José Antonio Molina Farro
“Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal, resulta ya no inmoral sino criminal y abominable”
Cicerón
Nació el 30 de noviembre de 1874. A su sepelio asistieron cinco reyes, cinco jefes de Estado, dieciséis Primeros Ministros y cientos de notables de todo el mundo. Una figura histórica gigantesca. Su audacia sobrehumana, fuerte, imaginativa, orador de poderes prodigiosos, salvador de Europa, ‘The Old Lion’ pertenece tanto a la leyenda como a la realidad. Es considerado por muchos como el político más grande de la época contemporánea. Las palabras, las soberbias frases, la sostenida emotividad, comunican su visión de sí mismo y de su mundo. Pronunciaba sus frases memorables en un estilo majestuoso, sabedor de que su obra y su persona seguirían siendo objeto de escrutinio y de evaluación para muchas generaciones. Nunca se aprovechó de la opinión pública ni de sus flaquezas, tampoco concentró o amplificó los sentimientos de los demás.
El historiador G. W. Stevens, corresponsal de Daily Mail, lo calificó en un artículo como “el hombre más joven de Europa”, atreviéndose a predecir que a sus treinta años el Parlamento le vendría pequeño, y a los cuarenta, Inglaterra. Empezó su carrera política con una derrota y ganándose la antipatía de todos los dirigentes de su partido. De todas partes le llovieron insultos y los periódicos le dedicaron grandes titulares aconsejando a los conservadores que eligieran mejor a sus representantes. Solo un talento de su magnitud, un espíritu indomable y un temperamento insobornable como el suyo, podía sobrevivir a tamañas adversidades desde su juventud. Desde entonces advirtió que necesitaba más kilos de prestigio encima, a fin de imponer sus ideas en un mundo de adocenados. Tan hipnótica la fuerza de sus palabras, tan poderosa su fe, que el pueblo empezó a verse como él lo veía. Le impuso su imaginación y su voluntad. En el verano de 1940 le habló con una intensidad como nadie lo había hecho, ni lo ha hecho hasta ahora, creó un estado de ánimo heroico y sublime que cambió la suerte de Inglaterra y la gran causa de la libertad mundial. Se dirá que este es también un recurso de populistas, dictadores y déspotas modernos, pero la hazaña de Churchill fue el haber creado una ilusión dentro de un sistema libre, sin destruirlo ni torcerlo, menos aún con engaños grotescos y despreciables, potestativos de los demagogos ilustrados y no ilustrados.
El mito comenzó cuando se alistó sin retribución en la Caballería Ligera Sudafricana, en la batalla de Spion Kop, en la liberación de Johannesburgo, en Pretoria… La muchedumbre lo recibió enloquecida en las calles. DIOS BENDIGA A CHURCHIL, EL MAS NOBLE DE LOS HÉROES DE INGLATERRA. Era 1900, último año del siglo. Churchill llega al Parlamento y allí daba principio la más espectacular carrera política de Inglaterra, llena de genialidades y errores, de grandes triunfos y amargas derrotas, pero única. Le llovieron invitaciones de todo el país para dar conferencias, cobraba por ellas pues la profesión de parlamentario era muy cara. Hizo una gira por los Estados Unidos, ‘El héroe de cinco guerras, el autor de seis libros y el futuro Primer Ministro de Gran Bretaña’. Como parlamentario desde su primera y temprana intervención en la Cámara de los Comunes demostró la independencia que le caracterizaría siempre. Nunca se sometió a ningún partido y a lo largo de su carrera pasó de uno a otro, no según sus cambiantes preferencias, sino en la medida en que los partidos se amoldaran a sus propias convicciones. Cuando alguien lo acusó de tanto salto él explicó: “El cambio trae la mejora: no se alcanza la perfección sin haber cambiado muchas veces”. Muy distante de los arribistas y oportunistas de hoy, que se acomodan sin rubor a la ideología dominante, por ambiciones espurias. En realidad, para Winston Churchill el único partido que existió fue Winston Churchill. El entonces joven y fogoso parlamentario lanzó un ataque furibundo contra su partido por el excesivo gasto militar: “¿Es que no existe la pobreza en Inglaterra? ¿Se ha secado el Canal de la Mancha? Ni una sola voz se ha levantado para defender la economía. Que una voz se levante a favor de esta causa poco popular. Que alguien que no esté en la oposición proteste contra una política del diario aumento de la deuda pública”. Churchill inevitablemente trajo hacia mis adentros la medida de nuestras miserias. Hoy día, a casi un siglo de distancia ¿podemos acaso imaginar una crítica tan digna y tan elevada por parte de nuestros legisladores, cuando sus partidos gobiernan?
Tuvo terribles tropiezos y desaciertos. Su gestión en la Cancillería del Exchequer durante cinco años fue desastrosa. Se ganó la virulenta animosidad de la clase trabajadora. Virginia Cowles dijo: «Su actitud hacia la clase obrera fue dura, arriesgada, inflexible, influida por sus temores y desacuerdos con el comunismo». Isaiah Berlin, el filósofo político más grande del siglo XX establece un parangón con Roosevelt: “El saber (Roosevelt) a dónde iba, con qué medios llegaría y porqué se dirigía a ese destino hicieron de él un hombre vigoroso y alegre… Su pujanza interior compensaba con creces las deficiencias de intelecto o de carácter que sus enemigos jamás dejaban de señalar… Churchill tampoco temía el futuro, y ningún hombre ha amado la vida con más vehemencia ni ha comunicado tanto sus cualidades a toda la gente y a todas las cosas que ha tocado. Roosevelt tal vez haya sido capaz de hablar de sudor y de sangre, pero cuando Churchill ofreció lágrimas a su pueblo, pronunció una palabra que quizá hubieran expresado Lincoln, o Mazzini o Cromwell, más no Roosevelt, por valiente, generoso y perceptivo que haya sido”. Es mucho, muchísimo lo que podemos decir de este tremendo trozo de la historia, valga solo recordar que como Primer Ministro en 1940, mantuvo en alto el ánimo del pueblo británico durante la Segunda Guerra Mundial, confiriéndole una moral de victoria, que supo apoyar prácticamente con su conocimiento de la guerra moderna, su sentido de la estrategia militar y su gran habilidad diplomática. Con virtudes y defectos como cualquier ser humano, Winston Churchill, el estadista gigantesco, el luchador infatigable, el héroe, el visionario sin par, es un ejemplo vivo para las generaciones presentes y futuras.
Un comentario
Extraordinaria narrativa que, además, de ilustrar deleita el ánimo del lector, por el exquisito estilo de su autor.
El pensamiento de entrada de CICERÓN, está muy acorde con la política de nuestro país, donde el actual régimen a evidenciado la corrupción del régimen neo – liberal, demostrando el enriquecimiento ilícito de muchos personajes del pasado.