Sr. López
El abuelo materno, don Armando, era un señor que hablaba poco y se le oía siempre con atención; lo respetaban hasta los que no respetaban a nadie. Una vez, mirando al primo Daniel, también nieto suyo pero con cociente de inteligencia de molusco en ceviche, negando con la cabeza, dijo bajito: -Algo anda mal en la familia pues sí.
Se los digo porque algo anda mal en la patria, no sólo porque está usted leyendo a este menda en lugar de a Juan Rulfo, sino porque salvo las reglamentarias y honrosas excepciones, el panorama nacional se está tupiendo de personajes menores y cuando en el corral empiezan a nacer becerros enclenques o deformes, se cambia de semental, de vacas o de oficio.
El fenómeno es general. Algo tiene que andar mal para que hayamos pasado de Tin Tan y su carnal Marcelo a Guerra de Chistes; de Héctor Suárez a Platanito; de María Félix a Belinda; de Lola Beltrán a Gloria Trevi; de Julio César Chávez a Alfredo Adame; del Mariachi Vargas de Tecalitlán a Timbiriche; de Ignacio López Tarso a Roberto Palazuelos; y de La Culta Dama de Salvador Novo a Las pellizcadas de doña Márgara. No hay derecho.
De verdad, la cosa es preocupante, no se trata de escandalizarse como viejita de las de antes, nomás porque a los muralistas los desplazaron los grafiteros y al Huapango de Moncayo, La calabaza de la Arrolladora banda El Limón. No, no es nada más eso, sino que no se puede negar: algo no está funcionando bien en México.
A los que hoy nos gobiernan les interesa afianzar en el país la pacífica revolución de las conciencias en que dicen consiste la cuarta transformación nacional. Están en todo su derecho de predicar sus convicciones nada más sería interesante que se definieran porque primero los pobres o erradicar la corrupción, no dice mucho de qué son o qué quieren, porque esos lemas son buenos para un barrido y un fregado, para la izquierda, la derecha y el centro. Pero sí es su derecho a condición de que primero, se respete al que piense diferente y se impulse el desarrollo cultural, la educación, la ciencia y la tecnología, sin contenido ideológico ni político.
Se insiste primero en la cultura porque hace respetables a los países tengan o no armamento nuclear, sean o no potencias industriales, a menos que le parezca que no salimos perdiendo como país al pasar de José Vasconcelos a Pedro Salmerón o del canciller y premio Nobel, Alfonso García Robles, a Marcelo La Corcholata Ebrard.
Muy en serio, fuera bueno que nuestros gobernantes dejaran las frases pegadoras, los lemas de infomercial. Nada hay que celebrar si se compara a los liberales y la Reforma de nuestro presentable pasado, con los izquierdistas de ocasión de Morena que ya podrían recapacitar en que su Movimiento es de Renovación Nacional, no de transformación, que renovar es hacer que algo se recupere, restaurarlo, en tanto que transformar es cambiar una cosa en otra y no se les eligió para eso, de ninguna manera.
No podemos taparnos los ojos como niños que así creen que se va el espanto: algo hemos perdido en el camino como para estar como estamos y que todo se diluya ante los otros datos, como si la evidencia no nos gritara que como vamos, vamos mal en seguridad, economía, educación y salud, con más pobres que nunca y con la misma corrupción de siempre (ni es cierto, antes a los corruptos los correteaban, ahora los exonera el Presidente en persona).
Debe haber por ahí algún especialista en salud mental o entomólogo, que nos explique la tranquilidad con la que el tenochca simplex promedio, contempla la inactividad general del gobierno en particular de los secretarios de Estado, y la falta de consecuencias ante las declaraciones y ocurrencias de nuestro Presidente.
¿Le parece que exagera su texto servidor?… bueno, ayer, en su mañanera, el Presidente arrancó diciendo: Hoy vamos a escuchar cumbia por el triunfo de Gustavo Petro que nos da mucho gusto, no lo puedo ocultar, estoy muy contento, refiriéndose al candidato ganador de las elecciones presidenciales en Colombia.
Ignora el del teclado si le pusieron cumbias de fondo musical, mientras informaba que ya se había comunicado por teléfono con el tal Petro para felicitarlo (Biden sufre).
Don Petro pasó las de Caín para llegar al poder, en serio, en sus tiempos de guerrillero fue preso y torturado, luego ya hizo carrera política dentro de la legalidad y con muchos obstáculos.
Don Petro se dice de centroizquierda y declaró el 29 de mayo de 2018: He sido de izquierda y no me arrepiento. Pero no propongo un programa de izquierda. No propongo un programa socialista. Eso no funcionó. El problema de Colombia es que no se ha desarrollado el capitalismo. (…) Lo que proponemos es el desarrollo de un capitalismo democrático.
Nuestro Presidente dijo que en el telefonazo, conversaron sobre la integración de todo el continente como una región económica parecida a la Unión Europea. ¡Áchis!, ¿eso con qué se come? No se espante, el Presidente explicó: Vamos a trabajar juntos, todos los gobiernos de América Latina y el Caribe (
) y se debe incluir a Canadá y Estados Unidos. ¡Ah, bueno!, ahora solo faltaría que los EU se plieguen a sus designios
¡seguro!
Sí dejó muy claro nuestro Presidente que se está viviendo el resurgimiento de las fuerzas políticas de izquierda en América Latina desde su llegada al poder en 2018. O sea: él, él solito, como en todo y siempre.
Esa afirmación les saca ronchas a los izquierdistas de América Latina. Los partidos de izquierda en Latinoamérica, tienen antecedentes desde fines del siglo XIX (el Partido Socialista Argentino se fundó en 1896, por ejemplo; en Chile desde 1933; en Perú ganaron la presidencia en 1985; en Brasil en 2003 y en esa década, también en Venezuela, Bolivia, Ecuador y El Salvador; para ni mencionar que en Cuba está desde 1959 una dictadura que sí es de izquierda), para ni entrar en detalles sobre la Internacional Socialista de América Latina, a la que pertenece el PRI, por cierto
origen es destino.