22 de noviembre de 2024

La Feria:Beberla o derramarla

Sr. López

La abuela paterna, Elena, la de Autlán de la Grana, Jalisco, contaba que allá a principios del siglo pasado, un tío suyo tenía tres hijas en “edad de merecer” (¿merecer qué?), y que su vecino de rancho, llegó con sus tres hijos mayores a proponerle boda triple.

Su tío preguntó qué chamaca quería cada uno, para ver si “las niñas” los querían, pero el papá de los donceles dijo que no, que eso podía complicarse si dos querían a la misma o los tres; que era mejor dejarlo a la suerte, que llamara a “las niñas” y sus hijos echarían volados para saber quién escogía primero, quién segundo y que al tercero le tocaría la que sobrara.

Contaba la abuela que aquello acabó con dos de los pretendientes muertos y el tercero, huido. Ya luego se casó cada una por su lado, decía sonriendo. Historias de pueblo.

En la mitología griega, Zeus consiguió a la suerte gobernar los cielos y a todos los dioses (por insaculación, que es meter en un saquito, de “in” -en- y “sacculus” -saquito-, en latín), contra Hades, que se quedó con el Inframundo, y Poseidón, los mares.

Lo de insacular no es ninguna novedad.Los griegos de la antigüedad eran muy pícaros y se inventaron esa vacilada de los dioses, para dar visos de validez a los puestos que por sorteo se otorgaban en Atenas allá por el siglo VI o V a.C., porque según ellos, así, al azar, los dioses ponían a los mejores.

Pero pícaros que eran, a los elegidos los sometían a la ‘dokimasia’, examen público, para saber si eran competentes y cualquiera de los presentes los podía objetar y si había razones, el suertudo no asumía el cargo (que duraba un año).

Se llama estococracia, el gobierno de los ciudadanos elegidos a la suerte. La cosa no parece haber durado más de dos siglos, pero siempre estuvo bien acotada: el sorteo de cargos especializados no era entre todos sino solo entre los capaces; y los demás cargos, sí, entre todos. (Pero todos, examinados en público).

Luego en la Edad Media, resucitaron el sistema en el norte de Italia, durante los siglos XII y XIII; en Florencia, un siglo (desde principios del XIV); y en Venecia funcionó hasta el siglo XVIII. Nada más que se nombraba al azar entre los previamente elegidos por la gente.

Tontos no eran.Lo de hasta el siglo XVIII fue porque la Revolución Francesa mandó a volar el método de la insaculación. Todo por elección popular, menos los jueces. Y medio mundo (Occidente) les siguió la corriente.

Luego y para cosas muy concretas como la integración de las direcciones de colegios profesionales, se recurrió otra vez al azar, entre pares, no a lo tarugo (en Francia; Luxemburgo; Italia; Austria-Hungría; Bélgica; Holanda y en Rusia para formar comisiones regionales que repartían tierras).

Nada del otro jueves.Desde el siglo XIX en los EEUU se elige en algunos estados a los jueces locales (nunca ningún juez federal), y a ningún jurado popular, que son seleccionados por abogados de entre los que, eso sí, fueron convocados al azar.

Les funciona porque en los casos civiles, el acusado puede solicitar que lo juzgue un jurado popular (de doce integrantes), precisamente por desconfianza del inculpado en un juez que puede tener sesgo, en particular al haber llegado al cargo por elección (en los estados en que así se hace); y en los casos penales, todos se someten al veredicto del jurado popular que para resolver si alguien es culpable, debe hacerlo por unanimidad de los doce. Y en los estados que eligen jueces locales no los eligen a lo mariachi, sino entre los abogados que tengan una formación de siete años, más tres años con el posgrado de ‘Juris doctor’, con práctica continua de la abogacía y pasar el examen de la barra de abogados de su estado.

Así sí.Eso es muy a tener en cuenta para el caso ‘terribilis’ de ahora en México: siendo ya constitucional la reforma al Poder Judicial federal, que los candidatos a jueces, primero llenen requisitos académicos, de práctica profesional y que pasen los exámenes de colegios o barras de abogados; y aparte y muy importante: que haya jurados populares, para que el acusado sepa que su destino no está en manos de un juez a modo de nadie. Quiero ver dijo el ciego.

La estructura judicial en los EEUU está muy organizada y es muy compleja. La reforma al Poder Judicial como ya se aprobó en México es un disparate.

Jueces y magistrados federales elegidos de entre los que se postulen y por azar queden de candidatos, no tendrán ningún contrapeso a resoluciones que bien pueden ser tendenciosas o sesgadas conforme a los intereses del propio juzgador o del grupo de poder que los nominó (Morena, para entendernos).

En los EEUU es el jurado popular la garantía de imparcialidad en las resoluciones y eso en México exige otra reforma a la Constitución para que ser juzgados por jurado popular, sea un derecho intocable de los que se presentan ante el tribunal.

Y tomaría años armar todo el entramado judicial para implantar en México este sistema.Pero quedemos muy claros, la elección de jueces federales en ningún país se hace (excepto Bolivia donde ha sido un desastre, aceptado por su impulsor, el fétido Evo Morales), y lo novedoso hasta la cólera, es que por primera vez en la historia del mundo, al azar se quite el cargo a los jueces, que se les destituya por rifa, como ya hicieron con 711, este sábado.

Mal comienzo de sexenio a contrapelo del derecho y la razón.Pero lo que no resiste análisis es la elección de ministros de la Suprema Corte, en la que se adoptan resoluciones sin ningún contrapeso.

A la Corte llegan asuntos en los que alguien reclama algo del gobierno y no habrá modo de controlar lo que resuelvan ministros elegidos por la gente de entre candidatos que ponga Morena, porque el gobierno es de Morena y tiene sobrada mayoría para poner de candidatos a quien le venga en gana, que después serán insaculados, sí pero de entre los suyos, para que votemos por quien votemos, seguro sea de ellos. Es una aberración.

En lo futuro el lema de la Suprema Corte, será beberla o derramarla.

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LA FERIA:La patria

Sr. López De tía Victoria ya sabe usted que tuvo más colchones que la cadena Sheraton; nunca casada, sin hijos; toluqueña, guapa de joven y