación!; Ebrard en Economía; Ariadna Montiel, ratificada en la poderosísima Secretaría del Bienestar; en resumen: del gabinete legal, son de ella tres o cuatro secretarios, un miembro de la oficina presidencial y nueve subsecretarios; y son del anterior huésped de Palacio: diez u once secretarios, 15 subsecretarios y quien fue su Coordinador de Asesores, es el jefe de la oficina presidencial de la doñita. Nadita.

Tampoco tiene a los gobernadores, por eso el 10 de diciembre pasado, en vez de recordarles con severidad su obligación de atender la seguridad en sus estados, con pleno fundamento en la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, dijo que “les daba un consejo de abuelita”. Queda dicho… abue.

Se sabe débil. No se acuerda o le da miedo acordarse de que Calles purgó de obregonistas a su gobierno (y esos eran de matar); que Cárdenas echó del país a Calles y López Portillo a Luis Echeverría.

Nunca lo hará la señora, su lealtad es tan cierta como equivocada y su pacto implícito con el Señor de los Abrazos, no le será retribuido, el proyecto del antecesor de ella es nombrar al sucesor de ella. Y sí, para allá van las cosas.

Por eso su gobierno es una cena de negros (sin perdón y sin respetos a lo políticamente correcto, así se dice para lo que es un desorden, un despelote), y no funciona. Si lo duda, recuerde que no han podido poner orden en Culiacán (su Waterloo), que es una ciudad de un país en el que estados completos no son gobernados por el gobierno; y si piensa usted que se entiende por lo mal que está eso, entonces explíquese la pifia administrativa en la compra de medicamentos, que no es asunto de balazos. A ver, explíquese.

Ante este panorama recuerda este junta palabras a la Fanfarlo, ya que salió Baudelaire, novelita que presenta un torneo de bajas pasiones en que cada personaje busca solo su propio provecho. Pobre país el nuestro en manos de semejante hatajo.

En la otra cosa en que la señora del segundo piso se está equivocando, es en creer que va a poder capotear a los EEUU en eso de la narco-política nacional. El primer error es pensar que la cosa es con Trump, que si lo mantiene tranquilo, la cosa se arregla. No, señora, no. Allá no es como acá, allá las agencias de inteligencia y seguridad no son mangoneadas por el presidente, funcionan con autonomía real y solo consultan al Departamento de Estado (no al presidente), cuando un asunto atañe a un Jefe de Estado de otro país. Si no, van de frente y no se quitan.

Doña Sheinbaum cree sinceramente que tiene trato con la Casa Blanca, no solo por sus amabilísimos telefonazos con Trump sino porque ha mostrado (contra sus patrióticos dichos), una gran sumisión. Y otra vez para el que lo dude, se le recuerda que en febrero de este año, el gobierno mandó 29 narcos mexicanos a los EEUU, sin proceso de extradición, expulsados. Fue ilegal.

El gobierno de doña Sheinbaum invocó la Ley de Seguridad Nacional, artículos 5 (amenazas a la Seguridad Nacional), las fracciones III (actos que impidan a las autoridades actuar contra la delincuencia organizada), y X (todo acto de financiamiento de acciones y organizaciones terroristas), que no autorizan la expulsión del país de nadie; y los 12, 15 y 16. No aplican, ninguno. México no entrega a nadie sino mediante juicio de extradición. Además los 29 estaban presos, ¿qué amenaza podían ser a la seguridad nacional?

La cosa era coquetearle al Trump para que no nos impusiera aranceles. Los impuso. Y quedó claro que para doña Sheinbaum la ley tampoco es la ley.

Ahora es insistente el rumor de que la Casa Blanca solicitó información a las agencias policiales y a la comunidad de inteligencia de su país, sobre figuras políticas, gubernamentales y militares mexicanas con vínculos criminales.

Lo papaloteó Tim Golden, periodista que fue redactor sénior de The New York Times, donde trabajó 20 años como periodista de investigación; dos veces Premio Pulitzer. Es tipo serio. Y él publicó el viernes pasado:

“La lista incluye a líderes del partido gobernante de la presidenta Claudia Sheinbaum, varios gobernadores y figuras políticas cercanas a su predecesor, el expresidente Andrés Manuel López Obrador, según informaron los funcionarios estadounidenses que insistieron en mantener el anonimato para poder hablar sobre planes políticos delicados”.

Señora, no se hacen tratos con los malos, hacen daño, dan penas… se acaba por llorar.

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