Sr. López
En México, las noticias diarias de los sucesos nacionales nos han ido encalleciendo la capacidad de asombro. En esta nuestra querida patria, torpezas, crímenes y barbaridades, ya son folclorismos cotidianos que no interrumpen la siesta a nadie. La esperanza, anémica; el sentido común, abatido
todo parece tan absurdo, tan estúpido
¡tan estúpido!… ¿tan estúpido?… momento, momentito
la estupidez también sirve para pasar a la historia.
Tal vez intuyan eso algunos de nuestros actuales redentores autodesignados, prohombres de encuestas sobre pedido, quienes ante la escasez de gestas, recorren gallardos la senda del ridículo rumbo a la memoria imperecedera del buen pueblo.
La historia lo prueba, recuerde a Felipe II, rey de España que para destronar en 1588 a Isabel I de Inglaterra, organizó su Armada Invencible (La Grande y Felicísima Armada Española), pero por ahorrar la pertrechó mal y puso al frente de ella al duque Medina, por su prestigio social aunque de barcos no sabía sino ir de pasajero. Total, la Invencible se perdió en un temporal, no desembarcó ni a un soldado y regresaron a España, todos mareados y vomitados. Inmensa estupidez del Rey
y pasó a la historia.
Otros ejemplos: el Mariscal Foch (Ferdinando se llamaba, pero no le gustaba que se lo recordaran), héroe indiscutible que dirigió a los ejércitos de Francia en la Primera Guerra Mundial, declaró en 1911: Los aviones son juguetes interesantes, pero no tienen ningún valor militar. Carcajadas de la galería
y a la historia.
Otro gran estúpido que mantiene su sitio en la historia occidental es Jorge III, Rey de la Gran Bretaña, quien escribió en su diario, el 4 de julio de 1776: Nada importante sucedió hoy
ese día se le habían independizado los EUA.
Hay otros que nadie recordaría si hubieran sido avispados, como el tal Kenneth Olsen, Presidente y fundador de una empresa fabricante de computadoras, la Digital Equipment, quien gracias a una soberana tontería quedó registrado en la memoria humana, pues dijo en 1977: No existe ninguna razón para que alguien tenga una computadora en su casa. Vitrina especial en el museo internacional de la estupidez.
Y en esa línea está Louis Lumière, inventor junto con su hermano Augusto, del cinematógrafo que patentaron en febrero de 1895, para abandonar su patente pues según Louis era una curiosidad científica sin ninguna posibilidad de ser explotado comercialmente. Sitio de lujo en la historia de la estupidez
Morir a lo estúpido tampoco estorba para sostenerse en el recuerdo respetuoso de la especie humana. Sir Francis Bacon, el laureado sabio inglés, político, científico, filósofo y escritor (de hecho es persistente el rumor de que él escribía y firmaba como Shakespeare), tuvo la intuición genial de que el hielo podría conservar la carne. Para probarlo científicamente, compró un pollo, lo rellenó de nieve y se sentó a observar; del pollo no se sabe qué fue, pero él se murió de pulmonía
y habiendo muerto a lo estúpido, nadie ha pensado en defenestrarlo de su sitial de honor en la historia.
Y ya en estas es irresistible la tentación de mencionar al majestuosamente estúpido primer Ministro británico, Neville Chamberlain, quien en octubre de 1938 proclamó a su regreso de Alemania después de firmar el Pacto de Munich: Si hubiera más hombres cómo Hitler, la paz estaría garantizada en Europa. ¡A la historia!
Así vistas las cosas tal vez algunos integrantes del actual gobierno de esta nuestra risueña patria, ante la imposibilidad por falta de habilidades, de entrar a la historia por la puerta grande de los logros y éxitos, hayan optado voluntariamente y a sabiendas, por la infalible alternativa que ofrece la estupidez. Sí, seguro dicen a propósito las más grandes tonterías, porque si no es eso, si dicen lo que dicen en serio, entonces la cosa sería grave. No dudemos metódicamente, hagamos caso al instinto: nadie puede decir tantas tontadas si no es con intención. Unas cuantas muestras:
El 13 de agosto de 2019, explicó el Presidente cómo selecciona a los integrantes de su gobierno: Yo tengo que echar mano de instituciones y de servidores públicos honestos, porque eso es lo principal: 99 por ciento es honestidad, uno por ciento es capacidad
¡A la historia grande, escultura con foquitos de marquesina de cine que encienden y apagan! (Ojalá su cardiólogo tenga cien de capacidad y nos los cuide bien, aunque sea un crápula, digo).
Algunos de sus colaboradores -que sí tienen el 1% de capacidad-, parecen estar en una ruda competencia entre ellos para conseguir medalla y diploma por la mayor estupidez dicha en este gobierno. Lleva mucha ventaja el subsecretario de Salud López-Gatell, quien puede alardear de sus repetidos triunfos en la difícil labor de hacer todo mal, solo recuerde que el 28 de enero de 2020, cuando las instituciones de salud del mundo tocaban a rebato, declaró: El nuevo coronavirus se comporta como un virus de agresividad leve comparado con la influenza estacional (
) no pasa nada (
) la evidencia lo muestra. Imbatible, digo, no cualquier avala la estupidez de sus dichos con 600 mil muertos.
Pero sigue el torneo de estupideces. Ayer declaró el secretario de la Función Pública, Roberto Salcedo Aquino, que México está en semáforo naranja en materia de corrupción… optimismo delirante en grado estúpido: en octubre de este año México quedó como el quinto peor país del mundo en corrupción, de acuerdo a The World Justice Project, solo están abajo de nosotros Uganda, Camerún, Camboya y el Congo. Don Salcedo quiere ganar a toda costa su lugarcito en la historia.
Y hay una sorpresa. Ayer, la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, declaró que México impondría a los Estados Unidos represalias que duelan, si avalan incentivos fiscales para alentar producción de autos eléctricos en su país
¿qué tal?… México amenaza a los EUA. Más nos vale que si se enteran en la Casa Blanca se lo tomen a broma porque si no, ya sabremos que también hay estupidez letal.