28 de diciembre de 2024

La Feria: Bomba de tiempo

Sr. López


Este menda cuando niño, creía que tía Amelia era rica y no, pero tuvo doce hijos varones y ya con todos casados, un día los juntó y les dijo que nunca les había dado un doceavo de tortilla ni un doceavo de albóndiga, que siempre comieron completo y en cambio, a ella, cada uno le estaba dando un doceavo de su gasto mensual y que desde ese mes todos le iban a pasar mesada completa. Lista la tía.

Si usted ya era adulto en la década de los 70´s del siglo pasado, seguro recuerda aquello de que “la familia pequeña vive mejor”. No podíamos seguir reproduciéndonos a lo zonzo, teníamos que controlar la natalidad. Bueno.

El planteamiento en el mundo era que el alto crecimiento de la población era insostenible y garantía de retraso al verse obligados los países a una economía de subsistencia aspirando cuando más a lograr la hazaña de producir alimentos suficientes para un número siempre creciente de habitantes, hasta que la “explosión demográfica” acabara arrasándolos, pues no sería posible ni eso, no habría ni comida. ¡Vaya!

Algunos necios y tercos (no es lo mismo), sosteníamos sin miedo al ridículo que nunca era aconsejable meterse con la naturaleza. Por su lado, la iglesia católica, el islam, el judaísmo, los evangélicos y otras religiones, se opusieron (y oponen), a la contracepción tanto por sus convicciones como por el respeto a la naturaleza como norma. Cada quien.

No se propone que las mujeres se llenen de hijos a lo loco, sino que se eduque a las personas para que sean responsables a la hora de reproducirse, pues no hay bien ninguno ni Dios que se ponga contento, porque la gente tenga hijos sin poder ni alimentarlos. Claro. Pero tampoco predicar que tener menos hijos es mejor, porque entonces no tenerlos sería excelente.

Como sea, para conseguir un planeta feliz, se impuso en el mundo lo de disminuir la tasa de natalidad llegando en algunos casos al aborto provocado con esa finalidad (en China, muchos millones de abortos y aparte, no se sabe cuántas niñas recién nacidas fueron asesinadas, porque si iban a tener un solo hijo, lo querían varón). Y ahora, cerca de 50 años después de haber empezado a tentalear los fondillos a nuestra Madrastra Naturaleza (la Conferencia Mundial de Población fue en 1974), en amplias regiones del planeta se enfrenta un colapso demográfico. Tal cual.

Bulgaria, Lituania, Letonia, Ucrania, Serbia, Croacia, Moldavia, Albania, Rumania, Grecia, Estonia, Hungría, Polonia, Georgia, Portugal, Cuba y otros, han encendido focos de alerta ante la evidencia de un mayor número de muertes que de nacimientos y no encuentran la manera de conseguir que la gente se ponga a tener hijos, para alcanzar al menos el nivel del reemplazo poblacional que según los especialistas en demografía es de 2.1 hijos por mujer, promedio.

Habrá a quien le importe un reverendo y serenado cacahuate lo que pasa en países que ni sabe dónde están. Pero hay otros con el mismo problema y más grave. En China, Rusia, Japón, Italia y España, sus gobiernos están verdaderamente muy alarmados.

En China, suspendieron la política del hijo único y la obligación de obtener permiso del gobierno para tener hijos y aparte, dan incentivos en efectivo y en deducciones de impuestos, pero no, la gente no se pone a tener hijos. En Rusia, con una tasa de natalidad de 1.2 hijos por mujer, Putin declaró en junio de 2022 que “(…) la demografía es la primera tarea para el país (…) debemos tener más personas y estar saludables (…)”. En España la cosa es muy grave y se habla de “la España vacía”, con regiones en que muere el triple de gente de la que nace (no está uno inventando, en Asturias en 2021, nacieron 4,780 niños y murieron 13,366 personas… sí, se están vaciando). En España tienen poblaciones completas sin un habitante y otras con una densidad de población de regiones desérticas o polares.

¿No se supone que debíamos ser menos?… pues sí, pero la realidad (la naturaleza), dice que no. Y el ejemplo estelar es la India que en 1965 tenía 499.12 millones de habitantes y casi triplicó su población para el año 2022 que llegaron a 1,417.17 millones de habitantes… y su economía no para de crecer, el año pasado fue la sexta del mundo y según su gobierno la respuesta es simple: el enorme crecimiento poblacional les proporciona, un aumento constante de la economía por un mercado descomunal de consumidores y al mismo tiempo, su riguroso sistema apegado al imperio de la ley, ofrece incentivos a los inversionistas. Por cierto, la India ayer puso una nave no tripulada en la Luna (nosotros en nuestra risueña patria, reventamos de orgullo por nuestros Voladores de Papantla y no podemos surtir medicamentos al sistema de salud).

Y no se le vaya a olvidar que el laureado tarugo de Thomas Malthus, el que publicó en 1798 su muy influyente “Ensayo sobre el principio de población”, afirmaba que de no reducirse el crecimiento de la población, para el año 1880 la especie humana se extinguiría. Bueno, en su época los terrícolas eran más o menos, 200 millones y ya andamos en los 8,000 millones… y no, no hemos desaparecido de la faz de la Tierra. Pero no son pocos los que siguen venerando a don Malthus. Cada quien.

Por cierto, el World Economic Forum (el Foro de Davos, pues), que reúne a los países y los personajes más ricos y poderosos del mundo, cada año publica su informe sobre Riesgos Globales…. y año tras año aparece el envejecimiento como lo que es, un riesgo global que estalla la pirámide poblacional y las economías.

En América Latina, la mitad de los países ya andan en una tasa de reproducción de 2.06 hijos por mujer cuando 2.1 es el límite para lograr el remplazo de la gente: no se puede permitir que mueran más de los que nacen. No es tan difícil de entender.

Por cierto, en México según el Inegi, en 2020, por primera vez se registró una tasa de fecundidad de 1.9 hijos por mujer. Y de esto tampoco habla ninguno de los precandidatos a la presidencia, porque hasta les quitaría votos, pero, es lo que es: una bomba de tiempo.

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Sr. López. Tía Soco (Socorro, obviamente), aun para el estándar de las señoras de Toluca, era escandalosamente sumisa al salvaje con que según ella, Dios