Sr. López
Este menda ya casi adolescente, se llevó la sorpresa de que tía Chela (Arcelia) y tío Martín, no estaban casados. No, no eran concubinos, estaban divorciados, bien divorciados, pero en todas las fiestas en casa de la tía, estaba él; se iban juntos de vacaciones, ella en un cuarto con sus dos hijas y él en otro con el hijo varón -nada de confiancitas hidráulicas-; y no había comida de domingo sin el tío presente.
La explicación de tía Chela era simple: -Nos cae muy bien a los niños y a mí –pero como marido, decía, era para matarlo y como papá, los primos decían que era una birria. Servía para divertirse y pasar el rato, o sea, no servía para nada.
Tal vez por influencia yanqui en décadas recientes en México cobraron auge las encuestas electorales y sobre el desempeño de gobiernos y gobernantes. Por comprensible razón, parece que hay un buen número de tenochcas ilustrados que las consultan y las creen.
Así, al creciente número de no morenistas y decepcionados por el desempeño presidencial, le saca canas verdes enterarse que según las encuestas, el señor de Palacio es muy popular, que la mayoría de la gente o al menos muchísimos, lo quieren. No es así.
Esa idea resulta de leer solo encabezados de prensa o por falta de tiempo para bucear en el habitual océano de información, cosa justificable entre la gente normal, pero indebida entre analistas y columnistas, que tienen obligación ética de ofrecer información sólida, no sesgada ni improvisada.
Revisemos el asunto advirtiendo a usted que este su texto servidor, se talló para encontrar datos lo más confiables posible, consultando diversas fuentes: de casas encuestadoras, a Mitofsky, Gabinete de Comunicación Estratégica, Polls.mx. El Financiero y Oraculus; de gobierno, INEGI, Coneval, Banco de México, INE y Hacienda; aparte de Transparencia Internacional; no le inventa datos este menda.
Sobre el número creciente de no morenistas y decepcionados, considere que las elecciones cuentan más como encuesta que las encuestas y que el actual Presidente ganó las elecciones del 2018 con más de 30 millones 100 mil votos, equivalentes al 53.19% DE LOS VOTOS EMITIDOS, y ahí está el detalle: por este Presidente no votaron 59 millones 218 mil 548 ciudadanos con credencial del INE (que son arriba de 89 millones 332 mil ciudadanos). Así las cosas, siendo abrumadora la cantidad de votos que obtuvo, el DOBLE de gente no lo eligió. Punto. Lo demás es música de viento.
En las elecciones del 2021 Morena consiguió casi 16 millones 760 mil votos, o sea: en tres años, perdieron casi la mitad de votos. Esto es dato duro. Ganaron los gobiernos de 22 entidades, sí, pero también perdieron casi la mitad de la CdMx, que consideraban su bastión (va bien doña Claudita, va muy bien).
Ya en el terreno de las encuestas, el actual Presidente llegó al poder con 84.14% de popularidad (aceptación, aprobación), que subió al 86.63% en sus primeros tres meses en La Silla. Muy bien, pero a su primer informe de gobierno, las encuestadoras reportaron que su popularidad había descendido al 71 por ciento; para el segundo, un año más tarde, ya estaba en el 61%; para el tercer informe, bajó al 54% en la encuesta de El Financiero (Mitofsky lo ubicó en el 58.4%; Gabinete de Comunicación Estratégica en el 57%). Como sea, ha perdido desde su cumbre de popularidad, en promedio, una tercera parte de seguidores.
Lo anterior es información muda si no se compara. En su tercer año de gobierno, Salinas de Gortari tenía el 77% de popularidad; Zedillo, 56%; Fox, 59%; Calderón, 64%; Peña Nieto, 37% (de pena ajena); y López Obrador, entre el 54 y 58.4%
Esto pone las cosas en perspectiva: no es del otro jueves, ni de cortarle el hipo a nadie la popularidad del presidente López Obrador que está muy debajo de Salinas, también de Fox y de su villano favorito, Calderón, empatado con Zedillo y por encima, claro, de don Quique Copete que gobernó sin poder salir nunca de la vorágine de desprestigio que le granjeó su frivolidad (ya dará cuenta al Creador por el chistecito de habernos dejado en manos de Morena & Asociados).
Otro dato interesante es que la popularidad del presidente López Obrador es descendente, baja y baja, en tanto que la de Salinas y Zedillo fue en ascenso; don Charly empezó con el 63% de popularidad y para el tercer año llegó al 77% ya dicho; Zedillo arrancó con el 37 y subió al 56% antes anotado. Y esto es relevante, no es lo mismo ir bajando que subiendo, empeorando que mejorando.
Otro aspecto a considerar es que, con excepciones, las encuestadoras se andan con cuidado, sus razones tendrán, y califican por un lado la popularidad del Presidente y por el otro, el desempeño de su gobierno que los encuestados califican mal:
Según El Financiero, sobre la economía, aprueba el 26% y desaprueba el 56; por la inflación, el 70% están que trinan; sobre seguridad pública, el 60% está en desacuerdo en apaciguar delincuentes con abrazos; y sobre la salud, curiosamente no encontró su texto servidor ninguna encuesta… bueno, que las sustituyan las manifestaciones de protesta por desabasto de medicamentos para niños con cáncer y las 5 millones de vacunas contra el Covid 19 que se les caducaron.
Por último, veamos algo sobre el pregón presidencial favorito: se acabó la corrupción (se dice con un pañuelo blanco en la mano):
Según Transparencia Internacional, con Fox, estábamos en el lugar 64 de un total de 180 países evaluados; con Calderón en el 89; en el sexenio corruptazo de Peña Nieto, bajamos hasta el vergonzoso lugar 111… y en el actual gobierno según el último informe de Transparencia Internacional, 2021, llegamos 124, al nivel de Níger, Gabón y Papúa Nueva Guinea; el peor evaluado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y el antepenúltimo del G-20.
Bueno, pues resulta no es tan popular y que está reprobado en su desempeño… y ahora, lo que no nos faltaba, el ‘El rey del cash’ y una pelea no de gallos, sino de guacamaya contra ganso. ¡Cierren las puertas!