24 de noviembre de 2024

Y firmó… La Feria

Sr. López

Si doliera lo tonto, tío Lalo hubiera gastado su sueldo en analgésicos. Era tonto de capirote, tanto, que a Marita su única hija mujer, la hizo firmar un compromiso de que ya no iba a seguir con la práctica intensiva de gimnasia rítmica en pareja, con la fila de novios que tuvo. Tía Elena su esposa, casi lo mata cuando lo supo: -¡Eso no se firma!… ni el consuelo de hacer como que no sabemos nos dejaste… -por algo Pepe, el impresentable Pepe le decía tío Lolo. Tenía razón.

En la Cumbre celebrada en Washington, a convocatoria del presidente Biden, acudieron nuestro Presidente y el Primer Ministro del Canadá.

El presidente López Obrador pronunció un discurso de 658 palabras, de las que dedicó 524 al asunto que más interesa a los EUA: China, bloquear su expansión económica y comercial; y sobre la defensa de los migrantes, empleó cien palabras. Lo poco restante fue introducción, despedida y las cortesías obligadas.

Sostiene este menda que el discurso del Presidente alguien se lo escribió (qué bien, así debe ser), porque contiene cifras y consideraciones de geopolítica del todo impropias de él. Y lo leyó bajo la complacida mirada de don Biden.

En La Feria del viernes pasado (escrita antes de conocer los resultados y contenidos de la Cumbre), comentó el del teclado: “A don Biden le urge apretar tuercas para que México contenga el flujo de migrantes y respete los contratos, todos, los energéticos también, pero con pincitas, porque su interés mayor es asegurar con México las cadenas de suministro que disminuyan y eventualmente eliminen la dependencia de importaciones de China”.

Bueno, lo dicho, pero no era de esperarse que la parte sustancial de la alocución presidencial fuera lo de acotar a China. El presidente Biden no tuvo que poner el tema sobre la mesa, lo hizo México. Dice el segundo párrafo del discurso de nuestro Presidente:

“La integración económica, con respeto a nuestras soberanías, es el mejor instrumento para hacer frente a la competencia derivada del crecimiento de otras regiones del mundo, en particular, la expansión productiva y comercial de China”.

Clarito, “hacer frente”, o sea, enfrentar, confrontar, contraponer, contrarrestar (si le interesa leer el texto completo, está en https://www.excelsior.com.mx/nacional/amlo-discurso-completo-en-eu-cumbre-de-lideres-de-america-del-norte/1483321).

China no ha sido tema frecuente ni esporádico de nuestro Presidente en sus mañaneras ni en su continuo discurseo, pero es un hecho público que su gobierno planeaba acercarse al gigante oriental buscando mayor cooperación y comercio. Haga memoria:

Antes del inicio de esta administración, don Ebrard declaró el 10 de noviembre de 2018: “Para el gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador, es un objetivo fundamental ampliar las exportaciones de México hacia China (…)”. ¿De veras?… ¿era objetivo fundamental?… pues ya no, ahora hay que hacerle frente.

Luego, el 10 de mayo de 2019, se publicó: “La fuerza económica de Xin Jinping se ha acercado al Gobierno de AMLO con relación a temas económicos. Han llegado unas 1,600 empresas chinas a México con la finalidad de establecerse en el país (…) La llegada de estas empresas es la mayor que se ha dado en la historia, debido a la confianza que da el presidente AMLO al empresariado chino”. ¡Padre!, lástima que se puso trompudo el tío Sam.

El 1 de marzo de este año, la prensa reportó: “México proyecta la llegada de más capitales de China en 2021 (…) buscamos fortalecer nuestra presencia en China a través de exportaciones e inversiones, y también queremos tener una mayor presencia de China, que es una economía en crecimiento, es una economía que innova y es una economía con la que nosotros nos complementamos”, dijo la subsecretaria de Comercio Exterior, Luz María de la Mora”. Sí, la cosa iba en serio, iba.

El 6 de abril pasado, se informó: “Estiman que entre 2021 y 2025 empresas chinas aceleren inversiones en México”. Se sugiere cambiar el tiempo verbal: estimaban.

Ya desde febrero de 2019, China manifestó gran interés en invertir en el sureste mexicano, particularmente en el Tren Maya y el Corredor Transístmico, como manifestó la presidenta de la Cámara de Comercio y Tecnología México-China, Amapola Grijalva; pero ya desde esas fechas, el tío Sam puso la pata dura: el entonces presidente Trump, se opuso y se dijo dispuesto a declarar una guerra comercial a China y de repente, el presidente de México, canceló toda opción de inversiones de ese país en esos proyectos estratégicos, como dijo clarito el 3 de mayo de 2019:

“No anden inventando que va a venir inversión extranjera y que los extranjeros van a apoderarse del Istmo; mentira, todo lo haremos con inversión pública y si hay inversión privada, será de mexicanos”. No era invento, lo había declarado Gerardo Esquivel, su alfil para subsecretario de Hacienda que acabó de subgobernador en el Banco de México.

Respecto de la intentona en curso de reforma constitucional del sector energético, hay quien se quedó con las ganas de ver a Biden metiéndole bronca a nuestro Presidente. No son las formas y no hacía falta porque nuestro Presidente firmó el compromiso de “reducir las emisiones de metano y carbono, promover metas más ambiciosas en materia de cambio climático y acelerar el despliegue de energías renovables a nivel regional”.

Por supuesto el Presidente puede haber firmado tal compromiso tan claramente contrario a sus propósitos, pensando en que luego hará lo que le venga en gana. Puede ser pero el cálculo de algunos analistas del gobierno de los EUA es que “(…) los tres años restantes de este gobierno en México, son insuficientes para conseguir un cambio radical en la materia, afrontando al mismo tiempo demandas y arbitrajes; importa ratificar en los acuerdos de la Cumbre los compromisos previos del USMCA (T-MEC), para que la siguiente administración federal mexicana los asuma sin costo político por encontrarlos firmados por el Presidente López Obrador; es vital obtener su firma”. Y firmó…

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