Sr. López
Tía Mar (Martina, nunca le dijimos Tina), era de las de Toluca, señora normal tirando a buena cuya peculiaridad muy irritante, era que jamás emitía opinión de nada. Era ambigua, esquiva, evasiva, queriendo quedar siempre bien con todos. Si le preguntaban quién le gustaba más, si Pedro Infante o Jorge Negrete, salía con “depende de la canción”; que si le gustaba el bacalao (estupendo), de la abuela Virgen (la de los siete embarazos), decía “pues no sé a ustedes”. El colmo fue cuando Tinita su hija mayor, se puso de “novia” de un señor casado (cosa grave en esos tiempos… y estos, supone uno), y tía Mar dijo: -A lo mejor es viudo -no tenía remedio (y no era viudo).
Es recomendable acudir al sentido común y tener presto el sentido crítico, en estos tiempos de redes digitales, por las que corren a gran velocidad, masivamente, noticias verificables junto con infundios, suposiciones, calumnias, tonteras y opiniones por las que merecen siete hogueras los que las emiten.
Se lo comento por el accidente que sufrió el velero Cuauhtémoc en Nueva York; costó dos vidas (hasta el momento), 11 heridos con diagnóstico de “delicados” (graves), y nueve heridos “estables” (supone uno que sus vidas no peligran).
Y heridos, no “heridos y heridas”, sin concesiones al repulsivo idioma políticamente correcto: en nuestro idioma, para referirse a grupos mixtos de mujeres y hombres, se usa el genérico en masculino, sin cuentos, que así nos entendemos hace más de mil años (como prueban las Glosas Emilianenses… otro día, con tiempo).
Fue una tragedia -una sola muerte lo es-, y quiera el Buen Dios no fallezca ni uno más. Y junto a la tragedia, el ridículo, la humillación, tanto al personal al mando de la nave, a la Marina Armada de México y al país.
México necesita ¡ya! ser noticia por algo positivo, edificante, digno de aplauso, en vez de ser asombro del mundo por nuestro crimen organizado, nuestra política de “pelotazo” o por cosas imbéciles: caso práctico, la reforma al Poder Judicial, que es escándalo hasta en Etiopía, dicho con respeto, pero Etiopía es un país algo retrasado, digo, no han podido empatar el calendario con el del mundo y allá están, según ellos, en el año 2017 (chéquelo por su cuenta), pero no están tan atrasados como para no tener tres poderes, bien separados y NO eligen por votación popular a sus jueces, que no sabrán en que año viven pero no son tarugos (y no es asunto menor, nada más piense en los problemitas fiscales que le puede causar una factura etíope fechada hace ocho años).
De regreso al penoso asunto del buque escuela Cuauhtémoc: como todos sabemos el sábado pasado, más o menos a las ocho y 24 minutos de la noche (tiempo de Nueva York), al zarpar del Muelle 17 de la isla de Manhattan, sus tres mástiles impactaron con el puente Brooklyn. Lo demás ya lo sabemos.
En minutos se tupieron las redes. Fotos, videos y opiniones asesinas en contra del capitán de la nave (incluso hubo quien “subió” su foto, su nombre y lo calificó de estúpido, usando una palabra que rima con azulejo). No se vale.
La prensa formal, fue más prudente pero no fue raro que adelantaran suposiciones presentadas como preguntas; pero en general, fueron responsables (lo mismo en televisión y radio).
Es en las redes que se observa el ya común fenómeno del conocimiento instantáneo de todo tema y la emisión de opiniones gratuitas, infundadas, no pocas veces mal intencionadas y casi siempre de baba muy espesa.
Aparte de los simpáticos de siempre haciendo memes de burla y chunga… ¡dioses!, fue un accidente que costó vidas… ¿qué ya nada merece respeto?… no.
Es tan obvio que da pena decirlo: algo salió mal. Algo no se hizo o se hizo mal.
Este menda texto servidor de usted, se pasmó por la sorpresa ante semejante accidente y la verdad, no imaginó a qué pudo deberse, dado que su experiencia en cuestiones de marinería, se agota en las lanchas del Lago de Chapultepec y en una inolvidable (por ingrata), incursión a bordo de una trajinera por las fétidas aguas de nuestra “Venecia”, Xochimilco (de veras, no nos medimos los tenochcas: ¡Venecia!).
Fue hasta ayer que un estimado amigo, hizo llegar a su junta palabras, un comentario de un señor que parece que sí sabe del tema: ingeniero mecánico naval egresado de la Escuela Náutica Mercante de Veracruz, jefe de máquinas y por años Inspector Naval en capitanías de puerto en Veracruz, Coatzacoalcos y Altamira. Algo ha de saber.
Informa el señor (y no anoto el nombre porque no tengo permiso), que todo buque al tocar puerto extranjero es sometido a una rigurosa inspección de sus condiciones mecánicas, entre otras varias más, por parte de la autoridad local, en el caso de los EEUU, la Guardia Costera de Estados Unidos (en inglés, USCG).
Además, en condiciones normales una nave como el buque Cuauhtémoc, al atracar y zarpar, es dirigido por el Piloto Práctico del puerto (sin que el capitán de la nave pierda el mando, claro).
En su opinión tres cosas pudieron haber fallado (o sus combinaciones): mala revisión de la nave por la USCG, mala operación del Práctico y errores (que parecen evidentes), de los remolcadores que debieron acompañar al buque zarpando.
Ayer en la tarde se publicó que el Cuauhtémoc emitió tres solicitudes de ayuda a los remolcadores. El dictamen del accidente lo dará la autoridad de los EEUU en un mes.
La Presidenta Sheinbaum, tiene razón al pedir que no se quiera sacar raja política de esto, pero es lo único que no debió decir: -“Ahora, ¿cómo catálogo yo este ataque que recibió la Secretaría de Marina y el gobierno? Mezquino, no tiene otro objetivo, es mezquindad, sobre todo cuando dos jóvenes fallecieron en vez de haber una solidaridad (…)” –es lo único que no debió decir. Lo único que importa son los fallecidos y los heridos.
Por cierto, ya se está cansando la claque de tanta evasiva: se está investigando, ya se informará, no tengo la información… eso pasa por querer ser siempre la madrugadora primera palabra. Señora, usted es, debe ser, la última palabra.