Sr. López
Tía Pepa (Josefina, claro), era toluqueña y católica grado 33. Se casó y dada su inverosímil práctica del pudor, para sorpresa de toda la familia (y de su esposo), tuvo un hijo (solo uno). A la tía le escandalizaba que las mujeres de la parentela visitaran al ginecólogo y decía que eso era una indecencia innecesaria y que desde nuestra madre Eva ninguna mujer tuvo que someterse a “semejante inmoralidad para llevar una buena vida”. Ya grandecita, empezó con problemas, las señoras de la familia y sus amigas, le insistían en ir al ginecólogo o a un sanatorio, pero se negaba diciendo que ella se atendía con “su médico”, un ancianito casi ciego que recetaba ‘papelitos’ y chochos, “que jamás me ha tocado un pelo”, aclaraba. Tuvo una mala muerte, con un seno podrido en cáncer. Tío Agustín dijo que había muerto por santa; en la familia decían que por tonta. Cierto.
El Presidente saliente es un señor que repite lemas y consignas, algunas que pueden sonar muy bien como “primero los pobres”, hasta que se pregunta uno ¿primero, qué?, o ¿después, quiénes?; y otras que de no ser indignantes merecerían una sonora carcajada: “tengo otros datos; mi fuerte no es la venganza; abrazos, no balazos; tengan para que aprendan”. Y también es un amasijo de contradicciones. Debe ser una pesadilla tratarlo.
Así, hay cosas en las que puede uno estar muy en desacuerdo con él pero no por eso, desechar sus planteamientos, por más equivocados que a uno le parezcan. Un ejemplo: su apasionada defensa del petróleo y su propósito de conseguir la autosuficiencia nacional en combustibles; cosas sensatas, aunque sean las ideas (al revés), del México de los tiempos de López Portillo, muy lejos de la realidad actual, pues a fin de cuentas si el petróleo lo saca un gallardo tenochca o un güerito yanqui, da lo mismo, que lo importante es el ingreso nacional que con Pemex queda en ilusión; y lo mismo con los combustibles, lo que pudo conseguir al menos en buena proporción comprando refinerías ya operativas y a un costo mucho muy inferior al capricho de construir Dos Bocas que ni se ha terminado.
Casi lo mismo se podría decir de su necedad esa de los abrazos no balazos, que a los que saben de seguridad pública y a los que no saben pero tienen sentido común, les pareció siempre un error de consecuencias incalculables, pero podemos suponer que el Presidente creyó sinceramente que los criminales atenuarían su violencia ante la fulgurante luz de la bondad presidencial. Bueno, es una tontería, pero lo tonto no es punible. Y lo terco, tampoco está en el Código Penal, para su buena suerte… le tocarían varias cadenas perpetuas. Se equivocó y por alguna extraña deficiencia en su cerebro, no alcanza a percibir la realidad ni sus errores. Es humano.
En lo que de plano la comprensión se agota es en su iniciativa de reformar la Constitución para hacer del Poder Judicial un berenjenal de improvisaciones que de ninguna manera lo mejorarán y tampoco (o menos), su iniciativa de desaparecer los órganos constitucionales autónomos. Y ambas están en ruta de ser aprobadas.
El Presidente saliente defiende esas iniciativas con insistencia de alineado, repitiendo frases hechas, mentirosas y guangas.
Para más negrura, la Presidenta electa las defiende también y con los mismos argumentos de su mentor. Doña Sheinbaum actúa como si tuviera dominada su voluntad por el Dr. Caligari (si no ha visto esta película, se la recomiendo; ‘El gabinete del doctor Caligari’, terror gótico, filmada en 1920 -es muda-, cuenta la historia de un loco hipnotista que usa a un sonámbulo para cometer asesinatos).
Un hipnotista, una sonámbula y México al garete, como navío desarbolado, a la deriva rumbo a la rocosa costa del autoritarismo. Y no exagera este menda.
Ha habido países en los que se ha impuesto la neutralización de la autonomía judicial y la eliminación de los contrapesos institucionales al poder ejecutivo de cada uno. Para abrir boca le recuerdo el caso de seis naciones que han padecido semejante aberración: Chile de 1973 a 1990, con Augusto Pinochet; Nicaragua de 1934 a 1979, con Somoza; Paraguay de 1954 a 1989, con Alfredo Stroessner; Haití de 1957 a 1986, con los Duvalier; República Dominicana de 1930 a 1961, con Rafael Trujillo; Argentina de 1976 a 1983, con los militares. Lo mismo hoy en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Todas dictaduras
A las dictaduras les es indispensable tener en un puño a todas las instituciones para ser omnímodas, sin contrapesos. Y a las dictaduras les es imprescindible el más fuerte nexo con las fuerzas militares y policiacas… ¡ay!, la incorporación de nuestra Guardia nacional al ejército, ¡ay!
Pero no son enchiladas. México está imbricado en acuerdos internacionales que tienen fuerza de ley y aparte, México no sobrevive, no es viable, sin la inversión extranjera o sin el T-MEC.
Ayer ya recibieron dos trompetazos de aviso López Obrador y más que él, doña Sheinbaum. El embajador de los EUA, Ken Salazar, oponiéndose a las reformas, declaró:
“La elección de jueces, magistrados y ministros por elección popular representa un riesgo para el funcionamiento de la democracia y para la integración de las economías de México, Estados Unidos y Canadá bajo el T-MEC (…) de aprobarse la reforma al Poder Judicial, los cárteles de la droga se aprovecharían de jueces inexpertos con motivaciones políticas (…) las democracias no pueden funcionar sin un Poder Judicial fuerte, independiente y sin corrupción”. ¡Éntrele doña Sheinbaum!
En el mismo sentido el mismo día, ayer, se opuso el embajador de Canadá, Graeme Clark, quien dijo que implementar elecciones populares para cargos judiciales en México, ha generado inquietud entre los inversionistas, “la reforma judicial puede afectar ese ‘vínculo de confianza’ entre los inversionistas y el gobierno de México”.
Si doña Sheinbaum cree que va a poder capotear a los EUA y Canadá con el discurso de su mentor, incurrirá en un suicidio político y desde antes de empezar, su sexenio será un gobierno fallido.