Sr. López
Se le advierte que esta Feria se escribe antes de saber qué tal salió la marcha del sábado, en defensa del INE; sin saber si de verdad se realizó en más de 50 ciudades del país y al menos en dos del extranjero (Los Ángeles, California y Barcelona, España); o si la asistencia sí fue multitudinaria.
Y se escribe sabiendo bien que en México, ni marchas ni plantones tienen consecuencias directas inmediatas, al menos desde que no se manda a las fuerzas policiacas -o a golpeadores-, a tundir marchistas, cosa no sucedida desde 1971.
La aparente falta de efecto directo de las marchas o plantones, en las decisiones del gobierno, no significa que sean inútiles.
Mire:Los políticos profesionales distinguen bien qué motiva una manifestación porque las hay meramente testimoniales (las de los 2 de octubre de cada año), y ni las toman en cuenta; tampoco consideran las que saben que son movidas por líderes que buscan su promoción y dinero, porque en nuestro país hay una industria de la protesta pública (hay organizaciones que rentan gente, en serio).
Pero también hay protestas absolutamente legítimas que aunque sean masivas, si no representan riesgo de permear al conjunto social, poco caso les hacen; en tanto que hay de las otras, legítimas en sus reclamos, que convocan masas, reflejan el ánimo colectivo y pueden inducir al repudio del gobierno en funciones y dañar el futuro de los políticos involucrados; estas obligan a políticos y funcionarios, a considerar hacer los cambios necesarios para, por un lado, apagar el descontento y por otro, no quedar marcados por la repulsa pública.
Pensar de entrada en que la marcha en defensa del INE, si es masiva, obligará a algo al Presidente, es ingenuo.
A este Presidente le han organizado unas cuantas marchas y plantones verdaderamente masivos, sin consecuencia ninguna.Recuerde la marcha contra la violencia de género del 8 de marzo de 2020, que convocó en el Zócalo de la capital nacional a cerca de 100 mil personas, la más nutrida en su género en la historia de México, de efecto nulo, aparte de haber obligado a blindar Palacio Nacional y a que el Presidente al otro día dijera “antes no habían estas protestas, empezaron con nuestro gobierno”, para luego afirmar que las asistentes estaban manipuladas por los ‘conservadores’.
También acuérdese de las protestas organizadas en 2020 por Frenaa, la del 30 de mayo, en 40 ciudades contra las políticas del Presidente exigiendo su renuncia (!); seguida por la del 3 de octubre, llamada Marcha por la Democracia, que discurrió del Monumento a la Revolución al Zócalo, que por cierto, retacaron con cerca de 180 mil asistentes que desbordaron la plancha y ocuparon calles aledañas.Y no por viejita, olvide la megamarcha llamada Rescatemos México, del 27 de junio de 2004, tal vez la más masiva de la historia nacional, cuando López Obrador era jefe de Gobierno del entonces D.F., clamando contra la inseguridad y con el lema de ‘Si no pueden renuncien’; que no mereció sino ser llamada por quien hoy es nuestro Presidente, como “la marcha de los ‘pirruris’”, añadiendo que había sido una manifestación promovida por los conservadores de derecha. Y punto, ahí quedó la cosa.¿O sea?… ¿no sirven de nada las protestas?…. no, claro que sirven si como ya quedó dicho, aparte de legítimas, reflejan el ánimo general.
Este menda vivió los hechos del 68 y por lo mismo no es admirador de ese “movimiento”, ni considera ejemplares a casi ninguno de sus líderes (siempre hay excepciones, en casi todo).
El “movimiento” terminó como terminó y aparentando que el gobierno se había impuesto (ahí sí con muertos), pero lo que es imposible negar es que las multitudinarias y repetidas marchas estudiantiles, primero nada más en la Ciudad de México, luego en ciudades del interior, al inicio solo estudiantes de la UNAM y el IPN, luego de no pocas del país, incluidas algunas privadas, a las que se iba sumando cada vez más gente común, obligaron a la clase política a darse cuenta que el país ya no podía seguir siendo gobernado como hasta entonces ni vivir apagando estallidos sociales a cubetadas de sangre.
Hubo un último intento de manejar la cosa política con mano dura, al estilo de los años del PRI imperial más añejo.
Fue Luis Echeverría el que protagonizó semejante desfiguro, que el 10 de junio de 1971, Jueves de Corpus, ordenó disgregar a golpes a los estudiantes que en la capital del país hacían una marcha en apoyo a la huelga de la Universidad de Nuevo León.
Se dijo y se dice que hubo 120 muertos, parece que no es cierto pero nadie sabe qué pasó realmente. Lo llaman el ‘halconazo’, porque los paramilitares que mandó el gobierno a reprimir, era del Grupo Halcones.
El escándalo fue enorme y el gobierno federal de entonces con mentiras y renuncias de funcionarios ajenos al asunto, medio salió del paso, pero la clase política asimiló que más les valía dar inicio a siquiera un remedo de democracia, como fue, hasta que con los años y gracias a la participación de gente muy seria de la academia y la política ¡y marchas!, se llegó a la impensable derrota del PRI y el recambio político nacional que permitió incluso el regreso del PRI a la presidencia, y luego el triunfo de López Obrador.
Algo funciona bien si en las últimas cuatro elecciones presidenciales han obtenido el triunfo tres partidos distintos y opuestos.
Algo funciona bien. Y las instituciones autónomas en materia electoral que hoy tenemos en el país, INE y Trife, son resultado de todos esos años de la larga marcha de México a la libertad y la democracia electoral (que ya es algo), que con todos los defectos que pueda tener y seguramente tiene, es infinitamente mejor que aquél país de ciudadanos en perpetua minoría de edad y en la autocensura, porque eran tiempos en los que hablar de política no era nada recomendable.
A ver cómo resultó la marcha del domingo. Y a ver si nuestros legisladores entienden que la cosa es con ellos. En la historia nunca se distingue cuándo es la última llamada.