Sr. López
Tío Raúl no le caía bien a nadie, empezando por su esposa, tía Nati (Natalia). Era un Juan Charrasqueado urbano y con fama de cínico. Todo le había aguantado la tía hasta que tuvo sospecha fundada de que le adornaba la testa con cornamenta de planta, porque cuernos de entrada por salida le había tolerado bastantes. Contrató al que era el despacho de detectives más prestigiado del país, el de Valente Quintana, que después de unos días y no mucho dinero, le entregó una carpeta con pruebas fotográficas indiscutibles: tío Raúl tenía casa chica. Conteniendo el vapor que le salía por las orejas, tía Nati lo esperó sentada en la sala hasta que ya casi para amanecer, tuvo a bien llegar su corneador. Sin decir una palabra, le plantó en las narices el expediente que él revisó impertérrito, para después mirarla y decir: -¡Tcht!, para qué andas gastando en detectives, con que me hubieras preguntado o eso más o menos recordaba la tía que le había dicho, porque ya no estaba segura después de estar dos días detenida en la Delegación por intento de asesinato. Bueno.
Ayer hubo un zipizape cerca de las puertas del Congreso de la CdMx, del que la alcaldesa electa de Álvaro Obregón, Lía Limón, candidata de la alianza Va por México, PAN, PRD y PRI, salió con una cortada en la nariz, obsequio de un policía que le asestó un golpe con su escudo de acrílico. Mala cosa. Fea cosa. Injustificable cosa.
Doña Limón y otros alcaldes opositores intentaban cruzar el cerco policiaco y el vallado que rodeaba el Congreso de la CdMx; según ellos iban a hablar con los diputados para intentar que no les quitaran facultades en materia de seguridad, iniciativa de doña Claudia (o de Batres, ya no sabe uno quién lleva mano en este torneo de metidas de pata)
o en un descuido, del mero señor de Palacio.
El antecedente es que a resultas de las elecciones del 6 de junio pasado, Morena y asociados, sufrieron un descalabro mayor en la capital del país, donde parecían tener escriturado el poder: de las 16 alcaldías, quedaron con siete y el resto, nueve, en manos de la oposición; aparte de que en el Congreso de la CdMx, de fuerza dominante con 40 diputados (más seis sin partido que no raramente se ponían de su lado), con una oposición de solo 20 curules, pasaron a un empate técnico con 33 curules Morena y las mismas sus opositores (más un diputado del PVEM, quien no es difícil siga el consejo de Agustín Lara: vende caro tu amor, aventurero). Nada más piense usted en la irremontable dificultad que tendrá Morena para conseguir los dos tercios de votos necesarios para modificaciones constitucionales y algunas otras decisiones que exigen mayoría calificada. Y perder el control político de la capital del país, duele, más bien, arde.
Claudia Sheinbaum, de quien se dice es la principal querencia presidencial para sucederlo en el Poder Ejecutivo Federal en 2024, ante tal tropezón, reaccionó con gran torpeza por decir lo menos: no se ha reunido con los alcaldes electos del grupo opositor y ayer pasó en sesión extraordinaria del Congreso de la CdMx, algunas leyes que parecen tener dedicatoria contra esos alcaldes de la oposición, maniobra de dar ternurita, pues la próxima e inminente legislatura de la capital, puede regresar las cosas al estado en que hasta antier estaban (vende caro tu amor, aventurero). En fin. Doña Claudia tiene que hacer lo que le ordena su jechu (de jefecito chulo), porque es evidente que no se manda sola.
Así las cosas, lo que no es creíble es que ni doña Claudia ni su secretario de Gobierno, el insufrible Martí Batres, ni nadie, hayan dado la orden de golpear a los alcaldes opositores en general ni a doña Limón en particular. Para empezar, ¿cómo los distinguirían los policías destacados en la ingrata labor de impedir el paso al Congreso de la capital nacional?, ni los conocen… pero lo innegable es la presencia de la fuerza policiaca en el lugar y que sí tenían órdenes de no permitir el libre tránsito. Orden obtusa, cerril e ilegal, por cierto.
Doña Sheinbaum aduce para no recibir a los alcaldes opositores, que todavía no son alcaldes y que tendrá a bien recibirlos después que tomen posesión. Bueno, muy su modo y con su pan se lo coma.
En control de daños, ayer mismo, la Dirección de Asuntos Internos de la Secretaria de Seguridad Ciudadana de la capital nacional, anunció que investiga los hechos frente al Congreso y que: No se tolerará ningún caso de abuso u omisión policial y no se permitirán actos contrarios al código de ética, ni algún otro que vulnere la integridad y honorabilidad de la Institución. O sea, van a pagar los platos rotos los que ponen el cuerpo, los policías, que ya fueron citados a declarar. Ingrato su trabajo: los mandan a aguantar lo que les echen y si alguien sale lastimado, son los únicos culpables. Como siempre.
Y el control de daños del lado que importa, cubrir a doña Sheinbaum, lo asumió Martí Batres, secretario de Gobierno de la CdMx, quien declaró: Insisto que de parte del Gobierno no se buscará la confrontación, ojalá no se busque por parte de otras fuerzas políticas. Yo creo que no hay necesidad de hacer estas cosas para llamar la atención de los medios de comunicación. ¡Vaya!, ahora resulta
Y como el aseo político no es su fuerte, don Batres también dijo ayer: No había necesidad de ningún forcejeo, bastaba con una llamada que hicieran, ya sea a mí o a los propios coordinadores (del PRI, PAN y PRD) para poder acceder los alcaldes a la sesión del Congreso local.
¡Bastaba con una llamada!… o sea: los alcaldes electos opositores, son tan, pero tan bestias, que no se les ocurrió pedir que por favor, por favorcito los dejaran pasar. Y peor: ahora resulta que hay que pedir permiso para transitar libremente o para entrar al recinto legislativo, como es derecho de cualquier ciudadano.
La Constitución del país y la de la CdMx, sometidas a que don Batres o doña Sheinbaum, si no tienen inconveniente y si andan de buenas, las respeten. No merecen gobernar.