SR. LÓPEZ
Tío Julián era un tipo de cerebro doble y más simpático que Polo Polo, era contador público, trabajaba por su cuenta y ganaba dinerales. Con tía Cuquita, tenía tres hijos y solo por su inteligencia y simpatía, capoteaba a su esposa porque todos los días del Señor, terminada la jornada, se ponía ebrio, ebrio de no saber su nombre, aunque al día siguiente estaba en punto de las nueve en su oficina, se dan casos. Pero, tanto va el cántaro al pozo, una noche entrando a su casa, con la mirada perdida, apenas teniéndose en pie, tía Cuquita le dijo: -Mañana me voy, para siempre ¡y me llevo a mis hijos! y tío Julián, contado por él, sacando fuerza de flaqueza, impelido por la indignación le respondió: -¿Qué pensabas dejármelos? y otra vez la hizo reír. Se dan casos.
Ayer reventó como una destacadísima nota en los portales digitales de la prensa nacional, que el Presidente declaró: Y que no se preocupen, yo odio a los tiranos, yo soy demócrata y soy maderista y estoy a favor del sufragio efectivo y de la no reelección y si lo permite el creador, y si tengo salud, y si lo quiere el pueblo voy a estar hasta finales de septiembre del 2024 y me desaparezco. No estábamos preocupados ¿o pensaba seguir?
No sería el primer Presidente que después de la Revolución, acarició la idea. El primero fue Álvaro Obregón, quien consiguió de su sucesor, el presidente Calles, las reformas constitucionales necesarias para repetir en el cargo. Ya siendo presidente electo, en un banquete el 17 de julio de 1928, lo cosieron a tiros. ¡Híjole!
Otro que lo pensó en serio fue el Cachorro de la revolución, Miguel Alemán Valdés, Presidente de 1946 a 1952. Echó a andar la cosa haciendo que a mediados de su periodo, un diputado local veracruzano, Rafael Ortega, en un discurso lo manifestara como exigencia del pueblo. Luego se organizó el Partido Nacional Reeleccionista y el Partido Artículo 39 Constitucional (donde dice: El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno). Quería reformar la Constitución y legalizar su reelección por mandato popular. Se le atravesó Lázaro Cárdenas quien le dijo que eso no lo permitirían las Fuerzas Armadas y se esfumó el plan que incluía la posibilidad de solo prolongar su mandato. Sí, cómo no.
Uno más que se enamoró de él mismo y consideró que la patria lo necesitaba otro periodo o cuando menos, dos años más, fue Luis Echeverría, pero ese topó con don Grande -Jesús Reyes Heroles-, entonces presidente del PRI, quien en su discurso del 5 de febrero de 1975, dijo (léase con atención):
Somos el partido en el gobierno, pero no somos el gobierno Los hombres en el gobierno no pueden hacer todo ( ) aprendimos a no reformar para un hombre, por históricamente conveniente que parezca, a saber, que reformas hechas para personas niegan principios, quebrantan instituciones y nos apartan de nuestro sendero aquellos aturdidos que pretenden la reelección lesionan a la Revolución, niegan nuestras instituciones y ofenden al revolucionario Luis Echeverría (vivo que era, le echó su flor a Echeverría envenenada). De ese PRI ni el Presidente se burlaba, Echeverría se la tragó, quitó a don Jesús del PRI, pero entregó el poder y se fue a su casa, en donde sigue (99 añitos).
Por último -hasta nuevo aviso-, Carlos Salinas de Gortari anduvo tonteando con esa idea. Primero, para checar la temperatura del agua, hizo que el gobernador interino de San Luis Potosí, Gonzalo Martínez Corbalá, renunciara al cargo el 9 de octubre de 1992 para al día siguiente, nombrarlo candidato al mismo puesto, violando la Constitución, claro. La reacción en San Luis fue muy gallarda: todos los partidos políticos y buena parte de los priistas, se aglutinaron en el Frente Antirreeleccionista Nacional, denunciando que era lo que era: un sondeo para reelegir al Presidente. Se reventó el proyecto. Luego el Salinas -dicen- acarició la idea de que Colosio modificara la Constitución si llegaba a Presidente, para volver, volver, volver bueno, ya sabemos cómo acabó Colosio.
Así como con Miguel Alemán un diputado local de Veracruz clamó por su reelección; así como Salinas intentó la reelección de un Gobernador; igualito en julio de 2019, el Congreso de Baja California, reformó la Constitución de su estado para prolongar el mandato del gobernador Bonilla, la Suprema Corte echó eso a la basura; pero luego el 10 de septiembre de 2019, un estrambótico diputado local de Tabasco, Charlie Valentino León Flores Vera, pidió en la tribuna de su Congreso: ( ) López Obrador debe reelegirse para no poner en riesgo el bienestar que ya llegó. Por eso mismo, le pido a todos los tribunales, a todas las cámaras, remover el artículo 83 de la Constitución Política de México ese legendario artículo, para que quede de esta forma: sufragio efectivo, sí reelección. ¡Áchis! El coordinador de Morena en ese Congreso, Tomás Brito Lara, declaró: Nosotros, al igual que el Presidente de la República, estamos en contra de la reelección. ¡Fíu!
Vistos los antecedentes históricos y las actuales barbaridades intentadas, se entiende que algunos hayan estado preocupados, había razones que exacerbó la actual prolongación inconstitucional del mandato del Presidente de la Suprema Corte, vista como el retorno de la burra al trigo. ¡Qué necedad!
Así las cosas, unos no muchos pero no tan pocos, abrigaban la esperanza de convencer al Jefe de que se sacrificara quedándose en el cargo un par de añitos más, para consolidar lo ya conseguido (se solicita información), porque además, el pueblo (clases medias, absténgase), lo quiere a rabiar, como probaría arrasar en las urnas el 6 de junio bueno, el 6 de junio los abandonó la tercera parte de los que los eligieron en 2018, perdieron 9.2 millones de votos, y no votó por ellos el 79.37% del Listado Nominal Electoral (los que tiene credencial para votar).
Y se acuerda uno de fábula de la zorra que no alcanzó las uvas y se alejó diciendo: -Están verdes