23 de noviembre de 2024

Medido : La Feria

Sr. López

Tía Carmita –de las toluqueñas-, era abuela de muchos, bisabuela de más y tía bisabuela de todos. Vieja como los cerros, vigorosa y más católica que San Pío X, no se andaba con chiquitas ante la menor falta a las costumbres de religiosidad todo terreno, “full proof”, con que condujo su larga vida; por ejemplo, si alguno de la tribu salía de vacaciones en Semana Santa, en cuanto lo veía, lo acribillaba: -¡Renegado!, ¡impío!, ¡réprobo!, ¡infiel!… –y como todos la querían le aguantaban sin chistar sus filípicas. La vez que una de sus sobrinas bisnietas, se puso de novia de un gringuito deslavado… ¡protestante!… en cuanto la tuvo enfrente, le gritó: -¡Traidora! –sin poder añadir más, trabadas las mandíbulas de coraje, pero la sobrina, le contestó sonriendo: -No te apures, tía, lo único que no hacemos es hablar de religión -y ése “único”, casi privó a la viejita. ¡Las sales!
Mañanera del 7 de octubre: el Presidente decretó: los que no aprueben su iniciativa de reforma a la industria eléctrica y el litio, son traidores a la patria.
¡Vaya!, uno hubiera pensado que las iniciativas de ley, de reformas o lo que se sea que se mande a discutir al Congreso, se manda para eso, para que lo discutan, aprueben, rechacen o modifiquen. Pues ahora resulta que no
El Presidente tiende a ponerse dramático y usa como si fuera bala de plata, llamar traidor al que le apetezca desautorizar, al que sospeche que no va a darle la razón o nada más no le guste cómo piensa. Don Gabriel Zaid lo llamó “artista del insulto”, bueno, parece que además es el San Miguel Arcángel de la 4T: con su espada flamígera expulsa del Edén de su aprobación dadora de toda gracia, al que haya probado el fruto prohibido de tener criterio propio.
El 5 de febrero de 2014, cuando don Peña penita Peña, envió al Congreso su iniciativa de reforma energética, el movimiento Morena y su líder, lo denunciaron como traidor a la patria ante la entonces PGR, alegando que la propuesta sería aprobada por nuestros legisladores porque “los que se hacen llamar representantes populares, diputados, senadores, no son más que empleados del grupo de intereses creados de nuestro país”; o sea: es traidor a la patria el que propone una ley y se la aprueban las cámaras legislativas federales y estatales… ‘tá bueno saberlo.
También tachó de traidores a la patria a los abogados mexicanos que defiendan empresas extranjeras (febrero de este año), lo que merece un nuevo capítulo en la Constitución: “De los sujetos sin derecho a defensa ni juicio justo”. Chulada.
En el caso de don Peña Nieto, era traidor a la patria si el Congreso le aprobaba su iniciativa y ahora es al revés, será traidor a la patria el que no apruebe la iniciativa de este Presidente (se solicitan instrucciones).
Conforme a nuestro derecho, es traidor a la patria el que actúe de alguna manera contra la independencia, soberanía o integridad de la nación mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero (artículo 123 del Código Penal Federal; Capítulo I). Se trata de actos de guerra, de invasión al territorio nacional. No es traidor a la patria el que le renta su casa a un francés o le vende tamales a un yanqui, cuantimenos el que firma un contrato mercantil apegado a nuestras leyes, con un extranjero, por ejemplo para que produzca y venda electricidad, por ejemplo.
Dejando en remojo lo de la “traición a la patria”, ha de ser dicho que el Presidente de la república tiene todo el derecho de preparar y enviar iniciativas de ley al Congreso, como mejor le parezcan. No se puede ser demócrata a contentillo: si la iniciativa de ley me gusta, estoy de acuerdo y le aplaudo al Ejecutivo; pero si no me gusta: es una birria de persona y no tenía derecho de presentarla. No, señor
Otra cosa muy diferente es que por sus iniciativas los conoceréis: cuando un Presidente propone leyes bien pensadas y que previsiblemente beneficiarán al país, está muy bien y ya los legisladores verán que les ajustan o si las pasan como les llegaron; pero si un Presidente envía propuestas fantasiosas, ajenas a la realidad o simplemente por capricho, entonces, está muy mal y a los legisladores toca impedir daños a la nación.
En el caso de la reforma eléctrica no debería haber ni iniciativa, pues por más que la autorice el Congreso, queda vigente el inmenso impedimento que significan los tratados comerciales que tiene firmado el país y tienen fuerza de Ley Suprema.
Lo que no pueden exigir los admiradores del Presidente, es que la gente se lo tome en serio como cuando accedió al poder pues al ejercerlo ha ido manifestando cada vez más contradictorias posturas: de los abrazos a delincuentes al acoso de científicos; de la “república amorosa” al florilegio de insultos a medio país; de la austeridad republicana al bárbaro dispendio en obras económicamente inviables; del negarse a recibir a Javier Sicilia, los Le Barón, las madres de niños con cáncer, las mujeres que sufren violencia, a saludar de mano a la mamá del Chapo, que no es por eso una delincuente, de ninguna manera, pero no sufre como todos los que el Presidente se niega a atender.
Y las contradicciones presidenciales incluyen que después de llamar traidores a la patria a los legisladores que no aprueben su reforma eléctrica y amenazar con exhibirlos públicamente (no para que les echen flores), a renglón seguido predicó: “Democracia es derecho a disentir, que todos podamos debatir, expresarnos, ahora hay hasta insultos, pero no pasa nada” (mañanera del pasado 6 de octubre). ¿En qué quedamos, mentadas de madre o cariñito azucarado?
Como sea, ojalá se abandone ese extremismo de andar tachando a la gente como traidores, porque traición también es, según el diccionario, la falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener y actuar alevosamente, faltando a la lealtad o confianza. Y este Presidente tuvo una inmensa confianza de muchos millones. Sí, que ya deje eso, por aquello de con la vara que midas serás medido.

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