SR. LÓPEZ
Allá por los años 40 del siglo pasado, vivía en Autlán tío Macro, un ranchero hecho a marro, fuerte como locomotora, del que contaban domaba potros agarrándolos nomás del cuello con una mano. Casado con tía Anita, tuvo nueve hijas. Contaba la abuela Elena que empezó a pretender a una de sus niñas un joven del que el tío sabía sus andanzas y no lo quería de yerno, pero el doncel, aparte de apuesto, cantaba mejor que Jorge Negrete y hablando reblandecía paredes. La pretendida y sus ocho hermanas lo adoraban y como su mamá también, tío Macro sufrió un largo asedio hasta que lo hartaron y aceptó que se pusieran de novios advirtiendo que no movería un dedo por nada de lo que se quejara después su hija y que si llegaba a casarse, a él no lo buscara sino cuando quisiera ser viuda. La chamaca acabó casada y sufrió un calvario hasta que, sabiendo el crápula de los modos de su suegro, consideró prudente desaparecer y no se supo más de él. La abuela decía sonriendo: -Conociendo a Macro, yo no creo que se haya ido -cosas de antes.
Contando el día de hoy, quedan 30 días naturales antes de la llegada del 6 de junio, día de elecciones cuasi generales en el país, pues aparte de elegir miles de alcaldías, varios congresos locales y 15 gobiernos estatales, se renueva la Cámara de Diputados de la federación.
Entre comentócratas, memeadictos y murmuradores profesionales, la cosa está que arde. También entre algunos ciudadanos.
Sin apasionamiento, sin ir contra ninguna formación política, si los votos tuvieran relación directa con el desempeño del actual gobierno federal, le debería ir muy mal en las urnas a su partido, Morena. En prácticamente todo, sus resultados son negativos o trágicos y las consecuencias de sus decisiones ejecutivas comprometen muy seriamente el futuro nacional, al menos en el mediano plazo, aunque el deterioro inducido en los grandes rubros puede costar más tiempo para regresar a donde estábamos en 2018: salud, educación, recuperación de la confianza de los inversionistas, crecimiento económico y combate a la pobreza, serán losas de piedra sobre los lomos de La Patria (la señora de la portada de los libros de texto gratuitos), sin mencionar el escenario catastrófico que para el 2024 será la penetración de la delincuencia organizada en cada vez más amplias regiones.
Sin embargo de todo, es una incógnita qué sucederá el 6 de junio, no es imposible ni muy difícil que el Presidente refrende su mayoría en la Cámara de Diputados y que gane varios gobiernos estatales: el dinero regalado vía programas sociales, pesa mucho en el ánimo de un muy numeroso sector del electorado. Pero en caso contrario, si a Morena y sus partidos rémoras no les va bien en las urnas, el despelote postelectoral será de pronóstico reservado; antes de ser presidente de la república, López Obrador puso patas arriba a la capital del país, imagínese ahora. De ninguna manera aceptará resultados adversos. El INE estará en peligro.
Habrá quien piense que está muy equivocado el del teclado, que por más dinero que se tire a puños en los programas sociales, el votante sabe de la grave situación provocada por este gobierno. ¿De veras?, a ver, entérese de unas cositas:
En agosto de 2015, Parametría hizo una encuesta que arrojó algunos resultados de infarto: con motivo de la celebración de las fiestas patrias, el 51% dijo no saber de qué país nos independizamos; el 13% dijo que México se había independizado de los Estados Unidos; el 32% sí supo que de España; 3% dijeron lo primero que se les ocurrió; y el 1% restante no quiso responder (mejor).
Por si piensa que esa pregunta era demasiado especializada para los alcances del tenochca simplex promedio, le recuerdo algunos resultados de la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México 2011, elaborada por el Conacyt y el Inegi: el 72.59% de la gente confía más en la fe que en la ciencia; el 72.24% prefiere la acupuntura, la quiropráctica y las limpias para el tratamiento de enfermedades; el 55.67% considera que los científicos son peligrosos y el 30% cree en los números de la suerte. A todo dar.
Por cierto, la UNESCO y la prueba PISA (de la OCDE), informan que solo el 2% de la población mexicana tiene el hábito de la lectura en potencial decrecimiento. Y sobre qué tan informados estamos, tome nota: el 43% de los encuestados para el Módulo de Lectura (Molec) del Inegi, 2017, dijo haber leído algún periódico en la semana anterior. Pero no se entusiasme, según el mismo Molec, más del 75% de la población lectora declara que comprende la mayor parte de lo que lee y el 20.4% acepta que comprende poco o la mitad. ¡Chin!
Así de bien informado está el gallardo tenochca estándar promedio dotado con credencial de elector. Piense qué tan enterado está del decrecimiento del PIB (o pregúntele que es eso), piense en si comprende el peligro que representan para México las leyes que contra la Constitución ha aprobado el Congreso.
El electorado en su mayoría vota por que sí, por moler o porque le late y así se define el destino de todos. A veces parece que en México se vota sin importar tanto a quién se elige sino más bien, a quién no se elige, a quién se le cobra factura, sí, a veces parece un voto de rencor.
Y ese es el riesgo en que está la 4T: nadie sabemos realmente qué tan ofendido está el electorado. En Coahuila el año pasado, contra todo pronóstico, el PRI le sacó el doble de ventaja a Morena, y en Hidalgo el mismo y supuestamente fallecido PRI, le asestó una paliza a Morena, con casi el triple de votos. Sí.
Lo cierto es que en principio, salga lo que salga de los comicios del 6 de junio, Morena no tiene ni tendrá mayoría para reformar la Constitución, pues el Senado sigue igual hasta el 2024. Vistas así las cosas y para evitarnos el despelote que ya se anuncia en caso de que las huestes del Presidente salgan de las urnas con la cola de mandril, a lo mejor conviene dejarle al nene la sonaja, total igual, nos vemos a la salida.