26 de diciembre de 2024

¡Tanta necedad! : La Feria

Sr. López

En la familia materno-toluqueña de este menda, cuando algo era la gota que derramaba el vaso, decían: -Brincaría Beatriz… –y lo decían porque esa tía durante 24 años fue la imagen viva de la esposa sufrida todo terreno, que al crápula con que se casó, le toleró hambres, malos modos, borracheras, camisas con bilé, decían que algunas cachetizas y regresar sin calcetines (de otras prendas no se supo). Todo le aguantó, pero la noche en que fueron a pedir la mano de Beatricita su hija mayor, ya en la sala sus futuros consuegros, su maridito se presentó nada más con el pantalón de la piyama. Hubo boda, sí, pero sin el papá de la novia del que no se supo más. Todo tiene límite.
Hay a quien se le queman las habas por saber cómo serán los tres años que le quedan al gobierno del Presidente López Obrador. Eso preguntó este su texto servidor a uno que de esto sabe todo (50 años nadando en la alberca de sabandijas de la política mexicana sin un rasguño, que ha ocupado todos los cargos de elección popular en su estado; varias veces diputado federal; una, senador; y estrecha relación con varios presidentes), quien con tono neutro, respondió: -Revise el 85 constitucional -y no dijo más.
Ese artículo de la Constitución, reza: “Si antes de iniciar un periodo constitucional la elección no estuviese hecha o declarada válida, cesará el Presidente cuyo periodo haya concluido y será presidente interino el que haya designado el Congreso (…)”. ¡Áchis!
En principio, el domingo 2 de junio de 2024 serán las siguientes elecciones presidenciales y el 1 de octubre asumirá el cargo quien haya resultado ganador; ¿por qué hay que preocuparse por eso? Se supone que ya es rutina el cambio de Presidente de México, digo, cuando menos desde 1928. ¿Por qué uno que domina la receta secreta del caldo de alacranes, se anda fijando en esa disposición de nuestra Constitución que prevé un Presidente interino si no hubo elecciones?… no, no es eso, elecciones habrá, es lo otro: que no se haya declarado válida la elección. ¡Bingo! (que miedo).
Mire usted: está más fácil que regrese don Porfirio en el Ypiranga, a que el presidente López Obrador cambie. Pruebas sobradas hay de que dijo la verdad el 18 de febrero de 2018, cuando al rendir protesta como candidato de Morena a la presidencia de la república, se definió a sí mismo, diciendo: “Soy terco, es del dominio público, necio, obcecado (…) actuaré como Presidente de la república, con terquedad, con necedad, con perseverancia, rayando en la locura, de manera obcecada (…)”; al del teclado no le crea nada, véalo en https://www.youtube.com/watch?v=lAYyr4R2Le0, a partir del minuto 7 con 31 segundos.
Así las cosas, respóndase a usted mismo si el Presidente no va a intervenir en la campaña electoral del 2024. Ya lo hizo este año y él mismo lo aceptó campanudamente en la mañanera del 11 de mayo al responder a un reportero que le dijo: -Se ha dicho que está metiendo la mano en las elecciones –y respondió: -Claro que sí, claro que sí, si aquí lo di a conocer, si es de dominio público, lo estoy diciendo (…) –y agregó que lo hacía para impedir fraudes electorales, está bien, pero por lo que sea, es delito electoral y la cantaleta de los fraudes electorales ya se le ha oído hasta la náusea.
Lo previsible con las fichas acomodadas como hasta ahora, es que el candidato de Morena, gane las elecciones presidenciales del 2024. Es de esperarse su triunfo aunque pongan de candidata a doña Claudita (el “aunque” obedece a que el país sigue siendo machista y para esos efectos, también muchísimas mujeres; por supuesto sería menos difícil con Ebrard y en caballo de hacienda con Monreal… pero, el señor es terco), y es de esperarse esa victoria porque el Presidente usará toda la maquinaria política que representa el gobierno federal, los estados gobernados por morenistas y algunos de otros partidos, más el presupuesto del país, su saco de mañas completo y la multitud de “servidores de la nación”… y casi casi no vale quejarse: los gallardos electores tenochcas hemos permitido todo eso otras veces, muchas veces.
Ese pronosticable triunfo, lo saben los otros partidos y algunos no pocos gargantones de los sótanos del poder y el dinero grande. Y esos también saben que el poder presidencial se reduce por días una vez celebradas las elecciones, por horas -ya va de salida-, y no vale la pena para nadie quedar bien con él, que cada minuto que pasa, está más cerca de ser un desecho político.
De esta manera y sabiendo que sin duda el Presidente se meterá en la campaña electoral, ya desde ahora está claro que se deben documentar cuidadosamente las intervenciones de él y las de sus huestes. Va a ser un carnaval de marrullerías.
Conseguir que no se declare válida la elección, es un sueño, muy difícilmente se lograría semejante cosa. Pero igual y como hipótesis: si se declara nula la elección, el Congreso de la Unión, las dos Cámaras, se instalan en Colegio Electoral y nombran al Presidente interino con dos terceras partes de votos y el Congreso convoca a nuevas elecciones en un máximo de nueve meses. Si se llega la fecha fatal del 1 de octubre sin haberlo nombrado, automáticamente asume el Presidente de la Cámara de Senadores, hasta que los legisladores se pongan de acuerdo.
¿Va a suceder semejante despelote?, francamente parece imposible, pero el Presidente suma diario, nuevos agraviados y ofendidos: la clase política, universitarios, intelectuales, clase media, inversionistas, campesinos abandonados, enfermos sin medicinas. Agregue que el Presidente intervendrá con todo descaro en el proceso electoral, con el agravante inaudito de que la delincuencia se vuelva a “portar bien”.
Con un INE y un tribunal electoral federal que no se han dejado mangonear por el Presidente, ni ahora que está en la plenitud de su poder, la cosa ya no suena tan imposible, al menos para sentarse a conversar todos los partidos para encontrar una salida que no mande al país al desorden social… pero ¡qué necesidad, tanta necedad!

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