Lo que no te mata te hace más fuerte. Y para Pumas es algo que lo provoca. Es remontarse a sus ideales, confiar en sus raíces y soñar con una remontada en una cancha que no ganan desde hace nueve años.
En el primer capítulo de las semifinales, Tigres no pudo escribirlo mejor. En un Olímpico Universitario que parecía impenetrable y que sólo Monterrey había podido flanquear en el torneo, a los felinos del norte les salió inmejorable su visita a la fría Ciudad de México.
A los actuales campeones del torneo no les espantó los casi cinco minutos de escuchar Cómo no te voy a querer antes de salir a la cancha. Y es que incluso a los Tigres sin su mejor hombre, André-Pierre Gignac, quien se resintió de una lesión de pubalgia, les genera temor hacer frente a los grandes retos.
Un equipo que es compacto en cada una de sus líneas y que difícilmente se desconcentra volvía complicado el panorama de los Pumas y que entre tanto trabajo en media cancha perdió a uno de sus hombres por expulsión.
Al minuto 60, Santiago Trigos perdió la concentración y se le barrió por detrás a Rafael Carioca dejando una dura plancha en el mediocampista de los Tigres. Tras la revisión del VAR, Trigos por doble amonestación dejó vulnerable a los Pumas.
El bajón fue notorio en los auriazules. Remando contra corriente, Jesús Angulo los sorprendió con zurdazo raso al poste derecho de Julio González que no tuvo nada que hacer al 73.
Aunque viajarán a Monterrey con desventaja, los Pumas saben que el partido está en sus manos. Que los retos son para romperse, y que una sequía desde el 2014 de doblegar a Tigres en el Volcán no será suficiente.
Por: Excélsior