Si algo de positivo ha dejado la pandemia del Coronavirus, claramente es la adaptación de la ciudadanía en general a la gestión online de la mayoría de los asuntos de la vida cotidiana. Desde el homeoffice y la educación online, hasta la compra mediante tiendas virtuales de cualquier tipo de producto y/o servicio. El boom se refleja en los números: la plataforma de e-commerce Mercado Libre, por ejemplo, anunció un incremento interanual de 93.9% en sus ingresos netos (1.702.7 millones de dólares).
El crecimiento de la actividad online también lleva a un incremento en la intervención de nuevas formas de medios de pago electrónicos y también nuevos actores en el mercado: las fintechs. Esto se debe principalmente a que, para pagar en las tiendas virtuales se aceptan las tradicionales tarjetas de crédito, débito o el efectivo, pero también han destacado las tarjetas digitales bancarias, las e-wallets, los códigos QR, e incluso el pago mediante criptomonedas.
Con un panorama como este se esperaría que el mercado financiero, tantas veces limitado a un sector reducido de la población tuviera las condiciones para extender su alcance y lograr la tan esperada inclusión financiera, pero pareciera no estar dando los resultados esperados.
Lamentablemente el porcentaje de bancarización de México es uno de los más bajos de la región latinoamericana: 1 de cada 3 mexicanos tiene acceso a algún tipo de servicio financiero. Porque estar bancarizado es eso, poder contar con, o al menos tener a disposición, no solo una cuenta bancaria sino también productos de ahorro y de crédito con cualquier tipo de entidad financiera y hacer uso constante de ellos.
El hecho de que las personas puedan acceder a bancos para un plazo fijo o poder solicitar un crédito hace verdaderamente la diferencia para no quedar afuera del mundo actual. No obstante, la brecha es importantísima en el país si se piensa que aún existen menos de 10,000 terminales de pago electrónicas por cada millón de habitantes.
Justamente, un buen indicador para poder analizar la inclusión financiera de la población es qué medios de pago son de preferencia de la gente. De esto se encargó el Banco de México realizando una encuesta de la que surgió que, pese al avance de las herramientas digitales, el efectivo continúa siendo el método de pago preferido para los mexicanos, incluso en medio de una crisis sanitaria que hizo disminuir la circulación de billetes por el temor al contagio.
Aunque las cifras pueden preocupar, las Fintechs ven el escenario como la oportunidad perfecta para poner en funcionamiento sus estrategias de captación de clientes mediante dispositivos móviles, en especial si se tiene en cuenta que en México existen actualmente más de 115.8 millones de teléfonos inteligentes activos, aproximándose a paso firme a la fórmula: un smartphone por cada habitante. Una vez que los servicios financieros se ponen al alcance de un teléfono celular, el camino a la democratización de estos se torna más simple ya que todo hogar cuenta, al menos, con uno de ellos.