Sr. López
A ningún niño de la familia de este menda, le gustaba ir a casa de tía Toña. No era mala persona y cocinaba rico, pero era muy dispareja: por la misma travesura, ponía pintos a todos, menos a su nene, el primo Luisito, un gordito simpático pero muy consentido.
De no creerse el sentido natural de la justicia entre los de nuestra especie. Ya comentamos que la candidata presidencial del Presidente, doña Sheinbaum, presentó el lunes pasado sus propuestas para combatir la corrupción, sin dejar de advertir que se ha avanzado mucho, porque no puede decir a lo pelón, que se va a combatir la corrupción, porque algún malpensado podría deducir que eso significa que la hay y no es así, como prueba el presidencial pañuelito blanco.
Lo que dijo la Pasionaria modelo 4T, fue que su plan es para “dejar atrás la corrupción que aún pudiera subsistir en el gobierno federal y de los Estados”.¡Eso!, la corrupción que ‘aún pudiera subsistir’, diciendo ‘pudiera’, del verbo ‘poder’ en pretérito imperfecto del modo subjuntivo, modo que como reza el diccionario, corresponde a información “inespecífica, no verificada o no experimentada”.
O sea, a lo mejor, tal vez por ahí pudiera haber en el gobierno algo medio chueco, casi ni corrupto. Pero hasta eso va a limpiar. Bonito.
Lástima que el 30 de enero pasado, Transparencia Internacional, publicó el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2023, tal vez el principal indicador mundial sobre tan enojoso asunto, en el que nuestro país aparece por cuarto año consecutivo, con una calificación de 31 puntos en una escala de 0 a 100, o sea: México, súper reprobado en el lugar 126 de 180 países evaluados, empatado con El Salvador, Kenia y Togo.
Cuatro años de 4T cada uno, en semejante lugar y peor entre los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), donde nos ponen en el vergonzoso último lugar.
Que le apure doña Sheinbaum a dejar atrás la corrupción que aún pudiera subsistir.Las propuestas de doña S, incluyen crear una Agencia Federal Anticorrupción, un Sistema de Inteligencia Anticorrupción y un Sistema de Fiscalización. ¡Vaya!, que alguien le avise que desde 2016 ya existe en el artículo 113 de la Constitución, el Sistema Nacional Anticorrupción, creado junto con cuatro leyes que emitió el Senado: la General del Sistema Nacional Anticorrupción; la General de Responsabilidades Administrativas; la Orgánica del Tribunal Federal de Justicia Administrativa; y la de Fiscalización y Rendición de Cuentas de la Federación; y para que todo amarrara bien, reformaron el Código Penal Federal; la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal; y la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República; definiendo con todo ese entramado las responsabilidades y sanciones para funcionarios, civiles y empresas.
Y por cierto, doña Sheinbaum disimuladamente se refirió a que el INAI (Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales), no hace falta: “México no necesita grandes instituciones de transparencia”, dijo.
Si lo dice en serio es para preocuparse, México es el país de la opacidad y con la 4T eso se ha exacerbado como sabemos los integrantes del gallardo peladaje nacional.
Como sea, en México seremos lo que usted quiera, pero a hacer leyes nadie nos gana. Ya nada más nos falta aplicarlas.
No coma ansias.Sí vale la pena advertir que aún con las mejores leyes, muy bien aplicadas, el delito no desaparece, mengua, disminuye, pero jamás puede erradicarse.
Es así la naturaleza humana y hay que desconfiar de quien ofrezca eliminarlo porque o es tonto de la cabeza o engaña. Y con la corrupción, lo mismo.
No tenemos que definir qué es la corrupción, todos la identificamos a golpe de vista (o de oído). Lo chueco es chueco y se nota. Y existe desde la noche de los tiempos.
Por eso los delitos aparecen descritos con la pena que les corresponde en los más antiguos restos arqueológicos que se han localizado.
De la que se considera la primera civilización del mundo, la Sumeria, está el Código de Ur-Nammu, de por ahí el siglo XXI a.C.; del mismo rumbo en Mesopotamia, las Leyes de Esnunna, del siglo XX a.C. más o menos; el Código de Lipit-Ishtar, cerca del siglo XIX a.C.; y el muy conocido Código de Hammurabi, del siglo XVIII a.C. (por ahí del año 1750 a. C.); y por no dejar le menciono el Decálogo (no mentir, no robar, no matar), que es del siglo VI a.C.De esos antiguos documento, se lleva la palma porque define claramente los delitos de los funcionarios, el decreto del faraón Horemheb (1300 a.C.), que no se andaba con chiquitas y lo emitió para meter al aro a los empleados de su gobierno, en particular a recaudadores de tributos y a jueces, que oprimían a su pueblo; está en Karnak y dice:“Se castigará con implacable rigor a los funcionarios que abusando de su poder, roben cosechas o ganado de los campesinos bajo el pretexto de cobrar impuestos.
El castigo consistirá en cien bastonazos y hasta el corte de la nariz (aparte los deportaban a un lugar llamado Silé, por los rumbos de Suez); si el involucrado fuera un juez que se hace cómplice de un recaudador de impuestos para compartir sus rapiñas, la pena será de muerte”.
Don Horemheb, aparte creó dos tribunales de justicia con competencia en todo Egipto y la inspección periódica (auditoría), de todos los funcionarios, en particular los de los juzgados. Por cierto, en China hoy, se castiga con pena de muerte la corrupción.
¿Y qué cree?… la corrupción siguió y sigue aunque a la chita callando, porque cien bastonazos y perder la nariz, o un pelotón de fusilamiento, no son bromas.No se trata de resignarnos, sino de no dejarnos engañar: nadie tiene la pócima milagrosa que elimine la corrupción por completo; y sí recapacitar en que la peor corrupción es la protegida desde el cénit mismo del poder, la de la 4T, que oculta datos, niega hechos y exculpa con descaro funcionarios y cercanos. Y esa sí se puede erradicar. Éntrele doñita.