José Antonio Molina Farro
Debemos procurar ser padres de nuestro futuro y no hijos de nuestro pasado
M . de Unamuno
Cualquiera que sea la actitud que se adopte respecto de Carlos Morales, se le debe reconocer como un fenómeno en grande de la política chiapaneca. Ganó sin estridencias, descalificaciones, mentiras y componendas. Su triunfo fue contundente. Sobrevivió a la guerra sucia y también al fuego amigo. No se arredró. Batalló y triunfó.
Ya en dos colaboraciones anteriores escribí sobre su vasta obra material, social y ambiental, ahora me detengo en rasgos de su personalidad, que lo significan como un político con carácter, energía y proyecto, cualidades éstas que influyeron en el refrendo de la confianza ciudadana. Su discurso sereno, ponderado, robusto y sin titubeos concitó una vez más las simpatías de los gobernados. Cautiva su prosa sencilla, alejada de la ampulosidad, la teatralidad y la construcción de fachadas que ocultan un vacío interior. Esta conducta y este lenguaje lo acompañan desde hace varias décadas. Son las virtudes de la sencillez y la autenticidad, muy alejadas de charlatanes sin escrúpulos.
El principio central del universo moral de Carlos es su vocación de servicio y su determinación de tomar decisiones valientes y novedosas para resolver los complejos problemas de Tuxtla, pues recibió un desastre administrativo y financiero. Tomó decisiones siempre apegado a un plan y a los principios originales, pero también con capacidad y humildad para rectificar, en función de circunstancias cambiantes.
Su imaginación política se acrecienta en la adversidad y me atrevo a decir que para él los retos son un disfrute. Sabe bien que los problemas que se soslayan estallan y contradicciones latentes se agudizan, de ahí que los enfrente sin dilación y con firmeza. Es inevitable que surjan en la mente del lector comparaciones con sus antecesores. El contraste es brutal. En Carlos hay honestidad, amor a Tuxtla y una fe apasionada en un futuro de prosperidad. Y otra característica poco común, selecciona a sus colaboradores en función de sus méritos, pues a algunos de ellos no los conocía personalmente. Se rodea de colaboradores inteligentes y comprometidos con el proyecto Tuxtla, los deja brillar, sabe escucharlos y atender sus propuestas.
Seguro de sí mismo, siempre está al mando, asume con dignidad y valentía su responsabilidad, y se muestra indiferente a la censura y el elogio. Algo nada menor es que acepta y reconoce la genuina indignación de la sociedad por las carencias que aún existen, las reconoce y se muestra dispuesto a escuchar, para implementar nuevas medidas que abonen al bienestar de los tuxtlecos.
Una vez concluida la jornada electoral y en un tiempo crucial para Chiapas, es imperativo disipar el encono, hacerlo en la pluralidad política, la paz social y el crecimiento económico. Hoy la consciencia cívica despertó. Corresponde a todos los responsables políticos impulsarla y sistematizarla, con una conducta pública con claro sentido ético y humanista.
P.D. ¿Dónde están los secretarios del gobierno del estado? ¿Dónde las estrategias de reactivación económica? Es deseable se informe sobre los rubros específicos y bajo qué reglas de operación se invertirán los 250 millones de dólares para el sur- sureste de México y en particular en Chiapas, anunciados por Kamala Harris; se menciona el fortalecimiento de las cadenas de valor rurales como el cacao, el café y el ecoturismo, además de préstamos y subvenciones. Ojalá las decisiones no se tomen sin la participación del gobierno de Chiapas, y se tiendan los puentes necesarios para una participación activa en el desarrollo de los proyectos.