Sr. López
Tío Pancho y tía Pura (Purificación, la pobre), eran de los de Toluca, católicos y bien portados. Tuvieron dos hijos hombres y una nena, peores que Juan Charrasqueado (la niña también). Eran lamentación de toda la familia las trastadas de esos tres que ya grandes, son de no contarse. Comentó el caso su texto servidor con Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, y contestó: -Tío Pancho es Pancha y tiene marido, tía Pura es P… (ni le digo, puso una ‘t’), y los hijos ni ella sabe de quién son, ¿qué querías?, en esa casa todo es mentira -¡áchis!
Cada época tiene sus mitos, esas ficciones que ayudan a poner orden porque los seres humanos, en cuanto son más de uno, arman el despelote.
Con mitos se construyeron culturas, se implantaron costumbres, normas de convivencia y se mantuvo la cohesión social.
Así, durante algunos años (milenios), se calumnió al Buen Dios diciendo que Él daba el poder a los que lejos de recibirlo de Su parte, solo tenían la macana más grande y se imponían al resto a mamporros para mangonearlo (gobernarlo, decían).
Luego se dijo que el poder residía en el pueblo, que lo daba el pueblo; mentira muy gorda, pues si algo no tiene el pueblo, es poder y solo lo puede quitar cuando lo manipulan otros (casos de estudio: Revolución Francesa, Bolchevique o independencia de los virreinatos españoles en América; todos casos de recambio de poderosos en los que el poder nunca se quedó en el pueblo, faltaba más).
De un tiempo acá, en buena parte del mundo se venera a la democracia.
Hay no poco que comentar de esa ficción, la democracia, porque siendo cierto que ya no es tan raro que mediante elecciones se elija a los gobernantes, resulta interesante que nadie repare en que los candidatos son elegidos por alguien, por algunos, que ponen en las narices a la gente el menú obligatorio que no es inusual sea esperpéntico; y aparte, que los mecanismos, instituciones y organismos más importantes del mundo, ninguno, es electo por nadie (ONU, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial de la Salud, Organización Mundial de Comercio, etc.. etc.).
De la democracia también se debe decir que va en declive, no anda bien. En el mundo hay 195 países (la ONU reconoce solo 193), y en 2017, el número de democracias electorales (en las que realmente se respeta el voto), llegó a su máximo histórico, 96 naciones y para 2024 bajó a 88 países.
Pero las verdaderas democracias, las liberales, en las que la ley, la propiedad y el ciudadano son sagrados, bajó de 45 países en el año 2009 a 29 el año pasado (de 195 países, le digo, algo anda mal). No hay espacio para poner citas, todo está en internet, usted busque por su cuenta los prolijos estudios de Boix-Miller-Rosato, The Economist Intelligence Unit o Freedom House; no está uno inventando.
Otra cosa interesante es que en algunos países se observan pequeños cambios paulatinos, acumulativos, que no constituyen un violento cambio de régimen pero disminuyen los derechos democráticos de la ciudadanía, para de a poquitos, sin conmociones sociales, convertirse en autocracias (un caso paradigmático: la Rusia y su nuevo zar, Putin; hay otros).
Es un hecho y se habla poco de eso. En algunos países se erosiona la democracia y se endurece paulatinamente la autocracia. No es nuevo el fenómeno, pero el número de países que se iban volviendo autocracias se compensaba por los que se democratizaban.
Hay un proyecto llamado Variedades de la Democracia (V-Dem), que aglutina evaluaciones de 3,500 expertos e investigadores, que revisan la calidad de las instituciones políticas y la protección de los derechos democráticos en el mundo, gestionado por la Universidad de Gotemburgo en Suecia.
Bueno, según V-Dem, a partir del año 2013, aumentó el número de países con menor democracia y tendencia a la autocracia, y para el año 2023, ya eran 42 los países antes democráticos que van directo a la autocracia, lo que suma 2,800 millones de personas (la India bajo el mando de Narendra Modi, va volando a ser una autocracia, si no lo es ya, y ahí son poco más de 1,400 millones).
La misma V-Dem pone otros ejemplos de personas que viven en países en proceso de ser autocracias, que “son los 274 millones de personas en Indonesia, los 127 millones de personas en México y los 38 millones de personas en Polonia”. No es cuento de este tendencioso junta palabras. En el mundo se estudia y se investiga. Y ahí está nuestro país, en proceso de ser una autocracia (no falta tanto, esperemos la instalación de la Suprema Corte del Bienestar).
Si quiere ver a detalle la información que hasta aquí se ha resumido, tómese dos aspirinas y lea el estudio de Bastian Herre en https://ourworldindata.org/less-democratic.
Ahora bien. No haga drama ni pregunte quién le presta una pistola. La cosa es calmada. El mundo está mejor que nunca, apenas a principios del siglo XX ni quien soñara en derechos ni democracia.
No se ponga trágico, piense nomás en el terrible retroceso de la democracia en los años 30 del siglo pasado (Hitler, Mussolini, Stalin)… y en los 60 (Cuba, partes de América y África) y en los 70, cuando 18 países de golpe, se hicieron autocracias. Tranquilo.
La globalización aparenta ser solo en cosas de producción y comercio. No es así. Las potencias imponen el respeto a los derechos, a la ley, a la democracia, no por bondad sino porque son muy mal negocio las fábricas de pobres que son las autocracias y las dictaduras (no piense en China, es otro planeta).
De nuestra risueña patria le digo: el régimen cuatrotero carece de resultados en todos los órdenes y doña Sheinbaum no sabe que su pleitazo con el expresidente Ernesto Zedillo, los exhibe a ella, a su predecesor, a su movimiento y a su gobierno, ante el mundo, donde su aparentar y mentir, no sirven de nada. Señora, bueno, malo o regular, Zedillo es de ligas mayores, sus palabras las atiende el imperio, donde él sí es respetado. Sí señora, esto va mal, no es así, no sabe elegir a sus amigos ni escoger enemigos.