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Cuando tía Tina (Ernestina), supo que su marido tenía un cáncer muy agresivo, incurable y que estaba puestos 15 (en estado terminal), exclamó a voz en cuello, mirando al cielo: -¡Gracias, Dios mío! –no se precipite, el tío era un batracio, golpeador y mantenido que con abogados amiguitos suyos, le escamoteó el divorcio largos años (eran otros tiempos), y estaba en un tris de quitarle la casa que ella heredó de sus papás. Nadie fue a su funeral, ni sus hijos. Hay de esos.
Hay cosas que todos las consideramos malas, porque lo son. Sin embargo, ameritan algo de reflexión. Por ejemplo las guerras. Las guerras son malas, sí, sin duda, y lo mejor sería que nunca ocurrieran, pero ya sucedidas, ya tragado el trago gordo, es válido recapacitar en qué cosas buenas salieron de esas tragedias.
La peor guerra que se ha librado en este planeta, fue sin duda la Segunda Guerra Mundial con entre 70 y 90 millones de muertes -imposible saberlo con precisión-, y su cauda de atrocidades sin justificación ninguna (de todos los participantes).
Pero así y todo, por esa guerra se lograron avances casi impensables en lo jurídico, científico y tecnológico. No hay espacio para enlistarlos, pero se deben mencionar cinco cosas de gran importancia: 1. Se hizo indiscutible el Derecho Internacional Público; 2.- La guerra ya merece repudio general (antes, hasta se celebraba entrar en una); 3.- No ha habido guerras entre potencias los últimos 80 años, porque las armas nucleares aseguran la destrucción mutua; 4.- El Código de Núremberg del 19 de agosto de 1947, primer esbozo de un código internacional de ética médica, como reacción a la barbarie nazi en experimentos médicos y eugenesia que salieron a la luz en el ‘Juicio de los Médicos’ (iniciado ahí en Núremberg, el 9 de diciembre de 1946). Y falta la quinta, tal vez la de mayor trascendencia:
Al mundo entero le quedó clarísima la iniquidad de los regímenes totalitarios, autoritarios, en particular los que acceden al poder por vía legal (Hitler y Mussolini), y ya con el mando, atentan contra la democracia fingiendo consultas al “pueblo”, para eliminar los poderes que los pueden limitar… ¡oh!, sí, Hitler hizo el 10 de abril de 1938, su referéndum de una sola pregunta, para saber si se le aprobaba la lista de 813 integrantes nazis al Reichstag (Parlamento), y la anexión de Austria; el 99.01% en Alemania dijo que “sí”; en Austria, el 99.73%; luego, el Parlamento de Hitler, le aprobó la Ley Habilitante (el 23 de marzo de 1933), para que gobernara por decreto personal. Legalito. ¿Así o más democrático el Fito Hitler?
Y de las leyes electorales a modo de Mussolini no le digo mucho, fueron absurdas y se las aprobó el Parlamento el 15 de julio de 1923 (con esa ley, el que ganara el 25% de los votos se quedaba con dos tercios del Parlamento). Legalito instaló su régimen autoritario (en un solo día, en enero de 1925, su Parlamento le aprobó 2,376 decretos). Nada contra la ley.
Bueno, después de la catástrofe que causaron esos gobiernos autoritarios, el mundo quedó curado de espantos y distingue bien a los regímenes democráticos de los que lo son solo en apariencia y tuercen las leyes para gobernar como les venga en gana. No hay manera de engañar a todas las cancillerías y los aparatos de inteligencia política de las potencias. Imposible.
Y las muchedumbres enfebrecidas que apoyan a esos gobiernos, no los impresionan, son las mismas chusmas que aclamaron a Hitler, Mussolini, Mao, Stalin, Franco, Oliveira Salazar, Perón, Pinochet… y al nada democrático régimen del PRI 70 años.
Los saben autoritarios y los observan para inducir cambios radicales cuando les conviene, solo cuando les conviene.
La noche de pesadilla en la Alemania nazi duró escasos 12 años (de 1933 a 1945), pero ¡cuánto mal! La siniestra noche en la Italia fascista duró más, 21 años (de 1922 a 1943), y ¡cuánto mal! Ahora toca peguntar cuánto durará la noche mexicana y cuánto mal hará.
Sí, sin cargar las tintas: estamos en la noche de un régimen que ya se hizo con el control del Poder Legislativo, la Suprema Corte, el Tribunal Electoral, el Tribunal de Disciplina Judicial y tiene ‘colonizado’, controlado (no diga cooptado, cooptar es otra cosa), al INE, ese que “no se toca”… pues no lo tocaron pero baila al son que le tocan. Nada puede frenar a este gobierno ni lo frenará.
La Presidenta no está construyendo el segundo piso de lo que inició el ausente (que NO vive en Palenque), no: está terminando la labor de su antecesor y nada más, cuando bien pudo ya teniendo todo el poder que da la presidencia de la república en este país, detener las iniciativas de reformas constitucionales que ni siquiera le sirven a ella.
O dado que no tiene el liderazgo en el Congreso, ya aprobadas las reformas, impedir la grosera manipulación de la elección del Poder Judicial; eso sí pudo hacerlo, pero eligió dejar que todo se fuera por la senda de las mapacherías que a decir de Martín Faz y Jaime Rivera, consejeros electorales del INE, constituyeron una “acción orquestada y sistemática” con recursos económicos y control político para influir en el sentido del voto y representan un grave retroceso para la democracia mexicana.
Martín Faz, agregó sobre la manipulación del electorado con “acordeones”: “Estadísticamente, es prácticamente imposible que los electores, de manera espontánea, eligieran las mismas combinaciones de entre más de 7 mil millones de posibilidades”.
Bueno, algo bueno saldrá de todo esto. De la gente depende que sea en las elecciones intermedias de 2027, quitándole a Morena la mayoría en la Cámara de Diputados y algunos de los 16 gobernadores que se elegirán. Ya se verá. O no y habrá que esperar tragedias para que vengan los cambios. Triste.
Mientras -y para atemperar su inmensa popularidad-, ayer supimos la importancia que el gobierno de los EUA, Trump en lo personal, da a nuestra Presidenta (la “wonderful woman”): la plantó, tenía una ropita que planchar en la Casa Blanca y la dejó vestida y alborotada